Caras Ionut |
La Avenida es una de las calles de entrada y salida a la ciudad dirección norte. Esta tarde grisácea del mes de noviembre, entretenida con la niña en los columpios del parque que están al lado, no me he dado cuenta del paso del tiempo. En esta época, los días son muy cortos y pronto se hace de noche. Voy con mi hija de la mano porque quiere ir andando; siempre quiere demostrar que es mayor de lo que en realidad es.
Despacio, sigo el ritmo de sus pequeños zapatos camino de casa cuando comienzo a escuchar unos pasos. No veo a nadie, pero sé que alguien más está con nosotras. Acelero la marcha para llegar cuanto antes y, con ello, obligo a mi pequeña a avanzar a trompicones. Noto en mi nuca el aliento del que se nos acerca por detrás. Instintivamente, aprieto a la niña contra mí y también el bolso que llevo en el hombro. Me paro y, con disimulo, miro de reojo a la vez que me agacho para cogerla en brazos. Se detiene también, es un hombre con deportivas blancas y vaqueros. Empiezo a andar deprisa. Él agiliza el paso. Siento que está a punto de alcanzarme. La violencia que percibo me bombea el corazón como un caballo desbocado. Me salgo de la acera a la calzada que es de doble sentido. Los pitidos de coches y gestos poco amables de los conductores me exigen que me quite de ahí. Corro todo lo rápido que puedo sorteándolos a la vez que aprieto contra mi cuerpo a mi hija. En la esquina, tengo que volver a la acera para girar y entrar en la plaza donde vivimos. De nuevo siento el acoso de su presencia. El sentimiento de indefensión me ahoga. El viento del norte me hace castañetear los dientes. Ya sabe que le temo y que me tiene en sus manos. No quiero gritar, no quiero asustar a mi pequeña, aunque creo que le estoy haciendo daño al apretarla tan fuerte. Casi está pegado a mí, si me vuelvo de repente, voy a chocar con él. ¡Imposible alcanzar la puerta! Alguien viene de frente. Es un vecino del portal de al lado. Apenas lo conozco. Me abalanzo sobre él. «Me están siguiendo», le digo angustiada. Los dos vemos cómo el que me seguía se da media vuelta y se aleja. Un hombre fuerte, de unos 50 años, con los brazos caídos a lo largo de su cuerpo y los puños apretados.
Hola Pilar,si ésto es un relato vale,y aún así me da miedo.Pero si te pasó a ti realmente ,me da mas miedo aún.
ResponderEliminarBesos.
Encontrarte en una situación similar ha de generar mucha adrenalina, y mas dependiendo de un menor. Demosle un final feliz, fue una coincidencia, el señor se asustó al abordarle.
ResponderEliminaruy pobrecita, te mando un beso y excelente relato lleno de suspenso.
ResponderEliminarMe llevaste en el mismo miedo corriendo con ustedes... el terror de las ciudades, en que se le teme a cualquier desconocido, y quizá era más temible el que abordaste, pero nunca se sabe... Excelente tu forma de narrarlo.
ResponderEliminarBesos de anís.
Qué susto. Un beso.
ResponderEliminarQué mundo tenemos, en el que no estamos seguros. Creo que se nos paró el mundo y hay que darle cuerda.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Tus relatos siempre se pueden ver desde varios prismas diferentes y eso me gusta mucho de tu forma de escribir y de hacer pensar al que lee:
ResponderEliminarA) En el primero se siente el miedo de una madre que se siente perseguida y vigilada por una persona cuyas intenciones no están muy claras. Un secuestro, un atraco...o algo peor, las posibilidades son infinitas.
B) En el segundo, la persona con la bolsa vacía sólo quiere pedir algo para comer, pero la madre, por el sentimiento de protección que tiene a su hija y el "miedo" que la crisis nos ha infundado a todos huye atemorizada, echándose en brazos de un desconocido, que como bien dicen en un comentario anterior, tal vez sea el auténtico peligro y no el que viene detrás.
C) La madre se atemoriza sin razón, vivimos con el miedo constante a todo y todos y huye de alguien que ni siquiera existe. El tipo de la bolsa es simplemente un tipo que pasa por allí y sirve como justificación de "perseguidor".
Pero no te diré con cual me quedo jajaja. :-)
Un abrazooo
me he recordado cuando me siguieron hasta casa una tarde noche que venía del liceo
ResponderEliminaralcancé a entrar a casa para ver pasar al tipo por la ventana
es una sensación apremiante, de un sudor helado constante,
de un terror inminente
abrazos
Es tan vívido, es como si lo estuviéramos viendo y el final abierto es perfecto porque así nos quedamos elucubrando si la mujer es una paranoica o el peligro es tan real y zafa de milagro. Muy bueno Pilar
ResponderEliminarPodía ser ciencia ficción, pero es real. A mi me ha pasado y a estas altura aún nos entra un mayor pánico cuando llevamos a una niña en brazos. De nada habría servido gritar. La salida ha sido buena, aunque yo habría parado un coche porque entrar en el portal con estas condiciones no era nada bueno. El miedo es paralizante. Tanto si es real como es ficticio está genial. Me ha hecho vivirlo
ResponderEliminarBss y buena semana
Bss
Hola Máría Pilar,
ResponderEliminarbuenas tardes,
se me ha acelerado el corazón con solo leerte...
excelente trabajo.
Te deseo una gran semana
un abrazo
María Pilar por desgracia eso que cuentas ocurre demasiadas veces pero el final ha sido feliz. Me vienen a la memoria tantos violadores y pederastas sueltos, una vergüenza.
ResponderEliminarBesos,
Espero que sea un relato, que como relato es muy bueno. He sentido miedo real.
ResponderEliminarSi no es un relato, me da más miedo aún.
Besazo
epa!
ResponderEliminarque te salio la literatura extrema.
muy bueno
El sentimiento es común en todos los comentarios, nos has hecho estremecer de angustia, Pilar, ¿no es cierto, verad?, dí que no, por favor.
ResponderEliminarSi es un relato ficticio, te tenemos que felicitar porque has conseguido mantenernos en suspense, espero que sea así.
Besos apretaos.
Pilar, qué bien lo hiciste, amiga...Sé lo que se siente cuando alguien te persigue, lo sufrí de niña una noche en las calles de mi pueblo y en Madrid cuando era más joven en la rampa de un metro cerrado, logré dar la vuelta, pero lo pasé mal...Es una prueba muy dura,que tu has reflejado de maravilla y me alegro, que apareciera alguien de frente, eso es providencial...Mi felicitación por tu magnifico relato sea imaginario o real...Mi abrazo inmenso y mi ánimo siempre, amiga.
ResponderEliminarM.Jesús
Me ha dado taquicardia leerte! Que miedo! He pasado por eso!
ResponderEliminar;o)
María Pilar, una experiencia tan desagradable y peligrosa como habitual. Si en este desierto de hormigón, quienes lo han concebido, lo protegiesen adecuadamente nunca tendríamos que sobresaltarnos, ser atacados o simplemente asustados por el desalmado de turno. Pagamos una cantidad de dinero tan grande para que nuestra protección sea eficaz , la iluminación adecuada, la retención y apartado de locos delincuentes eficaz, que cuando sucede uno de estos hechos violentos y temerosos quienes deben cuidar nuestra seguridad deberían ser destituidos inmediatamente. Son ya tantas las muertes que sólo merecen un silencio de un minuto, que ni siquiera llega a cumplirse, que la vergüenza de pertenecer a esta especia animal me desuela. Siento tanto este este suceso que espero que la niña no recuerde nunca los golpeteos de tu corazón y la desidia de los conductores que sólo se preocuparon de su vulgar y obtusa prisa.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida María Pilar.
Pues como dicen arriba se confunde realidad y ficción y se pueden sacar varias lecturas, sobre todo gracias a los detalles, si añades al relato una bolsa vacía se supone que debe tener importancia.
ResponderEliminarPero, aunque fuera uno a pedir de comer, tanta insistencia resulta sospechosa y sobre todo a ciertas horas.
Besos querida.
Qué bien descrita la soledad y el desamparo que puede llegar a sentir una persona rodeada de gente. Espero que todo sea fruto de tu imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Hola María Pilar, uffffffffffffffff, realmente he pasado miedo por la niña. Se me ha acelerado el corazón. Afortunadamente ese encuentro ha sido la salvación. No sé si es algo ficticio o una historia verídica. Yo según lo leía he pensado que había sido un hecho real y que había sucedido no hacía muchos minutos.
ResponderEliminarEl miedo está presente porque están soltando a muchos violadores que deberían de estar encerrados de por vida si no están rehabilitados.
Saludos y un abrazo grande
Gracias a todos por vuestra participación tan emotiva. Inmenso abrazo y os deseo a todos que paséis una feliz semana.
ResponderEliminarMi niña, a estas altas horas de la madrugada no es muy conveniente leer tu relato, tenías que poner: Prohibido para cardíacos.
ResponderEliminarMenos mal que, de momento, mi corazón marcha bien, pero si te digo la verdad, he vivido a través de tus letras esa persecución, has logrado meterme de lleno en esa carrera, ojalá todo haya sido producto de tu imaginación.
Me alegro mucho de que mi receta te haya servido y gustado.
Cariños en el corazón.
Kasioles
¡Que horror! Me has dejado muy angustiada. ¿Esto es ficción o realidad? Estoy a tres del desmayo.
ResponderEliminar:/
Una situación angustiosa, sobre todo si además tienes a un niño contigo. Espero que sólo sea ficción, aunque sepamos que es una escena perfectamente posible.
ResponderEliminarBesos
La mujer y la niña se salvan en el último momento, pero el perseguidor se va con su fuerza, su bolsa y sus intenciones. El terror continúa pensando cuanto tiempo va a pasar hasta que salga en los medios de comunicación que ha sido encontrada por los alrededores una mujer asfixiada con una bolsa de plástico. O que ha desaparecido una niña, o... ¡Me estoy volviendo paranoica!
ResponderEliminarAngustia y desesperación, en el recorrido de tu desventura. Gracias al vecino desconocido, que susurros y lamentos al oído son escuchados por las sombras del perseguidor.
ResponderEliminaruffffsss que susto pilar. tu niña, tu, y el malvado que anda suelto.
Eres genial. Tampoco quiero saber si fue verdad.
Besos¡
¡Qué angustiante! Hasta parece una pesadilla de la que la protagonista que lleva la niña en brazos
ResponderEliminarse va a despertar.
Besos, Pilar..
Muy buen relato Pilar..como a casi todos, me parece que tiene un mensaje implícito..
ResponderEliminartal vez, sobre la psicología de la inseguridad extrema que estamos padeciendo en estos tiempos..
El hecho es que me encantó leerte y supiste mantener el suspenso hasta un final reflexivo. Un abrazo!
Niña que susto más grande.
ResponderEliminarUn beso, gran entrada
Creas un buen grado de tensión en este relato al igual la consabida angustia ante un inminente peligro. Por fortuna el instinto de conservación y la aparición de un ángel salvador han terminado con una horrorosa experiencia.
ResponderEliminarPilarrr ¡¡¡pero qué angustia me has hecho pasar!!! si parecía que me estaba siguiendo a mí ese señor, todavía tengo el corazón acelerado, de verdad, has escrito un relato tan tan real, tan personalizado para cada uno de nosotros que me ha creado una angustia que ni te imaginas que sobresaltada estoy jajajaja, menos mal que tuvo un final feliz, aunque en la realidad, no suele ser así, en muchos casos.
ResponderEliminar¡¡Me ha encantado!!!
Un beso.
Como he tenido niños pequeños, los míos que ahora ya son adultos, sé la tremenda angustia que se sufre en casos así. Te sientes joven, ágil y fuerte, pero llevas un niño (o más) contigo,y eso te convierte en víctima fácil. Y como buena madre no piensas nunca en tí, sólo en tu cria/o.
ResponderEliminarEs un sentimiento que conozco muy bien y lo has retratado muy pero que muy bien, Pilar.
Te felicito.
Un abrazo largo.
Has sabido llevarlo muy bien, la tensión me hizo acordar a cuando se estira una cuerda de guitarra hasta el límite.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un beso grande.
HD
Muy vívido relato, Pilar. Sentí se me aceleraba el pulso mientras te acompañaba en esa travesía de volver a casa. Duro sentirnos encerrados en las ciudades a merced de las malas intenciones de terceros; aunque también suele ocurrir que sólo era una coincidencia. Abrazos
ResponderEliminarUff! menos mal que encontró a alguien para pedir ayuda.
ResponderEliminarMe has tenido en tensión durante todo el relato esperando el desenlace.
Besitos.
Cada vez somos más asustadizos. El miedo cada día necesita menos excusas; aunque la conducta ciertamente pareciera algo extraña..
ResponderEliminarUn beso Pilar
Ufff, me metí total en el relato, está contado de un modo que te lo hace vivir totalmente. Menos mal que apareció esa persona de frente que la salvó, yo tenía el corazón en un puño también a esa altura del relato.
ResponderEliminarHace un par de días robaron a la vecina que tengo al lado, en la puerta de mi casa, la empujaron dos hombres y le arrancaron el bolso, lo que te digo, en la puerta, y estoy un poco susceptible. A mí me robaron de mi casa el ordenador hace dos meses y este mes me abrieron el coche y me robaron el GPS y otras cosas. Bueno, a raíz de tu relato te suelto todo esto, es que me había desacostumbrado a este tipo de cosas que en Argentina son tan comunes, parece que vamos por el mismo camino.
Un besito Pilar, muy buen relato. Que tengas un excelente fin de semana.
Cariñoso abrazo para todos. Os deseo un feliz fin de semana lejos de las angustias semejantes a las que mi relato pueda suscitar. Para los que me habéis preguntado sobre si era real o ficción, tan real como la vida misma.
ResponderEliminarBesos
Tan real como la vida misma...
ResponderEliminarVaya por Dios... Nos has dejado estremecidos, y encima no es, como pensaba, una pura invencion...
Que nunca mas te sientas asi, amiga
Un abrazo fuerte
Los globos muy chulos y el relato...jolin.... Un abrazo desde Murcia
ResponderEliminarVuelvo para agradecer tu visita, desearte una feliz semana y dejarte mis cariños en un fuerte abrazo.
ResponderEliminarKasioles
Como???? osea real, que mal rato¡ , que angustia¡ si leerlo te pone mal, ni imagino como lo pasarias...
ResponderEliminarBesos reconfortantes ♥♥♥
Angustioso y tenso relato. Menos mal que no pasó nada y el final fue feliz. Si averiguas quién es y que pretendía me lo dices, que voy con el cuchillo jamonero y lo dejo tieso.
ResponderEliminarBesos.
Buf, qué viene describes el miedo, se te encoje el corazón. Hay una frase que lo define todo: Ya sabe que le temo y que me tiene en sus manos. El miedo nos suele llevar adonde no queremos.
ResponderEliminarBuen relato
Un abrazo
Luz
Perdón quiero decir qué bien describes,
ResponderEliminarPilar, cuando leemos un relato y éste deja de ser una historia para atraparnos, cuando nos introducimos bajo la piel del personaje y corremos y sentimos angustia y miedo, el logro literario es total. Más allá que sea real o ficticia, es creíble y esto vale para la creación y para la vida misma y sus catares.
ResponderEliminarUn placer leerte.
uf qué relato más trepidante, cargado de suspense, tensión, miedo, adrenalina y asfixia compartida. Resuelto en la última línea como ya nos tienes acostumbrados, esa última línea en la que la respiración se sosiega mientras la normalidad ocupa su sitio. Bsosss.
ResponderEliminarmuy bueno, casi que corro contigo, saludos querida amiga
ResponderEliminartexto impresionante!
ResponderEliminarEn el momento más insospechado surge el terror.
ResponderEliminarMaría Pilar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs muy bueno Pilar. Tienes habilidad para envolver al lector dentro de la trama. Los cinco sentidos están ahí. Economía de medios e intensidad. Felicidades.
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