En invierno las temperaturas se desplomaban. Los parroquianos, con gorros de lana, botas y bufandas en lugar de txapelas y alpargatas, buscaban el calor en la popular fonda El Mentirón. Aitor, el tabernero, les llenaba los vasos, no sin poner una raya en el mostrador al que no pagaba. Como nadie se quitaba la zamarra, había un tufo a sudor humano que echaba para atrás, mezclado con el del vino tinto de las barricas que, al derramarse de las espitas, se filtraba en el entablado del piso. En una esquina de la barra, estaba apoltronado Martín, el zapatero. Tenía su taller en un bajo de la calle Zapatería, no recibía el sol más que por el estrecho espacio que separaba las casas de un lado con las del otro. Los niños, al salir del colegio de Santa María, siempre corrían hacia su casa para gritarle: ¡Zapatero remendooón! Y él, encorvado, con un genio de mil demonios, salía tras los chiquillos que volaban en una bandada de pájaros gritones. Tampoco faltaba Julen, el herrero, con las cejas chamuscadas; en sus manazas el vaso de vino temblaba. Junto a él, Sergio, el pintor de brocha gorda, con el mapa de La Rioja en la cara. Los vapores del alcohol le hacían parlanchín. Mientras mantenía el vaso de vino con una mano temblorosa, hablaba con groseras alusiones de mujeres que decía conocer bien y era celebrado con risotadas por los demás. Allí, junto al vino, corrían los chismes y cotilleos de la ciudad.
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Ese tipo de clientes son los más fieles, aunque no estén al día con el pago de las consumiciones. Seguro que Aitor tiene bajo la barra algún arma contundente que muestra cuando quiere cobrar.:)
ResponderEliminarParece que las mujeres del lugar eran mas inteligentes que ellos y se dedicaban a sus cosas, has dejado una semblanza popular de los oficios del barrio. Un abrazo
ResponderEliminarBuena participación, María Pilar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusto el relato. Te mando un beso.
ResponderEliminarQué maravillosamente bien has dibujado la escena y los personajes! eres una artista. La típica tasca llena de personajes pintorescos ... Me ha marecido magistral cada descripción, pero ese amgioma en forma de la Rioja en la cara de Sergio, para quitarse el sombrero .. muy muy bueno el texo, siempre es un gustazo leerte María Pilar, mil gracias y un beso!
ResponderEliminarNos has descrito tan bien la escena y el ambiente que es como si estuvieramos en ella! Los protagonistas los podemos imaginar perfectamente! Un abrazote!
ResponderEliminarMagnífico relato, María Pilar.
ResponderEliminarQué bien has descrito el ambiente de la fonda y a cada uno de sus personajes.
Un gusto leerte siempre.
Un fuerte abrazo.
Aquí el resultado es biunivoco ( esta palabra l recuerdo del cole, au que no recuerdo muy jien lo que significaba.
ResponderEliminarAquí significa que tanto el ambiente conforma a los parroquianos como los parroquianos al ambiente.
Abrazooo
En realidad, al escribir el relato, pensaba que la taberna era el personaje principal.
EliminarAbrazo, Gabiliante.
Me trajo recuerdos lo de " zapatero remendón" muy bien descritos los detalles y sensaciones de la taberna. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola, María Pilar! Breve, pero muy descriptiva, llena de vida de la gente del lugar. Resulta muy fácil de visualizar las imágenes, y oler el ambiente cargado que describes. Fantástico.
ResponderEliminarFeliz jueves. Bstes.
Preciosa la ambientación de tu relato. Una estampa muy evocadora de otros tiempos. Además aquí en León hay una calle Zapaterías en el Barrio Húmedo y rodeada, por lo tanto, de bares que en su día fueron tascas como la que describes. Ahora ya casi no quedan tascas (dos o tres tan solo). Todo son bares modernos e impersonales al gusto del turismo.
ResponderEliminarUn beso.
Martín, Julen, Sergio. Zapatero, herrero y pintor...Todo un resumen de vecinos y oficios, que se unían para celebrar la vida alrededor del mostrador del Mentirón...Otro mundo aparte del mundo cotidiano del trabajo, donde cada cual mostraba su carácter y sus sentimientos...Muy bueno, Pilar.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y felices días de otoño, amiga.
Maria Pilar, qué relato tan evocativo y costumbrista, cada personaje tiene sus variantes muy significativas y esa taberna, con esa particular mezcla de olores, y el tabernero bien lúcido para cobrar, ja, ja.
ResponderEliminarSin dudas es o fue un lugar pintoresco de desquite y juergas masculinas, algunas grotescas, otras jocosas que cuentan las realidades de la vida en los pueblos. Bien escrito y representado, con la particularidad de que todos son protagonistas, el entorno y los personajes. Bravo, un abrazo.
Hola, María Pilar.
ResponderEliminarY cuantas historias que se cuenten en esa tasca serán ciertas y cuales no, pero, ante todo, has creado un escenario en el que uno se visualiza, percibe esos fuertes olores, esos cuchicheos y ve a cada personaje como si realmente fueran de carne y hueso.
Estupendo relato.
Un beso.
¡Hola! Me ha gustado mucho cómo has utilizado los factores del microrreto entorno y personajes. Nos presentas un escenario muy bien descrito (incluso los olores) y a los personajes que forman parte de él, de los cuales también podemos conocer sus emociones.
ResponderEliminarEs como si el lector/a también estuviera en el interior de esta fonda.
Muchas gracias por participar. Un abrazo.
Qué buen micro, Mª Pilar. Una escena costumbrista, llena de detalles que dejan entrever la vida de una pequeña ciudad y la importancia en ella de esa taberna que sirve como punto de encuentro para sus habitantes. El tabernero, las carcajadas, los olores..., has recreado el ambiente y las sensaciones que provoca de maravilla. Me ha encantado tu historia. Felicidades.
ResponderEliminar¡Hola, María Pilar! Como decía la canción "bares, qué lugares, tan gratos para conversar...". Nos traes un lienzo pintado con todos los sentidos y con ello nos invitas a tomarnos un vinito con sus habitantes. Un abrazo!
ResponderEliminarMuy buena la ambientación del lugar y sus personajes tan variopintos que lo visitan. Lugares así existieron en muchos pueblos .
ResponderEliminarBien contada toda la historia. Te felicito por la idea.
Un abrazo Maria Pilar
Puri
Hola María Pilar, retratas con mucho detalle la atmósfera de un bar de pueblo en pleno invierno, donde el frío y la cotidianidad se mezclan con las historias y personajes que lo frecuentan. La descripción de los parroquianos, con sus particularidades y oficios, pinta una escena muy víva, casi palpable, donde el calor humano y el vino intentan contrarrestar las temperaturas bajas. Me llamó la atención el contraste entre el humor ácido de Martín, el zapatero, y la actitud festiva y grosera de Sergio, el pintor. En un ambiente casi sofocante, la mezcla de alcohol y chismes que fluyen por doquier. Me encantó lo bien que gestionas la atmósfera de ese ambiente de bar. Un abrazo
ResponderEliminarAcertada descripción del lugar en cuestion, y la de sus parroquianos. Patrecieras estar entre ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Excelente
ResponderEliminar¡Hola María Pilar! Muy buena ambientación en ese bar de pueblo que nos traes a la mente. Me ha gustado mucho como has ido presentando a los personajes, pasando de un oficio a otro.
ResponderEliminarUn saludo.
Para la gente de bar, como yo, este relato es una delicia de buenos recuerdos. Nada puede salir mal si se sabe estar en un bar, con buena compañía, buen ambiente y esas emociones que embargan de festividad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hola Pilar. Cada personaje que desfila por el Mentirón es fiel reflejo de su profesión merced a sus rasgos particulares. Un local, por lo que se ve, habitual para rematar la jornada y tomarse un respiro hasta el siguiente día de trabajo. Una pena que lugares así vayan desapareciendo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola María Pilar, me encanta leerte. Este relato esta super bien ambientado y me encantan los parroquianos. Me imagino las historias detrás de cada uno de ellos y creo que daría para una novela jejeje. Te felicito.
ResponderEliminarExcelente participación Pilar, has ambientado muy bien el lugar y sus parroquianos.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un abrazo