Ir al contenido principal

El Mentirón

 


En invierno las temperaturas se desplomaban. Los parroquianos, con gorros de lana, botas y bufandas en lugar de txapelas y alpargatas, buscaban el calor en la popular fonda El Mentirón. Aitor, el tabernero, les llenaba los vasos, no sin poner una raya en el mostrador al que no pagaba. Como nadie se quitaba la zamarra, había un tufo a sudor humano que echaba para atrás, mezclado con el del vino tinto de las barricas que, al derramarse de las espitas, se filtraba en el entablado del piso. En una esquina de la barra, estaba apoltronado Martín, el zapatero. Tenía su taller en un bajo de la calle Zapatería, no recibía el sol más que por el estrecho espacio que separaba las casas de un lado con las del otro. Los niños, al salir del colegio de Santa María, siempre corrían hacia su casa para gritarle: ¡Zapatero remendooón! Y él, encorvado, con un genio de mil demonios, salía tras los chiquillos que volaban en una bandada de pájaros gritones. Tampoco faltaba Julen, el herrero, con las cejas chamuscadas; en sus manazas el vaso de vino temblaba. Junto a él, Sergio, el pintor de brocha gorda, con el mapa de La Rioja en la cara. Los vapores del alcohol le hacían parlanchín. Mientras mantenía el vaso de vino con una mano temblorosa, hablaba con groseras alusiones de mujeres que decía conocer bien y era celebrado con risotadas por los demás. Allí, junto al vino, corrían los chismes y cotilleos de la ciudad. 

 250 palabras
El Mentirón de Vitoria, un local de siempre que ha bajado la persiana.

Comentarios

  1. Ese tipo de clientes son los más fieles, aunque no estén al día con el pago de las consumiciones. Seguro que Aitor tiene bajo la barra algún arma contundente que muestra cuando quiere cobrar.:)

    ResponderEliminar
  2. Parece que las mujeres del lugar eran mas inteligentes que ellos y se dedicaban a sus cosas, has dejado una semblanza popular de los oficios del barrio. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Buena participación, María Pilar.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Me gusto el relato. Te mando un beso.

    ResponderEliminar
  5. Qué maravillosamente bien has dibujado la escena y los personajes! eres una artista. La típica tasca llena de personajes pintorescos ... Me ha marecido magistral cada descripción, pero ese amgioma en forma de la Rioja en la cara de Sergio, para quitarse el sombrero .. muy muy bueno el texo, siempre es un gustazo leerte María Pilar, mil gracias y un beso!

    ResponderEliminar
  6. Nos has descrito tan bien la escena y el ambiente que es como si estuvieramos en ella! Los protagonistas los podemos imaginar perfectamente! Un abrazote!

    ResponderEliminar
  7. Magnífico relato, María Pilar.
    Qué bien has descrito el ambiente de la fonda y a cada uno de sus personajes.
    Un gusto leerte siempre.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Aquí el resultado es biunivoco ( esta palabra l recuerdo del cole, au que no recuerdo muy jien lo que significaba.
    Aquí significa que tanto el ambiente conforma a los parroquianos como los parroquianos al ambiente.
    Abrazooo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En realidad, al escribir el relato, pensaba que la taberna era el personaje principal.
      Abrazo, Gabiliante.

      Eliminar
  9. Me trajo recuerdos lo de " zapatero remendón" muy bien descritos los detalles y sensaciones de la taberna. Me encantó. Un abrazo

    ResponderEliminar
  10. ¡Hola, María Pilar! Breve, pero muy descriptiva, llena de vida de la gente del lugar. Resulta muy fácil de visualizar las imágenes, y oler el ambiente cargado que describes. Fantástico.
    Feliz jueves. Bstes.

    ResponderEliminar
  11. Preciosa la ambientación de tu relato. Una estampa muy evocadora de otros tiempos. Además aquí en León hay una calle Zapaterías en el Barrio Húmedo y rodeada, por lo tanto, de bares que en su día fueron tascas como la que describes. Ahora ya casi no quedan tascas (dos o tres tan solo). Todo son bares modernos e impersonales al gusto del turismo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Martín, Julen, Sergio. Zapatero, herrero y pintor...Todo un resumen de vecinos y oficios, que se unían para celebrar la vida alrededor del mostrador del Mentirón...Otro mundo aparte del mundo cotidiano del trabajo, donde cada cual mostraba su carácter y sus sentimientos...Muy bueno, Pilar.
    Mi abrazo entrañable y felices días de otoño, amiga.

    ResponderEliminar
  13. Maria Pilar, qué relato tan evocativo y costumbrista, cada personaje tiene sus variantes muy significativas y esa taberna, con esa particular mezcla de olores, y el tabernero bien lúcido para cobrar, ja, ja.
    Sin dudas es o fue un lugar pintoresco de desquite y juergas masculinas, algunas grotescas, otras jocosas que cuentan las realidades de la vida en los pueblos. Bien escrito y representado, con la particularidad de que todos son protagonistas, el entorno y los personajes. Bravo, un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Hola, María Pilar.
    Y cuantas historias que se cuenten en esa tasca serán ciertas y cuales no, pero, ante todo, has creado un escenario en el que uno se visualiza, percibe esos fuertes olores, esos cuchicheos y ve a cada personaje como si realmente fueran de carne y hueso.
    Estupendo relato.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  15. ¡Hola! Me ha gustado mucho cómo has utilizado los factores del microrreto entorno y personajes. Nos presentas un escenario muy bien descrito (incluso los olores) y a los personajes que forman parte de él, de los cuales también podemos conocer sus emociones.
    Es como si el lector/a también estuviera en el interior de esta fonda.
    Muchas gracias por participar. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Qué buen micro, Mª Pilar. Una escena costumbrista, llena de detalles que dejan entrever la vida de una pequeña ciudad y la importancia en ella de esa taberna que sirve como punto de encuentro para sus habitantes. El tabernero, las carcajadas, los olores..., has recreado el ambiente y las sensaciones que provoca de maravilla. Me ha encantado tu historia. Felicidades.

    ResponderEliminar
  17. ¡Hola, María Pilar! Como decía la canción "bares, qué lugares, tan gratos para conversar...". Nos traes un lienzo pintado con todos los sentidos y con ello nos invitas a tomarnos un vinito con sus habitantes. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  18. Muy buena la ambientación del lugar y sus personajes tan variopintos que lo visitan. Lugares así existieron en muchos pueblos .
    Bien contada toda la historia. Te felicito por la idea.
    Un abrazo Maria Pilar
    Puri

    ResponderEliminar
  19. Hola María Pilar, retratas con mucho detalle la atmósfera de un bar de pueblo en pleno invierno, donde el frío y la cotidianidad se mezclan con las historias y personajes que lo frecuentan. La descripción de los parroquianos, con sus particularidades y oficios, pinta una escena muy víva, casi palpable, donde el calor humano y el vino intentan contrarrestar las temperaturas bajas. Me llamó la atención el contraste entre el humor ácido de Martín, el zapatero, y la actitud festiva y grosera de Sergio, el pintor. En un ambiente casi sofocante, la mezcla de alcohol y chismes que fluyen por doquier. Me encantó lo bien que gestionas la atmósfera de ese ambiente de bar. Un abrazo

    ResponderEliminar
  20. Acertada descripción del lugar en cuestion, y la de sus parroquianos. Patrecieras estar entre ellos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  21. ¡Hola María Pilar! Muy buena ambientación en ese bar de pueblo que nos traes a la mente. Me ha gustado mucho como has ido presentando a los personajes, pasando de un oficio a otro.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  22. Para la gente de bar, como yo, este relato es una delicia de buenos recuerdos. Nada puede salir mal si se sabe estar en un bar, con buena compañía, buen ambiente y esas emociones que embargan de festividad.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  23. Hola Pilar. Cada personaje que desfila por el Mentirón es fiel reflejo de su profesión merced a sus rasgos particulares. Un local, por lo que se ve, habitual para rematar la jornada y tomarse un respiro hasta el siguiente día de trabajo. Una pena que lugares así vayan desapareciendo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  24. Hola María Pilar, me encanta leerte. Este relato esta super bien ambientado y me encantan los parroquianos. Me imagino las historias detrás de cada uno de ellos y creo que daría para una novela jejeje. Te felicito.

    ResponderEliminar
  25. Excelente participación Pilar, has ambientado muy bien el lugar y sus parroquianos.
    Un placer leerte.
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a...

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —...

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo ...

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso ...