Llega el otoño se quiebra la neblina y el sol inicia su poniente. Los rayos de sol reflejan su iris en las gotas de agua de las hojas y los charcos del suelo espejean todo su esplendor. La gama de verdes, dominante en otra época, se torna en una explosión de color y fuerza que da lugar a un abanico multicolor, es el álbum de la vida. Los castaños de indias motean sus hojas de almagre y los tilos del parque del Prado coronan ya de amarillo dorado, alternando con las pinceladas rojizas de los arces y el verde tardío de los fresnos. El suelo húmedo, salpicado con el ocre recién estrenado, va mostrando las huellas que se dejan al andar. La naturaleza se presenta con sus mejores galas otoñales con tantas historias que contar, que apetece sentarse en alguno de los troncos musgosos caídos y dejar que pasen las horas agudizando los sentidos a impresiones y sentimientos totalmente desconocidos en nuestra vida de urbanitas estresados.
Un blog de relatos