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La vida después de los atentados de los trenes en Madrid

A las ocho menos veinte, la vida de Araceli Cambronero salta por los aires. Viajaba en uno de los trenes malditos del 11 de marzo de Madrid. Había corrido mucho para entrar en el vagón y se quedó junto a la puerta en la estación de Entrevías. Cinco minutos apretados entre la masa de gente que llevaba el vagón y el tren llega a Atocha. Se abren las puertas, sale para dejar paso a los pasajeros y... "Salimos volando todos al suelo..." Es sólo una mujer a la que personas muy queridas que le hubieran llorado amargamente si hubiera muerto le han dado la espalda. Para ella hay un antes y un después, pero a pesar de que fue marcada a fuego, que sueña sin descanso con trenes vacíos, que le atormenta la pregunta "¿por qué yo sí salí y los demás no?", que se siente impregnada de un olor que nunca en la vida se va a poder quitar, es incapaz de ganar la partida al miedo y tomar cada día el mismo tren. En tratamiento psicológico desde entonces se sabe menos alegre, menos c

Liberación de los celos

Alexandro Pautasso No le des más vueltas El tiempo se agotó Voy a liberarme de lo nuestro Son tus celos mi amor Tú y tus celos sois multitud No os quiero, me voy Hoy te lo digo claro, No maldigas tu destino Es tu recelosa actuación No te quiero y no lo siento Me voy Encierra tu suerte bajo llave Que te vaya bien No le des más vueltas No voy a volver

El vaivén de la vida, crucigrama sin resolver

Verticales y horizontales entrelazas Crucigrama por resolver La primera palabra hermosa En perfecta sintonía con mujer Balanceándose columpio encaja Con azules cielos en vaivén Entre nubes de algodón se encuentra La vida cada amanecer Repique de campanas al vuelo Sedoso fuego recorre su piel Cuerdas y manos un  cruce enredado Pie descalzo en horizontal después El viento acaricia su rostro Entre párpados cerrados Gravita una cascada azabache ¿Dueño de su vida?, sin resolver © María Pilar

El espantapájaros

¡El espantapájaros! Recuerdos de infancia, aplausos infantiles, miradas temerosas. Los lugareños cachiporra en mano, hartos de que los intrusos visitantes alados les devorasen las frutas, decidieron declararles la guerra y no cejar hasta acabar con ellos o que pactasen una retirada en desbandada. El revoloteo, gorjeo y trinos, exasperaba aún más a los del bastón que enfurecidos arreciaban contra las alegres aves cantarinas. Éstas, cual imán, se sentían atraídas más y más por las rojas y carnosas cerezas. Reunidos en asamblea pequeños gorriones, negros tordos, coloridos petirrojos, cantarines canarios, camuflados mirlos y vencejos revoloteando, decidieron copiar el mimetismo del lugar y pasar desapercibidos ante el ojo humano. Con la tranquilidad y el silencio, los lugareños dormitaban la siesta, lo que era aprovechado por las ágiles y astutas aves para hacerse con el fruto. Al límite de su paciencia, los hombres crearon, cual dioses supremos, un ser a su imagen y semejanza, un ser

El abuelo cumple 90 años

El álbum de la vida Las huellas que se dejan al andar Como tejas viejas De aquella casa solariega Con tantas historias que contar. Cabello blanco, es recuerdo Un sin fin de vida Es el guardián de un tesoro De memoria y sabiduría