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La abuela

La abuela era una mujer de carácter, luchadora, perseverante y con un gran afán de superación. Sin duda, la mejor amazona de la comarca y montada en su caballo aparecía en cualquiera de sus fincas para vigilar el trabajo de los obreros. Lo que en un hombre se hubiera visto como normal, en ella chocaba: era mujer y ¡vaya mujer! No se sometió al papel de esposa sumisa que marcaban los cánones de la época.  Antes del nublado —los de la zona todavía hablan de antes del nublado como referencia temporal— estaba pletórica de salud y vida, salió de él envejecida y enferma. En su rostro, los ojos seguían brillando con tenacidad, pero en su corazón se había instalado la idea de descansar para siempre y no seguir viendo tanta calamidad. Con la humedad, ella, que nunca había estado enferma, empezó a sentirse mal, tosía mucho y tenía escalofríos. Se calentaba con piedras que habían acercado a la trébede. El ama de llaves musitaba un soniquete de oración para ahuyentar los malos espíritus. Envuel