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Encuentro en la fiesta

Le dijo a Sofía, su mujer, que trabajaría hasta tarde para terminar por fin el proyecto que se traía entre manos y poderlo entregar al día siguiente. La verdad es que le apetecía echar una cana al aire. En la fiesta de disfraces, se quitó el anillo de casado, lo metió en el bolsillo interior del chaleco de su esmoquin y ocultándose tras la máscara, se dispuso a disfrutar de la noche. Pronto puso los ojos sobre el más bello cuerpo de mujer que bailaba en aquel salón, con el morbo añadido de que sus gráciles movimientos le recordaban a su fiel esposa que en esos momentos disfrutaría de dulces sueños. Al quitarse las máscaras venecianas, ya en la habitación del hotel, el rostro impenetrable de su mujer, multiplicándose en un laberinto de espejos frente al tocador, lo dejó petrificado.