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Amor en el Museo

Tres bellísimas jóvenes rebosantes de carnal picardía muestran con gozo sus cuerpos desnudos. Las tres están conectadas entre sí a través de los brazos, el velo y, sobre todo, la mirada. Es justo la complicidad de sus miradas lo que da unidad al grupo. Bailan al ritmo de una divertida música que canta la lira de Orfeo y con la elegancia y gracia que irradian, nos están invitando a participar. La cascada de cabellos rubios que le cae a Áglae por la espalda tiene hechizado a Diego que las observa. Siente que adentra sus manos entra los rizos y percibe el cálido aroma que los envuelve. Tiembla excitado al contemplar la morbidez perlada de su cuerpo desnudo. Está pletórico y entona un soneto a la voluptuosidad  de su amada. Las tres chicas cuchichean. "Ahí lo tienes, encendido de pasión", le susurra Talia. Y hábil le baja el brazo para que luzca la frescura de su pecho con el pezón turgente. El fruición que experimenta Diego, intensifica su respiración y el sudor le