Tres bellísimas jóvenes rebosantes de carnal picardía muestran con gozo sus cuerpos desnudos. Las tres están conectadas entre sí a través de los brazos, el velo y, sobre todo, la mirada. Es justo la complicidad de sus miradas lo que da unidad al grupo. Bailan al ritmo de una divertida música que canta la lira de Orfeo y con la elegancia y gracia que irradian, nos están invitando a participar.
La cascada de cabellos rubios que le cae a Áglae por la espalda tiene hechizado a Diego que las observa. Siente que adentra sus manos entra los rizos y percibe el cálido aroma que los envuelve. Tiembla excitado al contemplar la morbidez perlada de su cuerpo desnudo. Está pletórico y entona un soneto a la voluptuosidad de su amada.
Las tres chicas cuchichean. "Ahí lo tienes, encendido de pasión", le susurra Talia. Y hábil le baja el brazo para que luzca la frescura de su pecho con el pezón turgente.
El fruición que experimenta Diego, intensifica su respiración y el sudor le cubre la frente.
Áglae aparenta seguir el juego de sus compañeras, pero le quema el roce de esas pupilas negras que acarician la suavidad de su piel y su efecto electrizante le recorre encendido en deseo. Su fogosa voz la estremece: "Ser viento que despeine tu melena, ser sol para provocarte un guiño, feliz penado si fueras mi condena."
Las muchachas ríen de forma jocosa.
A la deslumbrante Áglae el brillo de sus ojos la delata, desea corresponderlo. Colocada de perfil, se gira con un movimiento sensual para mostrarse seductora. Se siente mujer ardiente, ávida de placer. Anhela correr jadeante a una cita secreta, perderse en sus brazos y probar de sus labios la fruta prohibida.
El fuego sordo y oculto que los consume sonroja la moral de Don Faustino. Él nunca fue un fauno que corriera tras las ninfas como este poeta. No entiende esta locura de amor, aunque algo le recuerda sus tiempos mozos cuando la sangre le ardía en las venas. Aplacados los rigores de juventud, ¡qué sabe él de los placeres de la pasión! Carraspea. Se planta ante el visitante y le señala la hora.
Mucho se teme que este joven poeta de cabellos negros y porte aventurero esté embrujado. Oye el sonido de un beso procedente del cuadro y el poeta responde con un guiño cómplice a su amada.
Don Faustino —que Dios lo perdone— cruza los dedos.
La cascada de cabellos rubios que le cae a Áglae por la espalda tiene hechizado a Diego que las observa. Siente que adentra sus manos entra los rizos y percibe el cálido aroma que los envuelve. Tiembla excitado al contemplar la morbidez perlada de su cuerpo desnudo. Está pletórico y entona un soneto a la voluptuosidad de su amada.
Las tres chicas cuchichean. "Ahí lo tienes, encendido de pasión", le susurra Talia. Y hábil le baja el brazo para que luzca la frescura de su pecho con el pezón turgente.
El fruición que experimenta Diego, intensifica su respiración y el sudor le cubre la frente.
Áglae aparenta seguir el juego de sus compañeras, pero le quema el roce de esas pupilas negras que acarician la suavidad de su piel y su efecto electrizante le recorre encendido en deseo. Su fogosa voz la estremece: "Ser viento que despeine tu melena, ser sol para provocarte un guiño, feliz penado si fueras mi condena."
Las muchachas ríen de forma jocosa.
A la deslumbrante Áglae el brillo de sus ojos la delata, desea corresponderlo. Colocada de perfil, se gira con un movimiento sensual para mostrarse seductora. Se siente mujer ardiente, ávida de placer. Anhela correr jadeante a una cita secreta, perderse en sus brazos y probar de sus labios la fruta prohibida.
El fuego sordo y oculto que los consume sonroja la moral de Don Faustino. Él nunca fue un fauno que corriera tras las ninfas como este poeta. No entiende esta locura de amor, aunque algo le recuerda sus tiempos mozos cuando la sangre le ardía en las venas. Aplacados los rigores de juventud, ¡qué sabe él de los placeres de la pasión! Carraspea. Se planta ante el visitante y le señala la hora.
Mucho se teme que este joven poeta de cabellos negros y porte aventurero esté embrujado. Oye el sonido de un beso procedente del cuadro y el poeta responde con un guiño cómplice a su amada.
Don Faustino —que Dios lo perdone— cruza los dedos.
Aquí os dejo un nuevo relato que espero os guste.
ResponderEliminarCon todo mi cariño :)
Me encanta cómo has hilvanado el relato con la pintura de Rubens. Resulta fresco, culto, didáctico, tierno y simpático al compás.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Pues te ha quedado de lo más redondo.
ResponderEliminarFelicidades!!!
Un relato bien servido, podría trocarse en leyenda como las que respiran en el museo. Saltibrincos
ResponderEliminarHola María Pilar, preciosoooooooooooooooooo. Te ha quedado un relato picarón, cargado de sensualidad de las tres damas qeu coquetean ante la presencia de otros ojos. Me ha encantado como has descrito el cuadro metiendo a terceras personas. Todo un lujo habe leído el texto tan descriptivo de esta obra de arte.
ResponderEliminarSaludos y abrazos
No pocas veces sucede esta magnética atracción entre personajes tan, aparentemente, diferentes. Enamorarse de la belleza y que ésta se percate de ello es un sentimiento de plenitud memorable e inmortal. La imaginación de autor y receptor se funden en una única apreciación de la pícara y coquetuela Áglae, mientras se prestan las tres a derramar sobre su enamorado la Gracia de donde surgen. La excitación del poeta, impenitente admirador y mortal enamorado de los suaves movimientos que se entrevén cuando se fija la mirada en pelo, pechos o traviesa y descarada sonrisa, será la luz que le guíe cuando narre su eterno amor. Un relato espléndido.
ResponderEliminarUn cariñoso y gran abrazo, querida María Pilar.
Enjtrelazado y oculto pero asomandose travieso a la trama de tu relato, el cuadro de Rubens y estas tus Gracias nos enganchan como sólo tú lo sabes hilvanar..Muy bueno, me encanta..!! Abrazos
ResponderEliminarTe ha quedado ¡genial! abrazo
ResponderEliminarBueno Pilar,sólo puedo decir,bravo!!perfecto!!.Eres genial chiquilla,escribes de maravilla.
ResponderEliminarMuchos besos y miles de gracias:)
...y es que hay tantas formas de ver un cuadro.
ResponderEliminarMuy original.
Un saludo.
Chapó María Pilar nos has dejado un gran relato alrededor de esa gran obra de Rubens y es que el amor puede traspasar lienzos.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo
Precioso, y "perdón", pero que no me entere yo, de que esos culos pasan hambre..
ResponderEliminarBesos Pilar.
Encantador tu relato, Pilar!!
ResponderEliminarComo el cuadro de Rubens....
Genial !!!
Besos!
Lau.
Qué maravilla, Pilar...le diste vida al cuadro y creaste dos mundos paralelos...El diálogo de las jóvenes es genial y ese poeta, que se traslada en el tiempo y les hace un guiño...nos deja impresionados, como al guardíán del museo, que se santigua...Mi felicitación por tu imaginación y talento al abrirnos la puerta del cuadro y ser partícipes de ese momento mágico, entre los enamorados, y devolvernos a la realidad con una naturalidad admirable...Mi abrazo y mi cariño, Pilar.
ResponderEliminarM.Jesús
Uy me ha encantado esta historia la magia se siente entre tus letras . Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarFaustino elige a su gracia, una mujer de verdad aunque sea de pintura.
ResponderEliminarUna de ellas murió muy pronto y llevaba en su pecho la señal. ¡Pobre Gracia!
Tienes la capacidad de leer en imágenes, María Pilar. No a interpretar un gesto o un cuerpo, como cuando vemos un símbolo en un paisaje o una torre a lo lejos, sino a leer literalmente en imágenes.
ResponderEliminarComo sabrás, esta disciplina se llama el arte de la memoria y la inventaron los griegos en los tiempos de Homero, cuando se vieron en la necesidad de recordar grandes cantidades de texto que no podían inscribir en la piedra. Una disciplina que es conveniente tener en cuenta cuando se entra en un museo de pintura. Se trata de la más fabulosa construcción mnemotécnica inventada por el hombre y que sirvió durante siglos para recordar desde conocimientos científicos hasta situaciones humanas o relatos literarios, y que consiste, en grandes rasgos, en asociar imágenes, paisajes, estatuas o cuerpos humanos a mensajes y saberes que después solo podrían ser recuperados y reproducidos por la élite que conociera ese código.
Un cariñoso abrazo.
Los museos encierran tantas historias... solo hay que acudir a ellos para rescatarlas, pero no es tan sencillo reconocerlas como tu lo haces.
ResponderEliminarSaludos!
¡Ay esos cruces de miradas y versos! ¡esos amores imposibles!
ResponderEliminarUna maravilla de relato María Pilar.
Besos
Buenisimo !!!!!!!!!!
ResponderEliminarY que figuras esas si que no comen light
Cariños
Redondo como los cuerpos.
ResponderEliminarY hay quien se aburre en los museos.
ResponderEliminarUn beso
Muy bueno, excelente.
ResponderEliminarBesos María Pilar
También servirías para profesora de arte, María Pilar. Y de prosa poética.
ResponderEliminarMuy bonito.
Un abrazo.
Pienso que el autor pinta un sentimiento, quien observa le pone el suyo propio y puede ser en un detalle más que en el objetivo principal...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esa visión enamorada de Las tres Gracias de Rubens
Un abrazo
Me ha gustado y mucho, esa Poesía en prosa, con la que has acompañado a las Tres Gracias.
ResponderEliminarUn Saludo, manolo
Querida María Pilar, acabo de enviarte un mensaje que no sé si has recibido. Si no es así, te ruego que me lo indiques en el mail que se encuentra en "Mi perfil" en mi blog.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida María Pilar.
Como dice Karima tienes la capacidad de leer en imágenes, y transmitir...
ResponderEliminarBello relato María Pilar. No siendo de pintura, he de reconocer que visitar un museo de tu mano tiene que ser una experiencia única. Un percibir distinto.
Un abrazo.
Hola María Pilar, buenas noches,
ResponderEliminarme iba a detener en la obra en si, pero la inventiva reflejada en tu escrito ha dejado sin chances a que ésta fuese el eje de mi comentario....
excelente entrada...
siempre tienes un final diferente al que uno se está imaginando =)
Te deseo un maravilloso fin de semana
un cálido abrazo
Guau, has manejado las palabras con una habilidad y frescura tremendas... Me encanta el relato, amiga. Has jugado de modo increible con las palabras
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Te quedó ¡súper!
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Olá meus amigos, como é maravilhoso encontrar sites com este seu. Parabéns pelo belo trabalho, já estou seguindo.
ResponderEliminarAproveitando a oportunidade gostaria de compartilhar com você nosso
blog. Ficaremos felizes por vossa visita e mais ainda se seguir-nos.
AGUARDAMOS SUA VISITA
Atenciosamente
Josiel Dias
http://josiel-dias.blogspot.com
Rio de Janeiro
Don Faustino necesita jubilarse y dedicarse a la petanca.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, María Pilar.
ResponderEliminar¡Qué picaronas te salieron las tres! Me gusta la lectura que hiciste del cuadro, la simpatía del texto y el modo de narrar que tienes.
Todo junto merece un pleno. Genia.
Un besazo.
Yo creo que Don Diego, Dentro de su fascinación, tiene un punto de que al saberse observado se sabe descubierto y ruborizado. Le ahoga la picardía y la risa fácil con que las tres mujeres se muestran burlescas de su debilidad; y busca esa mirada de comprensión en Áglae ...Quién sabe igual el género las hace iguales y su inocente picardía no es más que una daga envenenada para hacernos ver lo inferiores que somos los hombres.
ResponderEliminarQué buen relato!!!
La imaginación es muy poderosa y máxime la picardía, :)
ResponderEliminarEstá claro que hay una relación muy viva entre los dos protagonistas.
Magnífico relato querida Pilar.
Besarkada bat!!
Me has hecho pensar en las cosas que habrán dicho de mí cuando me pierdo en una pintura o en un libro... Pero dejémonos de autorreferencias, el texto es picaresco y fresco, con una gran dosis de Arte sobre Arte. Muy bien escrito.
ResponderEliminarUn beso grande.
HD
Muchas gracias a todos por los magníficos comentarios que me habéis dejado. Abrazo grande y feliz fin de semana que ya está cerca.
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