Me encontré entonces, en medio de aquel océano amarrada a tu sombra para acallar mi rebeldía. Me ataste a ti con las cadenas de tu amor posesivo. Era lo que más querías y me esclavizabas, ponías el mundo a mis pies y solo me permitías esta jaula. Yo quería ser feliz, con derecho a equivocarme, pero ser feliz.
El día que me creíste segura y me diste la espalda, fue mi día; bueno, mi gran noche.
Alegre zarpaste a recorrer las profundidades del mundo oceánico que tanto te gustaba y yo a los brazos del marinero de ojos azules que me estaba esperando. Aprendí a vivir esquivando tu mano férrea y todas las noches, transformada en una mujer nueva, desaparecía para volver antes del amanecer.
Hasta que una noche, el alba se vislumbraba en el horizonte. Con los zapatos de tacón en la mano, la blusa verde de seda desabrochada, las finas medias con agujeros y el recogido de mi peinado cayendo en guedejas, corría y corría pero las piernas me flaqueaban. Si la luz me iluminaba estaba perdida.
Tiré los zapatos, me despojé de la ropa y empecé a correr para no ahogarme en aquella pena, pero no lo logré. Caí derrotada en la arena. Mientras la sequedad de mi cuerpo se agrietaba por el sol, mi pensamiento voló a las horas de pasión con el guapo marinero que me había cambiado la vida. Me dejé llevar por la nostalgia de la emoción y el cariño que había encontrado en sus brazos creyendo que era el final de mi vida.
̶ Abuelo, mira, produce destellos de colores.
̶ ¡Cáspita! Si es una… no, no puede ser. ¡Está viva! Trae agua con tu cubo para que no se roce con la arena. La llevaremos rodando hasta el océano.
Cuando el agua la cubrió la Sirena se sumergió con una rapidez vertiginosa desprendiendo una cegadora luz blanca. Encandilados quedaron abuelo y nieto al oír su dulce canto agradeciéndoles la vida.
El día que me creíste segura y me diste la espalda, fue mi día; bueno, mi gran noche.
Alegre zarpaste a recorrer las profundidades del mundo oceánico que tanto te gustaba y yo a los brazos del marinero de ojos azules que me estaba esperando. Aprendí a vivir esquivando tu mano férrea y todas las noches, transformada en una mujer nueva, desaparecía para volver antes del amanecer.
Hasta que una noche, el alba se vislumbraba en el horizonte. Con los zapatos de tacón en la mano, la blusa verde de seda desabrochada, las finas medias con agujeros y el recogido de mi peinado cayendo en guedejas, corría y corría pero las piernas me flaqueaban. Si la luz me iluminaba estaba perdida.
Tiré los zapatos, me despojé de la ropa y empecé a correr para no ahogarme en aquella pena, pero no lo logré. Caí derrotada en la arena. Mientras la sequedad de mi cuerpo se agrietaba por el sol, mi pensamiento voló a las horas de pasión con el guapo marinero que me había cambiado la vida. Me dejé llevar por la nostalgia de la emoción y el cariño que había encontrado en sus brazos creyendo que era el final de mi vida.
̶ Abuelo, mira, produce destellos de colores.
̶ ¡Cáspita! Si es una… no, no puede ser. ¡Está viva! Trae agua con tu cubo para que no se roce con la arena. La llevaremos rodando hasta el océano.
Cuando el agua la cubrió la Sirena se sumergió con una rapidez vertiginosa desprendiendo una cegadora luz blanca. Encandilados quedaron abuelo y nieto al oír su dulce canto agradeciéndoles la vida.
Y cuentan los más viejos del lugar que cada noche de luna llena se ve a la sirena y su marinero bailando en la playa, amándose.
ResponderEliminarBesos playeros.
Mi cariñoso saludo a tod@s los que paséis por aquí. Si os animáis a escribir un comentario y no aparece enseguida, no os preocupéis, tengo puesta la moderación de comentarios que ya sabéis que se está aconsejando.
ResponderEliminarBesos para todos :)
Siguiendo la frase, nos introduces en una historia fascinante. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Es bellísimo María Pilar... una verdadera joya.
ResponderEliminarAbrazanís!!
Me encantó!!!!!
ResponderEliminarabrazos
Uy que linda historia diferente y muy tierna . Te mando un abrazo
ResponderEliminary no solo lo cuentan... los más viejos, se siente la brisa que el mar lleva, el amor de los que se aman... y todos los que sus pies asoman a las olas del mar, del embrujo del sentimiento su alma prendida quedan...
ResponderEliminar¡Las sirenas existen! Maravillosa noticia.
ResponderEliminarBeso María Pilar
¡¡Me encantó!!
ResponderEliminarBesos
Muy sugerente relato. Me ha gustado. Bss
ResponderEliminarHistorias de sirenas siempre encandilan. Un abrazo
ResponderEliminarHola María Pilar. ¡¡Qué texto más precioso!!
ResponderEliminarA veces esto también surge en la vida real. Estamos tan pendientes de caer bien, de hacer las cosas bien, que olvidamos ser felices por satisfacer a los demás. Hasta que nos damos cuenta y abrimos los ojos, y dejamos de ser esa persona que satisface a todo el mundo y que está por ser agradable a todos aunque no lo sienta. En cuanto dejamos esto y somos nosotros mismos sin importarnos el qué dirán, nos liberamos y comenzamos a ser felices como la sirena. Me ha encantado.
Saludos y abrazos
Pilar, nos dejas una historia preciosa entre la leyenda y la realidad...Todas hemos sido sirenas y princesas alguna vez, hemos vivido sueños y utopías, que nos esclavizaban y nos devolvían la vida...Poco a poco vamos aprendiendo, que lo mejor de todo es sentirse libre con los sentimientos y vivir con intensidad cada instante, porque la vida escapa muy deprisa y merece la pena vivirla.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu magnífica inspiración y tu sensibilidad, Pilar.
M.Jesús
Muy bonito relato, Pilar. Gracias
ResponderEliminarHola María Pilar, cada vez que te leo, me dejas sorprendida ¡Pero qué bien que escribes!
ResponderEliminarTe felicito de verdad, no digo más.
Un gran abrazo
Sor.Cecilia
Me encontré entonces, en medio de aquel océano y descubrí que el estar sola conmigo misma mirando el azul de las agua, me daba fuerza para intentar caminar hacia mi propia libertad.
ResponderEliminarBesos
El relato es fantástico; dejas la imaginación en una nube y se siente uno volar y libre como un pájaro: te felicito
ResponderEliminarBesos Pilar.
Ya Ulises lo sabía "no puede uno fiarse de cantos de sirena".
ResponderEliminarPreciosa historia.
Me ha encantado tu relato sobre esa Sirena que pretende ser Libre y nada a través de sus sueños hasta la arena de la Utopía, salpicando añoranzas y aleteando esperanzas...Precioso.
ResponderEliminarAbrazos y Besines.
Bellísimo relato, Pilar!!
ResponderEliminarEncandilada quedé yo con tu hermosa historia y tus letras!!
Cariños!
Lau.
Qué lindo y romántico el texto... poner el mundo a sus piés, qué bonito suena eso.
ResponderEliminarUn beso.
Me hacen vibrar la emoción los relatos de sirenas. Has hecho tintinear la magia del mar.
ResponderEliminarBesos.
Precioso, amiga... Un cuento precioso para esa bella ilustracion... Un trabajo de cine...
ResponderEliminarSobre los comentarios, yo puse que no admitia comentarios anonimos y se acabo, al menos de momento, el problema de las gentes que introducen spam y otras cosas peores
Un abrazo fuerte
Cáspita!!!
ResponderEliminarHacía tiempo que no leía la palabra "encandilado".
Mira que es bonita eh...
Besos.
Bonita historia, real como la vida. De profundo significado...
ResponderEliminarSí, se capta ese fondo humano que tinta el relato.
Un gran abrazo María.
Un relato precioso María Pilar, lleno de ternura e ilusión. Me gusta, saludos!!
ResponderEliminarHola Pilar,sólo paso a saludarte,por que mi tiempo no me da para mas.
ResponderEliminarPero no quería pasar y no saludar.
Besos:):)
ResponderEliminarEs precioso María Pilar, tiene el encanto del mito, pero también tiene encerrado el deseo de ser feliz y querer vivir, lo que por mucho que le quieran, le niegan. Precioso canto a la vida.
Besos apretaos
Admiro tu ingenio.
ResponderEliminarSiguiendo la frase, me has hecho pasar un rato muy entretenido mientras lo estaba leyendo.¡Muy bonito!
Te mando cariños y mis deseos de que disfrutes de un buen fin de semana.
Kasioles
Un relato tan bello como el mar. La luz es tan sugerente para la protagonista como importante su deseo de ser feliz y poder disfrutar de una vida plena, noche y día. Recojo tu guante.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida María Pilar.
¡¡Una dobel vida!! ¿quien no sueña con escapar de las cadenas que nos atan?
ResponderEliminarTu sirena tiene el valor de hacerlo incluso con el riesgo de perderlo todo. Menos mal que en este caso tuvo quien se apiadó de ella.
Un relato muy bello y muy bien narrado.
Besos
Empecé a leer y, cómo no reconocerse en esas ansias de libertad cuando el corazón late con fuerza por la ilusión y las circunstancias te impiden vivirla...
ResponderEliminarEl final algo mágico, no se espera y te deja una sonrisa tierna.
Besitos
... Y descubrí tu cuerpo detrás de las olas...
ResponderEliminarhermoso.
abrazos
carlos
Hay amores que encadenan y otros que te hacen feliz. Y lo mismo da que seas una sirena que una cajera de supermercado, :)
ResponderEliminarMuxus.
Me ha encantado, gracias.
ResponderEliminarPreciosa historia de liberación. Hay amores que matan. No se puede llamar amor querer tanto que te ahoguen. Solo cuando se respeta respetando la libertad del otro se puede llamar amor.
ResponderEliminarBss
Hoy llego muy tarde y ya ves a qué horas. Leídos también los comentarios, ya sólo me queda firmar debajo. Precioso relato.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Mi saludo y mi cariño junto con mi agradeciminto por vuestras generosas aportaciones.
ResponderEliminar¡Sois los mejores!