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Siempre estarás conmigo

  Desde mi nacimiento me condenan a esa marginación social donde cualquier intento de superación queda empañado por el desprecio de unos y la indiferencia de todos. Hija de madre retrasada y padre desconocido, algunos parecen disfrutar insultándome. Malas lenguas que resbalan y caen al barro.   Al salir del colegio, entre el jolgorio de los niños, madre me espera. No escucho su risa porque no sabe reír, ni las palabras de acogida que no sabe pronunciar, me bastan sus brazos acogedores para proporcionarme el sosiego que necesito. Entonces, la huelo; es el olor a madre. Esa madre que me presta los ojos con los que aprendo a moverme y me dice que los míos son azul cielo.   —¿Cómo es el color azul, mamá?   —Es la lluvia cuando nos moja el pelo y la cara.   En casa todo está en orden para que yo no me pierda, y cuando madre cierra las contraventanas, es la hora de acostarnos en el único catre que tenemos. Hecha un ovillo junto a su cuerpo tibio, los sonidos de la noche arrullan mi sueño.