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El fantasma de la Brígida

En el aniversario del Señorito, el fantasma de la Brígida deja Treviño cuando el ganado sale a la aguada. Siempre fue pobre, y fea sin consolación, nunca honrada, por lo que le toca arrastrarse como alma en pena.  Eso es lo que quiere ajustar con él, que la libere de las cadenas del título de deshonrada que le impuso para toda la eternidad. ¿Padre antes que escritor? Así lo siente, por muy serio que se ponga. ¿Acaso no la engendró en su imaginación? Y siempre ha tenido la percepción de su debilidad por ella. Una cosa es ser querindonga de un maese Guasón que la pegaba para disfrutar contándole los cardenales y otra, cargar con el sambenito en el más allá.  Divisa Vitoria, puro resplandor. Al acceder al parque de la Florida, se topa con su figura en el pedestal. Murió tan joven que no pudo ordenar sus papeles y ella salió perjudicada. Sabe que lleva rato con la mirada levantada del libro que tiene en las manos, atisbando su llegada. Al verla, se baja del podio de un salto, y ella lo sig