En este país de vaivenes pendulares rápidamente cambiamos el chip, preparamos la maleta y nos vestimos el traje de emigrante. Tal vez el péndulo esté insertado en el corazón de la naturaleza de este pueblo como algo que se lleva grabado a sangre y fuego en la cadena genética. Cuando vienen mal dadas, para regresar al punto de partida, se abre en nuestra mente social la puerta de la emigración como única salida en la vida. Quizá sólo así se logre encontrar el camino de vuelta a casa. Nació en primavera al comienzo de la posguerra española. Era un momento de ilusión y de esperanza en el porvenir una vez terminada la guerra. Desconocían lo larga y brutal que les sería esa etapa. Manuel a los 12 años empezó a ir al campo con su padre. Así aprendió la dureza de este trabajo cuando, soportando las inclemencias del tiempo, no se contaba con más recursos que la fuerza física y un par de mulas. La escuela pasó a un segundo plano y acudía cuando las faenas del campo se lo permitían.
Un blog de relatos