En este país de vaivenes pendulares rápidamente cambiamos el chip, preparamos la maleta y nos vestimos el traje de emigrante. Tal vez el péndulo esté insertado en el corazón de la naturaleza de este pueblo como algo que se lleva grabado a sangre y fuego en la cadena genética. Cuando vienen mal dadas, para regresar al punto de partida, se abre en nuestra mente social la puerta de la emigración como única salida en la vida. Quizá sólo así se logre encontrar el camino de vuelta a casa.
Nació en primavera al comienzo de la posguerra española. Era un momento de ilusión y de esperanza en el porvenir una vez terminada la guerra. Desconocían lo larga y brutal que les sería esa etapa.
Manuel a los 12 años empezó a ir al campo con su padre. Así aprendió la dureza de este trabajo cuando, soportando las inclemencias del tiempo, no se contaba con más recursos que la fuerza física y un par de mulas.
La escuela pasó a un segundo plano y acudía cuando las faenas del campo se lo permitían. En su memoria no hay recuerdos de haber sido hijo solo alguna vez, por muy atrás que vuele buscando sus recuerdos, siempre se ve rodeado de hermanos más pequeños a los que había que atender.
Vivían en una casa de pueblo que, unida a las demás, se apretaban en hilera marcando la línea de la carretera. Comparada con los pisos de hoy en día, era enorme, pero nunca fue lo suficiente grande para dar cobijo a toda la familia y los espacios se tenían que compartir.
Lo único que conservó fue su pequeña alcoba, sin ventana a la calle, por la que nunca tuvo que pelear, derechos adquiridos de hermano mayor.
De joven, más bien adolescente prematuro, aprendió a cortar leña en el monte y a formar la barda para el invierno. También, a elaborar el vino de la bodega tras la vendimia como hacían los hombres del pueblo. Y como joven que era, sabía esquivar a la guardia civil tras el robo de alguna gallina para merendar con los amigos, bailar con las chicas del pueblo y disputar por alguna ante el forastero. Uno más entre los de su grupo de amigos, integrado, fuerte, querido y por momentos temido cuando de pelear se trataba.
Más tarde, solo en su alcoba, sentía un grito interior que le desgarraba el alma: «¡Qué estás haciendo con tu vida!». Otras tierras lo requerían más allá del horizonte de su pueblo, un porvenir liberador. Cuando se levantaba de la cama, la realidad se le imponía cargada de oscuridades, sentimientos de culpa y miedo a plantar cara a los suyos que tanto lo necesitaban. En esa dualidad se sentía atrapado.
Solo una orden le obligó a reaccionar, debía incorporarse al servicio militar. «Ahora o nunca», se dijo. Y con el corazón que se le salía del pecho, se atrevó a pronunciar las palabras pensadas durante tanto tiempo.
El día antes, no quiso festejar su marcha con los amigos, necesitaba rumiar su soledad empezando a sentir la distancia. De vez en cuando, unos ladridos quejumbrosos, que él conocía muy bien, lo reclamaban. Se mantuvo con el corazón encogido. Vagó por los alrededores del pueblo, espacios que conocía al dedillo, hasta que sus pasos lo llevaron al alto del Cerrillo. Subiendo la ladera, aturdido por el olor de las plantas aromáticas, se encontró en la cima con el árbol solitario. Apoyado en su tronco, contempló el último y sobrecogedor atardecer de su pueblo. Era lo que tantas veces había visto, pero al apreciarlo con nuevos ojos, la instantánea se le quedó grabada como un pálpito congelado. El espacio que hasta ese día había sido su casa empezaba a dejar de serlo.
El sueño no quiso sobrevenirle aquella noche para espantar el miedo a lo desconocido. Las esquilas de las ovejas traspasaban el silencio de la noche y el ladrido de algún perro se oía en la lejanía. La presión en el estómago se hacía cada vez más fuerte y los recuerdos se le agolpaban. Cuando presintió las primeras luces del alba, ojeroso y con su abundante cabello peinado hacia atrás que le prestaba un aire de adulto, en compañía de una maleta de cartón llena de ilusiones y esperanzas, abandonó la casa sin mirar atrás. Embargado por la emoción, temía encontrarse con los ojos llorosos de la madre que desde la puerta de casa lo seguían apesadumbrados, en silencio.
Hacia tiempo que nadie hablaba del servicio militar y ayer una vez y hoy otra. No se si queremos volver atrás porque añoramos los tiempos o la edad que teníamos. Puede que esta inseguridad de hoy nos haga mirar al pasado. Te leo y me parece estar viendo una película en blanco y negro.
ResponderEliminarEn mi caso el pasado fue feliz, lleno de risas, y sigo saltando y brincando
Veo que tienes Captcha y no podré volver a dejarte mis comentarios. Podré leerte, eso si.
Ester, todas las fotos que he visto de la España de la posguerra están en blanco y negro lo que no quita que algunos niños como tú dices vivieran una infancia feliz.
ResponderEliminarCaptcha no tengo en los comentarios por eso no sé por qué a ti te ha salido.
Gracias por leerme. Un abrazo:)
Las infancias por mas duras que hayan sido tienen muchas sonrisas de recuerdo las que van desapareciendo cuando se va creciendo y empieza a formar parte de la realidad.
ResponderEliminarMuy buen escrito lleno de imágenes.
Saludos
Esos Recuerdos de momentos e ilusiones marcadas por una época.
ResponderEliminarUn abrazo.
la MaLquEridA no hay más que ver a un adulto contemplando la sonrisa de un niño; cuando piensa que nadie lo mira sonríe tiernamente y si se da cuenta cambia el rictus.
ResponderEliminarLa vida va cambiando la expresión de las personas.
Un saludo:)
Pedro Luis López Pérez, recuerdos que parece vuelven a la realidad del presente.
ResponderEliminarUn abrazo:)
Suspiro ante tus letras.
ResponderEliminarMi pais conformado por oleadas de inmigrantes desde sus comienzos, ha vivido y vive sentires diversos.
Luego fuimos nosotros los que tuvimos que buscar nuevos horizontes.
Cosas de la vida.
Gratisimo leerte
Cariños
Abuela Ciber gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn abrazo:)
Todo el relato puede ser una realidad en cualquier pueblo de mi Galicia natal , parece que estás contando la historia de cualquiera de mis ocho tíos por parte materna, creo que pensaban así y así hicieron.
ResponderEliminarMe gusta como cuentas las cosas. Parecen hechos de vida o revisiones de la vida real.
Besos.
andré de ártabro me alegro que te guste.
ResponderEliminarUn abrazo:)
Me emocionó, me siento bastante identificada (aunque la época sea otra) con el texto, sé lo que sentía el protagonista a la perfección...
ResponderEliminarUn besito
Qué bien contado, María Pilar. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos.
bien. el amigo macondo me develo un misterio que me tenía bastante molesto. Tu nombre. Me era raro decirte hola mp ¿qué viene a ser? ¿Mariposa? María paula? marsopa? bueno
ResponderEliminarel misterio revelado
y lo otro quequeria decirte de tu bello texto es que
para mi
todo es pendular
la constitución del mundo y de la vida es pendular
todo oscila
de un polo al otro
el equilibrio es el reposo
cualquier equilibrio se puede cambiar, presionando uno de loslados
agregando algo, una motivación, un grano de arroz, un deseo, un poco de sal.
eso
quería decirte
maria
Me ha encantado!! Qué bien escrito y descrito!! Me sentí identificada con el protagonista, aunque nunca he vivio esa circunstancia.
ResponderEliminarun abraXo!
Muy bonito este texto. Tocar. Buenos pensamientos en el fin de semana!
ResponderEliminarMuchos de nuestros padres han vivido situaciones parecidas, lo triste es que a estas alturas, cuando creimos que era una etapa superadas, sus hijos o nietos tienen que emprender su mismo camino, en otras condiciones, no te digo que no, pero sigue resultando triste.
ResponderEliminarBesitos
Eva Letzy yo me imagino que todos los que tienen que salir de su país, aunque sea lo que han decidido, tienen que romper lazos afectivos...
ResponderEliminarFeliz fin de semana Eva:)
Macondo, gracias por tu comentario y parece que a Garriga le has sacado de un dilema.
ResponderEliminarFeliz fin de semana:)
Garriga una vez resuelto el problema de mi nombre, también pienso que en la vida no se avanza en línea recta, todo es pendular; solo que a veces el péndulo se va de un extremo hasta el otro en poco tiempo y nos sentimos como en una noria, tardas en ubicarte de nuevo.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo:)
Marilyn Recio me alegro que haya podido expresar lo que quería, tantas veces lo intentamos...
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo:)
Cristian Lisandru gracias por tus palabras.
ResponderEliminarFeliz fin de semana:)
Inmagina (Territorio sin dueño) parece que la historia se repite, este pensamiento fue el que me dio la idea de escribir la entrada.
ResponderEliminarFeliz fin de semana :)
Muy bien narrado y la verdad que me he quedado helada porque es un tema, el de la emigración,que me conmueve y las emociones se juntan.
ResponderEliminarEs una ruptura, pero también una apertura cuando te sientes asfixiada.
Besos, m.p.
ohma bonita reflexión la tuya.
ResponderEliminarBesos^^
Estoy en la línea de Ohma. Veo ruptura y veo un nuevo comienzo.
ResponderEliminarOye, ¡qué bien lo has contado!
Muchas felicitaciones y muchos besazos.
Towanda es un tema del ayer y del hoy, ruptura y comienzo, puertas que se cierran y otras que se abren.
ResponderEliminarGracias y feliz fin de semana :)
Es verdad, la historia se repite una y otra vez siempre buscando sobrevivir, yo creo que, en el fondo, seguimos siendo nómadas. Besicos.
ResponderEliminar-Me gusta tu blog y te seguiré, pero en Facebook me dí de baja porque me agobiaba y no sé si hay otra forma de seguirte desde mi blog-
ResponderEliminartrimbolera, gracias por tus comentarios. El widget de los seguidores lo tengo al final de la página del blog. Bienvenida, todo tuyo :)
ResponderEliminareste texto es casi radiográfico en la realidad, acá llegan todos los días miles de inmigrantes buscando un futuro
ResponderEliminarantes íbamos nosotros a Europa, ahora son ustedes los españoles los que cruzan el Océano a nuestra América morena
abrazos y feliz semana
Lichazul por eso digo que la vida es un péndulo. Um vaivén de vértigo.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Y así fue, así lo experimentaron antes familiares, yo misma y lo siguen viviendo miles de personas a diario en su carne. Unos con maleta y otros sin ella. Buscando esperanzas e una vida mejor.
ResponderEliminarImpecable tu radiografía de la realidad.
Bss y feliz semana
La infancia sigue siendo dura en mi país, los niños siguen trabajando en el campo, cortando leña y sembrando la tierra, pero volviendo Pili a tu relato,que es tan real, del pasado y del presente, es de quebrar a las personas enfrentarse a lo completamente desconocido, dejar familia, y país, en busaca de otras oportunidades, que no tienes ni idea si te serán más o menos adversas, o sí algún día regresaras, o volverás a ver tu familia, un fuerte y especial abrazo, TQM
ResponderEliminarKaty gracias Katy por tu comentario.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Sí SOLO DE INTERES, ese romper con todos los lazos afectivos y enfrentarte sin agarres a lo desconocido creo que tiene que ser muy duro para toda persona sea de donde sea.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Un post muy interesante ...
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario
Aan hermosa semana para ti.
Saludos.
Un saludo Mari@ y feliz semana para ti también :)
ResponderEliminarNuevos tiempos, viejas incertidumbres. Qué bien relatado ese momento.
ResponderEliminarEs un bello relato el tuyo, compañera, de esos que tocan fibras muy sensibles por aquí dentro... En unas mismas líneas he evocado a mi suegro, a mi padre y al Jesús que fuí en otra época... Me ha recordado tu relato a el Mochuelo, el protagonista de la obra de Miguel Delibes titulada "El Camino", y que transcurre durante la noche antes de ir a la ciudad a estudiar de un chaval de pueblo...
ResponderEliminarPrecioso, cielo. Es un placer leerte.
Me ha gustado mucho tu relato, la verdad es que es dura algunas veces la vida.
ResponderEliminarUn beso.
Pedro Ojeda Escudero esa ha dio mi intención al escribir este post, nuevos tiempos son los que vivimos, pero el futuro cargado de incertidumbres nos lleva a pensar que no nos separa tanto de las que se vivieron en el pasado.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Jesús Tadeo Sila conozco la obra de Delibes, pero ni por asomo se me ocurrió pensar en ella cuando escribí este relato, que te la haya recordado me enorgullece salvando las distancias claro, Delibes es uno de los GRANDES.
ResponderEliminarUn abrazo :)
María la vida es dura y parece que de día en día se nos pone más y no se ve el camino de retorno, lo que está influyendo en el ánimo de la gente.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Procedo de una familia de inmigrante, y yo tambien lo soy al desplazarme a trabajar donde mejor oferta me hacen...Tu relato fiel reflejo de muchos jovenes de aquella época, y tambien por desgracia de esta.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un besote preciosa.
Fibonacci el placer es mío por verte por aqui.
ResponderEliminarbesos^^