Con los primeros albores del día, el tren sale escrupulosamente puntual. Aquí y allá asientos vacíos y los que van ocupados parecen robots inclinados sobre sus tabletas o sus móviles de alta gama. ¡Cómo ha cambiado el tren en este país! Piensa la todavía joven señora.
En su recuerdo quedan los trenes cubiertos de hollín serpenteando pesadamente con su ruido de traqueteo y fuertes silbidos cuyo eco se propagaba por los montes cercanos. Se asumían las largas paradas sin pedir información y los grandes retrasos eran algo habitual. Iban cargados de gente sin sitio para sentarse. Había bullicio y conversaciones cruzadas en voz alta entre conocidos y desconocidos. En cada parada se reubicaban de nuevo, excepto los que ya habían pillado asiento, que no se movían por aquello de que quién fue a Sevilla perdió su silla, aunque los listones de los mugrientos bancos de madera les dejaran marcadas sus descansadas posaderas.
Por las ventanillas se apelotonaba la gente para despedir a los suyos como si nunca más se fueran a ver, los de abajo corrían cuando ya el tren estaba en marcha y se quedaba en el aire la mano levantada con toda la nostalgia del adiós. Cada nueva incorporación se encontraba con un tufo que flotaba en el ambiente, mezcla de comidas atrasadas, orines azufrados, condensación de humo del tabaco y calor humano. Los bultos, maletas, gallinas enjauladas y demás equipaje se colocaban debajo de los asientos o por los pasillos, siempre era excesivo y como consecuencia un estorbo.
Las comidas se llevaban preparadas en cestos de mimbre o bolsas que sabían mucho de trotes y viajes. A la hora, se sacaba la fiambrera con la tortilla de patatas o comidas cuyo pringue dejaba un brillo por doquier, la hogaza de pan envuelta en papel de periódico atrasado y la bota de vino. Todo se compartía, era un auténtico arte ver cómo la bota hacía una rueda y maldita la gota que se perdía. Se comía a dos carrillos a la vez que se hablaba y todo se rebañaba.
Así rumia sus pensamientos sentada en solitario y a él no le pasa desapercibida, pero la “distancia” se le hace infranqueable. Ella, que ha captado sus insistentes miradas, está dispuesta a echarle una mano. Sale al pasillo para estirar las piernas y se entretiene mirando por la ventana. Pronto la puerta se abre. Aparece él. Puede verlo reflejado en el cristal. Tiene un aspecto la mar de interesante, se palpa el nudo de la corbata, parece nervioso y ya lo tiene tan cerca que puede sentir su respirar en el cogote. Se da la vuelta para provocar el choque intentando que parezca casual.
En su recuerdo quedan los trenes cubiertos de hollín serpenteando pesadamente con su ruido de traqueteo y fuertes silbidos cuyo eco se propagaba por los montes cercanos. Se asumían las largas paradas sin pedir información y los grandes retrasos eran algo habitual. Iban cargados de gente sin sitio para sentarse. Había bullicio y conversaciones cruzadas en voz alta entre conocidos y desconocidos. En cada parada se reubicaban de nuevo, excepto los que ya habían pillado asiento, que no se movían por aquello de que quién fue a Sevilla perdió su silla, aunque los listones de los mugrientos bancos de madera les dejaran marcadas sus descansadas posaderas.
Por las ventanillas se apelotonaba la gente para despedir a los suyos como si nunca más se fueran a ver, los de abajo corrían cuando ya el tren estaba en marcha y se quedaba en el aire la mano levantada con toda la nostalgia del adiós. Cada nueva incorporación se encontraba con un tufo que flotaba en el ambiente, mezcla de comidas atrasadas, orines azufrados, condensación de humo del tabaco y calor humano. Los bultos, maletas, gallinas enjauladas y demás equipaje se colocaban debajo de los asientos o por los pasillos, siempre era excesivo y como consecuencia un estorbo.
Las comidas se llevaban preparadas en cestos de mimbre o bolsas que sabían mucho de trotes y viajes. A la hora, se sacaba la fiambrera con la tortilla de patatas o comidas cuyo pringue dejaba un brillo por doquier, la hogaza de pan envuelta en papel de periódico atrasado y la bota de vino. Todo se compartía, era un auténtico arte ver cómo la bota hacía una rueda y maldita la gota que se perdía. Se comía a dos carrillos a la vez que se hablaba y todo se rebañaba.
Así rumia sus pensamientos sentada en solitario y a él no le pasa desapercibida, pero la “distancia” se le hace infranqueable. Ella, que ha captado sus insistentes miradas, está dispuesta a echarle una mano. Sale al pasillo para estirar las piernas y se entretiene mirando por la ventana. Pronto la puerta se abre. Aparece él. Puede verlo reflejado en el cristal. Tiene un aspecto la mar de interesante, se palpa el nudo de la corbata, parece nervioso y ya lo tiene tan cerca que puede sentir su respirar en el cogote. Se da la vuelta para provocar el choque intentando que parezca casual.
Qué bonita recreación de los trenes antiguos. Espero la continuación. Un beso.
ResponderEliminarEn aquellos trenes como los de ahora, una manera de ligar como otra cualquiera.
ResponderEliminarLeyendote me he imaginado esas escenas de cine antiguo dode se recrean esos viajes.
Aunque yo los he vivido casi de la misma manera.
Un besote preciosa.
Así era y en los túneles la carbonilla entraba por cualquier rendrija, en invierno se helaban los pies ... pero no faltaban los grupos de chicos con su guitarra que daban calor !! Gracias por tan entrañables recuerdos.
ResponderEliminar(Me atrevo a pedirte un favor, si vas a configuración de comentarios y pones un NO a la verificación de palabras te lo agradeceremos inmensamente y tendrás más comentarios, no sirve para nada e incordia mucho. Gracias)
ResponderEliminarMe ha gustado esto es lo que había oído. Tenía que ser muy romántico este encuentro "casual" Cualquier momento es bueno para dar rienda suelta a la atracción.
ResponderEliminarYo no conocí los trenes hasta que tuve 20 años y nada de lo que cuentas existía ya.
Bss y buen finde
Trenes que hacían de un viaje un Romanticismo en curso, siguiendo los caminos de Hierro entre los sueños de Algodón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdos del pasado para ambientar el presente. Nostálgica estampa, magníficamente relatada.
ResponderEliminarBesos.
Susana, tal vez un día escriba la continuación, ya veremos.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Trimbolera me alegra que te haya traído gratos recuerdos.
ResponderEliminarEl captcha lo he quitado, ya me dirás si te sigue apareciendo porque tendría que averiguar qué pasa.
Un fuerte abrazo :)
Katy ¡qué razón tienes! Cualquier momento es bueno para dar rienda suelta a la atracción. Los trenes, sobre todo cuando el viaje es largo, son un muy buen lugar. De niña me tocó bastante viajar en trenes del colegio a casa y de casa al colegio.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Macondo como siempre un placer tenerte por mi blog y que a ti te parezca "magníficamente relatada" para mi es un gran elogio.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Pedro Luis López Pérez ¡qué gran poeta eres! "siguiendo los caminos de Hierro entre los sueños de Algodón" ¡qué maravilla!.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo:)
Los trenes de antes parecían mejores, en plan picaderos..
ResponderEliminar:D Cuando he llegado a lo de la gente que se quedaba despidiendo a los suyos por la ventana, me acordé de una peli, creo que de los Monty Python donde uno iba dando bofetadas desde el andén a todos los que estaban asomados a la ventanilla según el tren se iba yendo... Siempre he querido hacerlo, jaja.
ResponderEliminarEs sabia la mujer. Hay que saber poner las cosas fáciles :)
Me encantan los trenes.
viendo el final el comentario anterior me parece que sí, que es sabia esa mujer
ResponderEliminarHola. Con respeto. Buenos pensamientos en el fin de semana! Un texto bien escrito. Viajé con usted. Conocí a gente muy interesante, cada vez que viajé en tren. Destinos, pensamientos, ideas, opiniones. Todo en un lugar. destinos en movimiento.
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ResponderEliminarParece que viajo en el tren, cuando era pequeña (y me acuerdo) tenia que hacer transbordo en una distancia de 250 Km. Y los trenes eran muy parecidos a tu tren, tenían un “encanto” que entonces se me hacia pesado, mi padre nos entretenía a nosotras y deleitaba a los demás pasajeros, pero era largo y tedioso, seguramente la edad no me llegaba para ver el romanticismo que aprecio en tu relato (me ha gustado mucho)
Hoy los viajes no tienen nada que ver, son como tu los cuentas cada uno con su tablet y sin levantar la vista.
Hoy me ha gustado viajar en tu tren.
Saltos y brincos
Como si fuera casual el encuentro, como el de los años adolescentes en que no sabíamos la manera de acercarnos y hacíamos como que chocábamos je.
ResponderEliminarBello post.
Saludos.
Espero que se diese cuenta de que el choque no había sido accidental;)
ResponderEliminarBesos
Bello relato mi querida Pili, me da cierta nostalgia al comparar ambos trenes, si bien es cierto que los actuales son más cómodos y tienen más espacio, ya no se conversa, ocasionalmente hay un saludo, por lo general cada uno continua en su mundo, conectados en su red, alejados de lo que pasa en su entorno, ya muchas veces no nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro lado y de lo mucho que nos perdemos, miles de abrazos y que tengas un lindo fin de semana,
ResponderEliminarjordim gracias por tu visita y por dejar tu comentario.
ResponderEliminarFeliz fin de semana :)
Alma de Adra un detalle muy gracioso el de las bofetadas, lástima que no lo conocía si no lo hubiera metido en el relato.
ResponderEliminarEs sabia la mujer Alma de Adra, "detrás de un gran hombre siembre hay una gran mujer"
Besos^^
Garriga totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarFeliz finde :)
Gracias Cristian Lisandru por haber hecho este viaje conmigo. Diferentes destinos, pero mientras conversaciones animadas compartiendo opiniones y pareceres.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Ester gracias a tu comentario creo que hemos hecho un bonito viaje a través del tiempo.
ResponderEliminarFeliz fin de semana :)
Algo así MaLquE porque creo que en la vida hay trenes que pasan y puedes cogerlos o dejarlos pasar, pero ese nunca más volverá a darte una 2ª oportunidad.
ResponderEliminarCariñosos saludos.
Maria creo que esa señora ya se encargaría de que así fuera ¿no te parece?
ResponderEliminarBesos^^
Fibonacci, una escena de cine antiguo... no se me había ocurrido, pero me alegro.
ResponderEliminarUn abrazo :)
SOLO DE INTERES, viajando en tren hemos ganado en comodidad, velocidad, puntualidad,... que está muy bien; pero hemos perdido en comunicación y encuentro con las personas que nos rodean durante horas. Yo misma soy de las que aprovecho mucho los viajes para leer.
ResponderEliminarUn afectuoso abrazo :)
Buenos días guapa, te he dejado un premio en mi blog, es optativo, y aqui te dejo mis saltos y brincos
ResponderEliminarEster Gracias Ester, me preparo y voy a recogerlo porque un premio es un premio. Un abrazo :)
ResponderEliminarHolaaaaaaaaaa amiga. Qué gusto pasar por tu cálido espacio. Debo confesarte que jamás he subido a un tren. Los hay en la capital Lima, Perú. Yo vivo en la selva.
ResponderEliminarTambién hay en la ciudad de Cuzco, donde está la ciudadela de Macchu Picchu... si algún día vienes por aquí, no te puedes perder el visitarlo.
Ha sido una linda entrada, la he vivido como si realmente estuviera dentro del tren. Aquí decimos: "El que se fue a Barranco, perdió su banco.
"Barranco", es un distrito de Lima.
Agradecerte también por tus lindas palabras de hoy en mi humilde rincón, super felìz con tu visita.
Besotes y volveré pronto!
Hola M.P Moreno, muy bueno tu cuento. Está delicadamente escrito tal como era en otros tiempos viajar en tren.
ResponderEliminarEn estos momentos nadie comparte a penas nada. Como tú bien dices casi todas las personas van/vamos con la cabeza agachada mirando sus móviles, escuchado musica o enviando o leyendo guasa, no sé como se escribe :-)
Me ha gustado leerte. Gracias por pasar por mi blog y dejar constrancia de ello.
Saludos y un abrazo
Una alegría ha pasado hoy por mi blog y es que NuriaLourdes lo ha visitado. No sé como lo haces, pero siempre vas contagiando entusiasmo y felicidad y trasciendes hasta el mundo virtual.
ResponderEliminarSi un día visito tu país te los diré, me encantará seguro. Sigue así siempre.
Poder usar tecnologia en los trenes es un cambio, en mi pais casi no hay trenes y nadie se anima a mostrar un celular o una tablet por temor a los robos
ResponderEliminarMe has dejado intrigada, habrá continuación?
Un abrazo
Hola m.p.
ResponderEliminarMe sumo a la propuesta de Lapislazuli y espero una próxima parte.
"Se da la vuelta para provocar el choque intentando que parezca casualidad…".
No nos dejes así, a medias :(
Enhorabuena por el artículo.
Saludos,
Francisco M.
visitas a amigo
ResponderEliminarespero que este é um bom dia, um blog muito bonito
saudações sucesso
Me encantó el relato, me hizo acordar a los trenes de Argentina, que también dan para un cuento... Aunque ni loca iría en uno de ellos con un tablet o un iphone a la vista, medio minuto te puede durar en la mano.
ResponderEliminarEscribes muy bien, entré en el relato y lo disfruté muchísimo.
Un beso
Lapislazuli ¿Continuación? Me lo pensaré. A veces me gusta dejar cabos sueltos y que los lectores decidan.
ResponderEliminarGracias por tu aportación. Un cariñoso saludo :)
Penyuluh Perikanan Gracias y también para ti un bonito día.
ResponderEliminarEva Letzy no te ubicaba en Argentina. Aquí en los trenes es lo que hace la gente, sacan sus "artilugios informáticos" y no levantan la cabeza de la pantalla. Muy pocos son los que hablan.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Una entrada muy interesante y bien conducida,en la que haces un flash-back con unas estupendas imágenes que eran habituales hace ya bastante tiempo y acabas con un regreso al presente denunciando la falta de comunicación actual.
ResponderEliminarYo creo que ambos van a entenderse,:)
Besos.
ohma yo también creo que van a entenderse.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Buenos días Pili muy interesante tu aquí los trenes muy avanzado en especial el AVE pero también da para contar buenas historias
ResponderEliminarUna amiga de Sevilla
Un abrazo
Feliz semana
fantástico blog,si te gusta la fotografía...te invito a mi grupo en facebook,,,una ventana para ver lo que hago y veo ....dime lo que piensas...
ResponderEliminarhttp://www.facebook.com/groups/166168033521201/
Excelente tu relato que me encantó leer! gracias por llegar hasta mi blog...
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo!
Lola gracias por pasarte por aquí. Ya lo creo que el tren es siempre fuente de inspiración para contar buenas historias.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Lázaro he pasado por tu página, tengo que volver con más tiempo.
ResponderEliminarSaludos :)
Camelia gracias a ti por pasar por aquí.
ResponderEliminarFeliz fin de semana :)
Alejandro Kreiner la modernidad se impone y nos trae cosas muy buenas, pero me gustan también las historias de antes, ¡cómo vivía la gente!
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