Aitor salía de comer del Ruta de Europa cuando oyó el móvil. Al ver el prefijo de Francia tuvo un mal presentimiento. Lo dejó pasar. Se cerró el anorak y corrió hasta el camión para protegerse del frío polar que asolaba la ciudad. Con las manos heladas conectó el motor y partió hacia Pamplona, su próximo destino, con música de jazz a volumen bajo.
Volvió a sonar.
Pulsó aceptar con el corazón en un puño.
—¡Qué hostias pasa, tío! ¡¿Por qué no contestas?! —La voz autoritaria le confirmó lo que intuía.
—¡¿Quién coño eres?! —le contestó intentando ocultar su nerviosismo.
—Mira, Ortzi, a mí no me vaciles. Tenemos un trabajo para ti.
«Ortzi —pensó—, el seudónimo que muy pocos conocían».
Rememoró su época de estudiante ahogándose entre botes de humo, gritos, tiros y, después, silencio. Y en el silencio, agazapado, el miedo. Un profesor lo reclutó, junto a otros compañeros, para luchar por la libertad del pueblo. Más tarde, tuvieron su propia revolución interna y el ala dura se hizo con el control de la organización. Aitor, ya entre rejas con la única compañía de los fantasmas de sus muertos, lo aceptó sin rechistar. Hasta que apareció Arantza en la cárcel con la propuesta de su taller sobre El caserío en el País Vasco. Una joven granjera de ojos vivos y risa clara, sin enemigos ni odios. Se apuntó, solo por su sonrisa. Lo cambió todo.
—Tienes que ejecutarlo el veinte de noviembre —ordenaba el jefe.
—Hace cinco años quedaron mis cuentas saldadas. Prometisteis dejarme en paz si no me iba de la lengua. Yo he cumplido.
—¿Prefieres que hagamos una visita a Arantza?
—A mi mujer ni nombrarla.
Llamó a la empresa de transportes para coger días libres y a Arantza:
—Una ruta por Europa... Sí, una semana… Imposible, no he podido negarme.
Al atardecer, entraba en el bar Lagunekin de Baiona cuando los vio. Eran los dos de la foto, aunque no vistieran uniforme, conversaban relajados mientas degustaban un vino. Acarició la pistola calibre 9 mm Parabellum en el bolso de la chamarra. Dos tiros a bocajarro y… Retrocedió.
En el bar del Hotel de la Gare, tomó un café, y otro, y alguno más. Con las manos en la cabeza, se sentía animal acorralado. Le urgía tomar una decisión. Se desesperada. Había estado a punto de... «Por salvarla a ella», se decía. Después, pensaba desaparecer. ¡Pero qué insensato! ¿Acaso creía que la iban a dejar en paz?
El sonido estruendoso del antiguo teléfono sobresaltó a Arantza. Soltó la oveja que no entraba mansa en la ordeñadora, cruzó por delante de dos cerdos retozones y alborotó a una docena de gallinas que picoteaban libres; para, por fin, llegar a la cocina y descolgarlo. El border collie que la había seguido le olfateaba las katiuskas. Lo acarició.
—¿Eres tú, Aitor? Tan temprano y no me llamas al móvil. ¿Pasa algo?
—¡Cómo me alegra escuchar tu voz! ¿Estás sola?
—Sí, claro, la amama se ha ido al puesto con diez quesos que pesan lo suyo, es jueves, día de mercado. Ya tengo los dos pollos de corral en la canasta. Son hermosos, nos los van a pagar bien. El cardo y los puerros en las cajas, también las manzanas y nueces. ¡Ah!, y el pastel vasco tradicional. Qué paliza nos dimos ayer; al final, llevamos cinco. ¡Huele a feria! Todavía está la mesa de madera untada de harina y restos. Cuando acabe de ordeñar lo llevo todo en la furgoneta.
—¡No! Ni se te ocurra meterte en el bullicio de la plaza. Las cosas no andan bien, ¿sabes?
—¡Joer! ¡Me estás asustando!
—¡Si te pasara algo! Escúchame... Han contactado conmigo, no tenemos mucho tiempo. Tienes que irte del pueblo. Corres peligro, Aran. Sabes que estos van en serio —El miedo la dejó con la boca abierta sin poder articular palabra—. A la amama le extrañará que no llegues —siguió Aitor—, cerrará el puesto un momento y se acercará al caserío. Lo entenderá todo con pocas explicaciones. Dale un fuerte abrazo de despedida.
—¡No podrá soportarlo! Se morirá de tristeza. Los vecinos de toda la vida le harán el vacío. «¡Traidores!», nos pintarán en la fachada… —Rompió a llorar y no pudo seguir hablando.
—¡Maldita sea! Si pudiera borrar la causa de ese llanto. Me gustaría tanto abrazarte… Oye, Aran, seguro que en cuanto ella sepa lo que ocurre, será la que te empuje para protegerte. Piensa que está hecha a los riesgos de esta vida desatinada. Ya sabes cómo ha tenido que luchar sin desmayo para salir adelante, eso la ha fortalecido y ahora vivirá con el afán de nuestro regreso.
—¡Qué vacía se va a quedar la casa! ¡Qué sola la amama! —susurró Arantza.
—Bueno..., pero tú no te reproches nada, Aran, tú no. Eh... sales de casa al anochecer sin equipaje, justo lo imprescindible, y coges el tren directo a Lisboa que parte de Vitoria a las nueve menos cuarto. Viajarás toda la noche. Por la mañana, estaré en la estación Santa Apolonia esperándote. Nos encontramos allí, ¿vale? Contaré los minutos comiéndome las uñas. La ansiedad me enloquece. ¡Ah! No olvides desconectar el móvil.
— Dicen que allá, al otro lado de la frontera, duele el aire que se respira por la añoranza de la tierra.
—También dicen que allí uno vive a pesar de las heridas. Perdóname, Aran, porque yo no puedo perdonarme. Ya sabes cómo te quiero.
Volvió a sonar.
Pulsó aceptar con el corazón en un puño.
—¡Qué hostias pasa, tío! ¡¿Por qué no contestas?! —La voz autoritaria le confirmó lo que intuía.
—¡¿Quién coño eres?! —le contestó intentando ocultar su nerviosismo.
—Mira, Ortzi, a mí no me vaciles. Tenemos un trabajo para ti.
«Ortzi —pensó—, el seudónimo que muy pocos conocían».
Rememoró su época de estudiante ahogándose entre botes de humo, gritos, tiros y, después, silencio. Y en el silencio, agazapado, el miedo. Un profesor lo reclutó, junto a otros compañeros, para luchar por la libertad del pueblo. Más tarde, tuvieron su propia revolución interna y el ala dura se hizo con el control de la organización. Aitor, ya entre rejas con la única compañía de los fantasmas de sus muertos, lo aceptó sin rechistar. Hasta que apareció Arantza en la cárcel con la propuesta de su taller sobre El caserío en el País Vasco. Una joven granjera de ojos vivos y risa clara, sin enemigos ni odios. Se apuntó, solo por su sonrisa. Lo cambió todo.
—Tienes que ejecutarlo el veinte de noviembre —ordenaba el jefe.
—Hace cinco años quedaron mis cuentas saldadas. Prometisteis dejarme en paz si no me iba de la lengua. Yo he cumplido.
—¿Prefieres que hagamos una visita a Arantza?
—A mi mujer ni nombrarla.
Llamó a la empresa de transportes para coger días libres y a Arantza:
—Una ruta por Europa... Sí, una semana… Imposible, no he podido negarme.
Al atardecer, entraba en el bar Lagunekin de Baiona cuando los vio. Eran los dos de la foto, aunque no vistieran uniforme, conversaban relajados mientas degustaban un vino. Acarició la pistola calibre 9 mm Parabellum en el bolso de la chamarra. Dos tiros a bocajarro y… Retrocedió.
En el bar del Hotel de la Gare, tomó un café, y otro, y alguno más. Con las manos en la cabeza, se sentía animal acorralado. Le urgía tomar una decisión. Se desesperada. Había estado a punto de... «Por salvarla a ella», se decía. Después, pensaba desaparecer. ¡Pero qué insensato! ¿Acaso creía que la iban a dejar en paz?
El sonido estruendoso del antiguo teléfono sobresaltó a Arantza. Soltó la oveja que no entraba mansa en la ordeñadora, cruzó por delante de dos cerdos retozones y alborotó a una docena de gallinas que picoteaban libres; para, por fin, llegar a la cocina y descolgarlo. El border collie que la había seguido le olfateaba las katiuskas. Lo acarició.
—¿Eres tú, Aitor? Tan temprano y no me llamas al móvil. ¿Pasa algo?
—¡Cómo me alegra escuchar tu voz! ¿Estás sola?
—Sí, claro, la amama se ha ido al puesto con diez quesos que pesan lo suyo, es jueves, día de mercado. Ya tengo los dos pollos de corral en la canasta. Son hermosos, nos los van a pagar bien. El cardo y los puerros en las cajas, también las manzanas y nueces. ¡Ah!, y el pastel vasco tradicional. Qué paliza nos dimos ayer; al final, llevamos cinco. ¡Huele a feria! Todavía está la mesa de madera untada de harina y restos. Cuando acabe de ordeñar lo llevo todo en la furgoneta.
—¡No! Ni se te ocurra meterte en el bullicio de la plaza. Las cosas no andan bien, ¿sabes?
—¡Joer! ¡Me estás asustando!
—¡Si te pasara algo! Escúchame... Han contactado conmigo, no tenemos mucho tiempo. Tienes que irte del pueblo. Corres peligro, Aran. Sabes que estos van en serio —El miedo la dejó con la boca abierta sin poder articular palabra—. A la amama le extrañará que no llegues —siguió Aitor—, cerrará el puesto un momento y se acercará al caserío. Lo entenderá todo con pocas explicaciones. Dale un fuerte abrazo de despedida.
—¡No podrá soportarlo! Se morirá de tristeza. Los vecinos de toda la vida le harán el vacío. «¡Traidores!», nos pintarán en la fachada… —Rompió a llorar y no pudo seguir hablando.
—¡Maldita sea! Si pudiera borrar la causa de ese llanto. Me gustaría tanto abrazarte… Oye, Aran, seguro que en cuanto ella sepa lo que ocurre, será la que te empuje para protegerte. Piensa que está hecha a los riesgos de esta vida desatinada. Ya sabes cómo ha tenido que luchar sin desmayo para salir adelante, eso la ha fortalecido y ahora vivirá con el afán de nuestro regreso.
—¡Qué vacía se va a quedar la casa! ¡Qué sola la amama! —susurró Arantza.
—Bueno..., pero tú no te reproches nada, Aran, tú no. Eh... sales de casa al anochecer sin equipaje, justo lo imprescindible, y coges el tren directo a Lisboa que parte de Vitoria a las nueve menos cuarto. Viajarás toda la noche. Por la mañana, estaré en la estación Santa Apolonia esperándote. Nos encontramos allí, ¿vale? Contaré los minutos comiéndome las uñas. La ansiedad me enloquece. ¡Ah! No olvides desconectar el móvil.
— Dicen que allá, al otro lado de la frontera, duele el aire que se respira por la añoranza de la tierra.
—También dicen que allí uno vive a pesar de las heridas. Perdóname, Aran, porque yo no puedo perdonarme. Ya sabes cómo te quiero.
-900 palabras-
Relato publicado en el libro: Relatos Asombrosamente Asombrosos de ETDO
Caramba que buen texto, se lee de un tirón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro que te haya gustado, Alfred.
Eliminar¡Un abrazo!
Con pocas palabras nos has puesto el corazón en un puño, porque lo que tan bien narras puede parecerse a algo sucedido en realidad y en no pocas ocasiones.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso, porque desde luego la mereces.
Un abrazo.
Gracias por tus buenos deseos, Chema.
EliminarAbrazo inmenso.
Me uno a mis antecesores, el texto es genial, escrito con la maestría que acostumbras, nos has ido metiendo en la historia sin forzar la situación, Un abrazuco
ResponderEliminarGracias, Ester. Qué ilusión me hacen tus palabras.
EliminarAbrazote de mi parte.
Hola, María Pilar. Me ha gustado mucho la forma en que narras. Es una delicia.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Mirna, me encanta que te guste.
EliminarCariñoso abrazo.
Excelente relato Pilar!
ResponderEliminarUna maravilla tu narrativa!
Muchñisima suerte en el concurso y cariños para vos!!
Lau.
Gracias, Lau.
EliminarTodo mi cariño, lo sabes.
Gracias, María Pilar, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un fuerte abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti, David, por la oportunidad que nos das.
EliminarCariñoso abrazo.
Muy buen relato. me ha gustado mucho. Te mando un beso
ResponderEliminarGracias, Citi, por tu lectura y por dejarme tus impresiones.
EliminarUn beso, preciosa.
Parece ya lejano, pero muchos conocimos una época en la que ocurrían cosas así. Muy buen relato, cercano y duro, doloroso y contenido. Felicidades.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Qué buena reflexión me dejas, JM. Te lo agradezco un montón.
EliminarUn saludo.
Una historia muy dura, que más de uno y una debió vivir, y que has sabido representar con mucha autenticidad en forma de relato. Enhorabuena y suerte en el concurso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Josep, un placer leer tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Qué duro! Qué amarga es la vida, has descrito tan bien todo lo que se pierde...
ResponderEliminarUn saludillo.
Un relato de pérdida... y sin esperanza. Duro, mucho.
EliminarUn saludo, Xurxo.
Un gusto venir por acá a disfrutar de tu narrativa María. Un relato crudo de una triste realidad. Pero, que al mismo tiempo, aviva la esperanza de poder reiniciar una nueva vida,aunque se extrañe la que hemos dejado atrás. Saludos desde Venezuela. Y suerte en el Tintero de Oro.
ResponderEliminarGracias, por pasarte por aquí dejarme y tu comentario.
EliminarSaludos desde España.
Con esta historia nos has llevado a tiempos atrás que se vivía en el País Vasco. Pero has utilizado el caserío donde la granja con el cuidado de sus amos. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Mamen, la vida apacible del caserío que se va a ver rota.
EliminarGracias por dejarme tu comentario.
Un abrazo.
Menudo tema! Tremendo M.Pilar. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarGracias, Marta, por dejarme tu opinión.
EliminarUn abrazo.
Una historia que dibuja una triste realidad, pero que a le vez ofrece un rayo de esperanza a quien es protagonistas de situaciones similares. Felicidades María y mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarRelato magistral. Bien insertadas las pistas granjeras en el contexto histórico. Construcción clara y fluida
ResponderEliminarDelicioso.
Gracias, Beba. Un placer el comentario que me dejas.
EliminarUn abrazo, preciosa.
Qué disyuntiva tremenda enfrenta el protagonista, lo relataste muy bien y queda el gusto amargo de que hay situaciones de las que no se puede escapar y persiguen durante toda la vida.
ResponderEliminarMe gustó mucho, María Pilar, te deseo lo mejor para el concurso.
Un gran abrazo.
Dura encrucijada la que se les presenta cuando huír no quiere decir dejar atrás ese pasado.
EliminarGracias, Mirella, por dejarme tus impresiones de la lectura.
Un fuerte abrazo.
Saludos María Pilar, un gusto leer tu relato de una gran crudeza y tristeza, como suele ser la vida misma. Saludos y bendiciones 👍✌️🙏
ResponderEliminarSaludos, Mery, y muy agradecida por las palabras que me dejas.
EliminarHola María Pilar.
ResponderEliminarLo primero que destaco es LA VOZ. Ese chicarrón del norte, Aitor se le escucha hablar con total claridad, al menos es así como imagino que hablan algunos vascos, con esa rotundidad tan efectiva, al pan pan y al hostias hostias :)) y además es camionero( aunque no me gusta generalizar, el prototipo suele ser así)
LAS EXPECTATIVAS Y LA TENSIÓN NARRATIVA con la llamada inquietante y el posterior desarrollo de la trama.
Quizás un poco pillado por los pelos la mención a la “Rebelión en la granja” aunque casa perfectamente en el contexto de rebeldía. Creo, bajo mi humilde criterio, que no es necesario nombrar el título, ya con el magnífico ambiente rural de la granja, donde hay animales, y también, fuera de ella, esos otros “animales” que asesinan en nombre de la libertad, está más que justificado el reto.
LOS DIÁLOGOS BORDADOS, queda reflejado con claridad el ambiente, el miedo de Arantza y de Aitor, el dolor, la dificultad de vivir en esas condiciones de presión.
Es un relato dramático, sin duda, y sobre todo es, un trabajo bien escrito.
Hola María Pilar:
EliminarUn relato desgarrador porque en un momento, con una llamada, unas vidas se ven alteradas violentamente. Aquellos tiempos de plomo como se han llamado fueron duros. Todo eso lo has plasmado en un relato con un final magnífico. Triste y esperanzador a la vez.
Suerte en las votaciones.
Gracias, Isan, por el ajustado resumen que haces al texto. Te lo agradezco un montón.
EliminarUn saludo.
Hola, Tara, me dejas una muy interesante reflexión sobre el relato que denota la atenta lectura y el análisis previo. Te lo agradezco un montón y todas las sugerencias vienen bien para posibles cambios que mejoren el relato.
EliminarSaludos y nos leemos en El Tintero.
Me gusta la tensión narrativa de este crudo e intenso relato
ResponderEliminarque en sus 900 palabras dice mucho.
Besos, Pilar
Hola, Myriam, encantada de verte por aquí y leer las palabras que me dejas.
EliminarBesos.
Hola, María Pilar. Ya de entrada destaco que no hayas escrito una fábula como tal, optando por escribir una historia enmarcada en una granja. En tu relato abundan los animales: los propios de la granja y los asesinos de dos patas. Me ha gustado mucho la tensión narrativa que has sabido crear de manera magistral, así como esos diálogos tan auténticos. Muy buen trabajo. ¡Muchas felicidades! Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Beri, no no es una fábula, claro. Te agradezco las palabras que me dejas sobre el análisis que haces al relato. Me ha gustado leerte.
EliminarUn abrazo
Hola María Pilar, salvo que la acción no trascurre en una granja, el relato tiene una trama que te atrapa. Muy bien ambientada esa determinación de huida. La situación en le País Vasco que muchos hemos conocido en el pasado y que todavía quedan rescoldos en el presente, por no decir la memoria histórica que tiene cierta élite política venida a menos, pero que trae guadaña. Lo dicho, salvo esa escena forzada de la granja para que case en el reto, (en mi humilde opinión sobra porque le quita intensidad al relato) lo demás me gustó. Un abrazo y buen domingo.
ResponderEliminarGracias, Eme, por esta reflexión que me haces a la lectura del texto con sus partes positivas y las que no te lo parecen tanto. Todo es muy interesante y a tener en cuenta en la mejora del mismo.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminarCoincido bastante, por no decir en su totalidad con las atentas observaciones de nuestra común compañera de letras, Isabel, que ha incidido en uno de los puntos esenciales, también, a mi modesto parecer, del título, puesto con calzador para encajar en la dinámica del concurso.
Tu estupenda historia nos hace partícipes de las fisuras sociales y el modo de vida tan marginal al que están destinados a vivir, quienes se apartan del sistema y forman parte de organizaciones político-militares. Resulta francamente demoledor ese submundo ideológico en el que todavía siguen amparándose grupos radicales de corte nacionalista, donde se necesita tener bastantes agallas para cometer ese tipo de "trabajos" y dar al traste con lo que se supone es una vida más o menos "normal".
Las descripciones como es habitual en tus historias son francamente brillantes, así como los diálogos con los que imprimes una gran fuerza y agilidad temporal.
Tanto la coherencia de la trama como ese final apabullante y trágico, consiguen que el lector se deje atrapar desde el inicio hasta el final.
Deseo que tu trabajo se vea recompensado en su justa medida, apreciada compañera y escritora, María Pilar.
Un abrazo.
Reflexión muy interesante la que me dejas sobre la lectura del relato. Se nota que te has tomado tu tiempo y te lo agradezco un montón. Me imagino que te refieres al título del texto, podía haber puesto otro como "La llamada",lo estuve pensando pero al final me decidí por este más en sintonía con la novela. Lo tendré en cuenta.
EliminarUn abrazo.
Hola María Pilar
ResponderEliminarUn relato con fuerza y dureza. Bien escrito y ambientado a la perfección.
Me pasa un poco como a los compañeros, que aunque tenga lugar en una granja se escapa un poco de la idea de la convocatoria aunque eso no quita que el relato valga la pena con creces.
Saludos y suerte
Gracias, Paola, por dejarme tus sinceras palabras sobre el texto.
EliminarSaludos.
Un relato duro de verdad, María. Parece ser que, una vez tomas el camino de la violencia, ya nada ni nadie te sacará de él.
ResponderEliminarBien usado la referencia de "Rebelión en la granja". Te deseo mucha suerte.
Un abrazo.
Sí, Bruno, no solo nadie lo saca de él si no que contamina y destruye el mundo con el que se relaciona: familia, amigos... Todo es dolor,y desesperación y pérdida.
EliminarUn abrazo, Bruno.
Buenas, María Pilar.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato. En especial la primera parte, cuando se narra lo que el protagonista debe hacer y como se mete en ello. La segunda parte, el diálogo, me ha descolocado un poco, pues la forma en la que hablan me resulta poco natural. Parece que en lugar de tener una conversación normal están recitando un poema.
Pero aun así, se lee con fluidez y engancha desde el principio.
Un saludo.
Gracias, Irene, por las interesantes impresiones que me dejas del relato. Las tendré en cuenta.
EliminarSaludos.
Veo que la tónica en el concurso es presentar relatos protagonizados por animales, sin embargo tú has optado por traer un relato ambientado en la realidad más oscura que se vivió en el País Vasco durante tantos años. Un relato duro, en el que el protagonista se ve atrapado entre dejar atrás un pasado que aborrece o volver a asesinar para salvar a su familia. El apego a la tierra y las costumbres está presente en la dura decisión final que toman. Te deseo mucha suerte en el Tintero, María Pilar. Un saludo.
ResponderEliminarSí, ya veo que soy la nota discordante; pero al leer el libro me vino el tema de relato y no me lo pensé dos veces. Animales, sí; de la peor calaña. Gracias por dejarme tus impresiones, Jorge. Mi cariñoso saludo.
EliminarCiertamente, que los protagonistas de tu relato son animales de la peor especie, mucho peores que los mal llamados "irracionales". A destaca el brutal contraste entre la apacible y hogareña granja de Arantza y los escenarios de sangre y muerte en los que se desenvuelve el marido. Muy difícil conciliar mundos tan opuestos. Suerte en El Tintero. Un abrazo, María Pilar.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con las palabras que me dejas, Paco. ¡Qué difícil la conciliación entre mundos tan distintos! Lo dejo en abierto.
EliminarGracias, Paco, un abrazo.
Una vida apacible truncada de súbito por una simple llamada. Como se suele decir, si el pasado te atrapa al final vuelve a salir.
ResponderEliminarMe has dejado a mí también con el corazón en un puño. La tensión se lee con la misma facilidad que fluye tu relato. Tienes una capacidad inmensa para narrar sea cual sea la historia. Cada palabra parece cuidadosamente seleccionada y puesta como si ese fuera su destino, y si a eso le sumas una histotia tan bien trabajada nos da el resultado que has ofrecido.
Felicidades, María, me gustó muchísimo.
Un abrazo.
Elegí la llamada porque me parecía que era un elemento que marca muy bien un antes y un después en la vida y sobre todo en las tragedias que siegan algunas vidas.
EliminarGracias por el comentario que me dejas, denota una atenta lectura, y si te ha gustado pues me alegra un montón.
Un abrazo, Pepe
Impactante tu relato, María Pilar. Historias de vida que no dejan indiferente a nadie, aún a quienes no hemos crecido en esa realidad ni en esa época. Me ha gustado la forma en que lo relatas, clara y atrapante. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Carla, por la reflexión que me dejas sobre la lectura.
EliminarUn abrazo.
Tremendo, hermoso y verdadero relato. Un pasado durísimo que no quiere dejarnos vivir para poder seguir valiendo. Desgarrador, pero magníficamente escrito. Aplausos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Juana, por las palabras que me dejas. Me alegra que el relato te haya gustado aunque, como bien dices, desgarrador. Lo es, Juana.
EliminarUn abrazo.
Creí haberte dejado un comentario, y no lo encuentro. Insisto: La historia es dura, dolorosamente real por tanto muy bien relatada, como quien sabe demasiado bien de qué habla. Me ha gustado mucho. Por si pasaras por mi relato: Camié el título suprimiendo El Búho y lo primero que te sale es que no encuentran la página, pero sobre margen derecho aparece el título actual.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte
Hola,Juana, si que está publicado tu anterior comentario. Como la página despliega los 50 primeros para que haya más agilidad, clica en "cargar más" que está debajo de la caja de los comentarios y se visualizan todos.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu interés.
Las secuelas que dejan las malas compañías son ineludibles. Los terroristas como cualquier organización criminal persigue al que les abandona, al que se rebela contra el sometimiento y la obediencia ciega. Los quieren sumisos y esclavos. La cobardía es su mayor credencial.
ResponderEliminaresperemos que estos dos personajes salgan adelante.
Un abrazo.
De acuerdo con tus palabras. Gracias. Un abrazo, Francisco.
EliminarHola Maria Pilar
ResponderEliminarMe gusta tu relato. Los diálogos son frescos, divertidos, ingeniosos y bien afinados para caracterizar a tus personajes. Un final impactante y trágico. !Te deseo mucha suerte en el tintero!
Gracias, Yessykan, por dejarme este comentario.
EliminarUn abrazo.
La brutalidad atribuida a los «animales irracionales» trasladada a la ciudad, a los llamados «seres racionales» que ironía. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarIronías de la vida que encierran una cruel realidad.
EliminarUn abrazo, Rosa.
Duro, muy duro...
ResponderEliminarUn abrazo.
Tan duro que creo que las palabras se quedan cortas. Cuento con la imaginación de los lectores que tan bien lo saben interpretar.
EliminarUn abrazo, David.
Un relato duro de una realidad no tan lejana. Has plasmado muy bien ese mundo oscuro repleto de dolor y miedo con una débil esperanza en su huída a Lisboa, a pesar de que el aire duela porla añoranza de la tierra ( me encanta esa frase). Saludos y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarGracias, Jose, por el comentario que me dejas.
EliminarSaludos y nos leemos en el Tintero.
Un texto magnífico, María Pilar. No hace falta contar, sólo mostrar y dejar que el lector haga el resto. Muy buen ritmo y muy bien hilados los diálogos. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Beitavg, por tu comentario. ¡Qué preciosas palabras me dejas!
EliminarUn abrazo.
Una historia de dureza impresionante. Bien narrada y trasmitida, la tensión de una rebelión que ha sido brutal. Felicidades por el resultado. Me ha impactado, por lo que me hace rememorar. Suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Enhorabuena María Pilar por tu estupendo puesto en la convocatoria de la Granja. Un relato con una exposición original y social. Un abrazo compañera.
ResponderEliminar¡Qué agradable sorpresa la que me dejas, Isabel! Para nada la esperaba. Gracias, compañera.
EliminarUn abrazo.
Felicidades por ese séptimo puesto en el Tintero, Pilar. Un saludo!
ResponderEliminarGracias, Jorge y mis felicitaciones para ti por ese puesto alcanzado. Nivelazo el de este reto, por eso me sorprende aún más el puesto alcanzado con un texto como el mío entre tanta fábula ingeniosa y divertida.
EliminarSaludos, compañero.
¡Hola, María Pilar! Te informo por si no has podido ver la entrada en El Tintero de Oro, este relato junto a Volar pegados es volar y Allá donde te encuentres están seleccionados para ser incluido en la tercera antología de El Tintero de Oro.
ResponderEliminarMás info en el blog de El Tintero.
Un abrazo!!
¡Qué ilusión me hace! Gracias, David. Paso por El tintero de oro.
ResponderEliminar¡¡Un abrazo!!