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Noja y el día del libro

Permanecer al atardecer sentados al borde del acantilado, leyendo un interesante libro o contemplando la inmensidad del mar, es algo que cada vez hacemos con mayor frecuencia. La brisa nos saluda con el olor a mar y nos envuelve con su frescor. Las gaviotas sobrevuelan el acantilado buscando su alimento diario. Peña Pombera, que como una madre las acoge a todas, soporta estoica la locura que producen con su griterío descomunal. Un barco de vela cruza suavemente, al rozar el mar lo cosquillea y nos contagia la alegría con esa amplia sonrisa que le deja. Los días de cielo azul, el mar en calma quiere que bajemos a disfrutar con él. No para de salpicarnos juguetón al chocar contra el acantilado para que dejemos el libro. A veces lo consigue. Es un placer sentir la ligereza de nuestro cuerpo mientras la mente se libera. Salimos como flotando, siempre riéndonos y muy satisfechos. Volvemos a casa cargados de energía positiva. Nos despedimos del sol que ya se tiene que ir. Cuando está m

Capsulitis Adhesiva - Hombro Congelado

Capsulitis adhesiva es el término médico para el Hombro Congelado. Se trata de una condición que afecta a la capacidad de mover el hombro. Se piensa que muchos de los síntomas son debidos a que la cápsula se va inflamando y adhiriendo, convirtiéndose en una articulación rígida y difícil de moverse. El origen de la lesión es diverso, a mí me vino por una tendinitis producida por una mala postura en el gimnasio. Se requiere aguante, paciencia, tiempo y practicar unos ejercicios para despegar el tejido cicatrizal en el hombro. Yo he necesitado un fisioterapeuta que me ha hecho ver las estrellas, pero…   ¡Lo he conseguido! Cuando miro hacia atrás Veo unas manos firmes Manipulan el área dañada Dedos que saben de oficio. Son veinte minutos eternos Hombro hecho mano inválida Del dolor las lágrimas afloran Lentamente se filtra la vida No a borbotones enardecida. Manos que entran a saco Sudor de la hoja recién cortada Del dolor el grito se ahoga La noche se hace presente Triun

Bodegas de Villamediana

Una figura de un señor mayor, empequeñecida por la distancia, camina de manera cansina por una carretera que, aunque despejada de árbol alguno, está bordeada de mieses doradas que cubren los campos con sus tallos delgados, agotados por el sol. Un perro joven, negro, alegre y juguetón va a su lado adelantándose a veces, parándose otras, para ver el camino que elige su dueño. Forman una estampa inconfundible, cercana, familiar. La pequeñez de la lejanía se une a una sensación de soledad frente ese ancho campo castellano.  Se detiene un momento ante un chozo de piedra al lado de la carretera, vestigio del quehacer pastoril de los antepasados por estas tierras. La carretera sigue con numerosos badenes para salvar las ondulaciones del terreno hasta la línea del horizonte. En las cunetas algunos brotes verdes recuerdan los frondosos y señoriales olmos que en otros tiempos sombreaban la zona, ahora el esfuerzo humano se empeña en aniquilar. La maquinaria agrícola tiene preferencia. Muy cerca,

Turismo rural

—Me voy al pueblo a pasar unos días de vacaciones. —¿A qué pueblo? —me pregunta mi amiga Amaia  —¿A qué pueblo? Al mío, al de siempre.  —La diferencia es que si vas a tu pueblo es gratis y si haces Turismo Rural vas a un pueblo que no es el tuyo pagando una pasta. Además, no vale cualquier pueblo, tiene que ser un pueblo con encanto que son los que aparecen en la Guía de Pueblos con Encanto.  —¿…?  —A estos pueblos se va por una carretera con tantos baches y curvas que no ves el momento de llegar. Lo siguiente es alojarse en una casa con encanto adornada con muchas vasijas y ristras de ajos, que no tiene tele, ni radio, ni microondas. Eso sí, tienen mosquitos trompeteros que te dejan como un Ferrero Rocher con varicela.  —¡Amaia!  —¡Calla!, que luego te das cuenta de que los del pueblo tienen parabólica, jacuzzi, internet y portero automático. Tu casa no tiene portero automático, pero tiene una llave que pesa medio kilo. También puedes elegir vivir con los dueños. ¡Estupendo! Tú vas de

Los peces de la amargura

La variedad y originalidad de las voces narradoras y de los enfoques, la riqueza de los personajes y sus diferentes vivencias componen, a modo de novela coral, un cuadro imborrable de los años de plomo y sangre que se viven en el País Vasco·   El autor, Fernando Aramburu, sigue en este libro la técnica del reportaje para ofrecernos en un ramillete de relatos cómo viven diferentes familias anónimas del País Vasco. Todas ellas han sido marcadas por la acción terrorista de ETA que un mal día irrumpió en sus vidas. Los relatos están contados sin dramatismo y con tan candorosa sencillez que contrasta con la desgarradora experiencia y el dolor que todos sus protagonistas llevan dentro. El clima que se crea es asfixiante porque en el aire se respiran las órdenes de imposición, de silencio y de colaboración si no se quiere correr la misma suerte. Ante esas directrices, la gente del pueblo actúa con ensañamiento con las víctimas para dejar bien claro donde están posicionados.  Vamos avanzan