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Turismo rural


—Me voy al pueblo a pasar unos días de vacaciones.
—¿A qué pueblo? —me pregunta mi amiga Amaia 
—¿A qué pueblo? Al mío, al de siempre. 
—La diferencia es que si vas a tu pueblo es gratis y si haces Turismo Rural vas a un pueblo que no es el tuyo pagando una pasta. Además, no vale cualquier pueblo, tiene que ser un pueblo con encanto que son los que aparecen en la Guía de Pueblos con Encanto. 
—¿…? 
—A estos pueblos se va por una carretera con tantos baches y curvas que no ves el momento de llegar. Lo siguiente es alojarse en una casa con encanto adornada con muchas vasijas y ristras de ajos, que no tiene tele, ni radio, ni microondas. Eso sí, tienen mosquitos trompeteros que te dejan como un Ferrero Rocher con varicela. 
—¡Amaia! 
—¡Calla!, que luego te das cuenta de que los del pueblo tienen parabólica, jacuzzi, internet y portero automático. Tu casa no tiene portero automático, pero tiene una llave que pesa medio kilo. También puedes elegir vivir con los dueños. ¡Estupendo! Tú vas de vacaciones y además de la tuya tienes que aguantar una familia postiza. ¿Quieres ver una peli por la noche? Ellos los documentales ¿Quién manda más? Yo, que me han soplado 600 €. Pues no, ganan ellos que viven allí y tienen el mando. Te despiertan a las 5 de la mañana para ordeñar a la vaca. Y digo yo, ¿por qué hay que ordeñar a las vacas a esa hora? Vamos, que a la vaca le tiene que sentar como una patada en las ubres. ¿Y cuando te ponen a hacer senderismo, que es lo que habitualmente se conoce como andar, mientras los del pueblo te adelantan con un todoterreno con aire acondicionado? Te vuelves bucólica, y al ver una caca de vaca sueltas: «Ummmmmh, huele a pueblo». ¿A pueblo? ¡Nooo! Huele a mierda; eso sí, a mierda con encanto.

Comentarios

  1. Nosotros sí que sabemos lo que es un pueblo con encanto. No hacen falta vacas, vasijas ni caminos pedregosos, para tener encanto sólo hace falta eso... encanto.

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  2. ¡Tú lo sabes bien!
    Sólo nos quedan tres días

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