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La voz de la memoria —Felipe—

   Hay personas que se convierten en personajes al dejar tras ellos una historia que abarca a todo un pueblo. La historia de Felipe es la de la voz de la memoria. Un repertorio de versos que aprendió de joven y no olvidará nunca. A través de sus palabras, la tradición se perpetúa cada año en la celebración de la fiesta de Santo Tomás de Aquino, en Villamediana. En la iglesia, frente al altar del santo, con la seguridad que le da su prodigiosa memoria, Felipe proyecta la voz de manera fluida, sin titubeos. Por momentos, la emoción pende en la lágrima que brilla en el borde del párpado, sin llegar a caer, porque sabe el significado profundo que encierra cada palabra. No son simples versos, se necesitan cinco o seis páginas para escribirlos. Las sostiene enrolladas en la mano derecha, la que dirige al santo para enfatizar, y es al que mira en todo momento porque es con el que conversa. Los demás somos invitados, emocionados y agradecidos. A Felipe se le ve profundamente concen...
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La niebla

  Tras la ventana  Con su velo blanquecino  La neblina difumina la ciudad.  Intenta borrar el ayer  Hermoso, lleno de vida, y color.  La mirada busca más allá  Alguna luz que la oriente.  Se encuentra huérfana  Ante el silencio sordo  En el que naufraga.

Eterna sombra - Miguel Hernández.

Yo que creí que la luz era mía.  Precipitado en la sombra me veo. Ascua solar, sideral alegría,  ígnea, de espuma, de luz, de deseo.  Falta el espacio. Se ha hundido la risa.  Ya no es posible lanzarse a la altura.  El corazón quiere ser más de prisa,  fuerza que ensancha la estrecha negrura.  Turbia es la lucha sin sed de mañana.  ¡Qué lejanía de opacos latidos!  Soy una cárcel con una ventana,  ante una gran soledad de rugidos.  Soy una abierta ventana que escucha.  Por donde va tenebrosa la vida.  Pero hay un rayo de sol en la lucha,  que siempre deja la sombra vencida.

Mi planta naranja lima - Reseña

Autor: José Mauro de Vasconcelos  Género: Literatura Juvenil/Latinoamericana. Editorial: El Ateneo (2019).  Número de páginas: 220  Idioma: Español  Ella me miró bastante y sus ojos parecían grandes y negros porque los anteojos eran muy gruesos. Lo gracioso es que tenía bigotes de hombre. Por eso seguramente era la directora.   —¿No es muy pequeño el niño?   —Es muy delgadito para la edad. Pero ya sabe leer.  —¿Qué edad tienes, niño?  —El día 26 de febrero cumplí seis años, sí, señora.  —Muy bien. Vamos a hacer la ficha. Primero, los datos familiares.  Gloria dio el nombre de papá. Cuando tuvo que dar el de mamá, ella dijo solamente: Estefanía de Vasconcelos. Yo no aguanté y solté mi corrección.  —Estefanía Pinagé de Vasconcelos.  —¿Cómo?  Gloria se puso un poco colorada.  —Es Pinagé. Mamá es hija de indios.  Me puse todo orgulloso porque yo debía ser el único que tenía nombre de indio en esa escuela....

El Mentirón

  En invierno las temperaturas se desplomaban. Los parroquianos, con gorros de lana, botas y bufandas en lugar de txapelas y alpargatas, buscaban el calor en la popular fonda El Mentirón. Aitor, el tabernero, les llenaba los vasos, no sin poner una raya en el mostrador al que no pagaba. Como nadie se quitaba la zamarra, había un tufo a sudor humano que echaba para atrás, mezclado con el del vino tinto de las barricas que, al derramarse de las espitas, se filtraba en el entablado del piso. En una esquina de la barra, estaba apoltronado Martín, el zapatero. Tenía su taller en un bajo de la calle Zapatería, no recibía el sol más que por el estrecho espacio que separaba las casas de un lado con las del otro. Los niños, al salir del colegio de Santa María, siempre corrían hacia su casa para gritarle: ¡Zapatero remendooón! Y él, encorvado, con un genio de mil demonios, salía tras los chiquillos que volaban en una bandada de pájaros gritones. Tampoco faltaba Julen, el herrero, con las...