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Mostrando las entradas que coinciden con la búsqueda de blanca y su gran familia

Blanca y su gran familia

La noticia me la dio una llamada intempestiva que me sacó de la cama con un susto de infarto. Para entonces la ciudad era un hervidero de dimes y diretes sobre la muerte en extrañas circunstancias del poderoso señor marqués de Mendoza. La gran preocupación de la familia, reunida en la biblioteca de su casa torre, era cómo decírselo a la joven Blanca que se quedaba viuda con 27 años. Envueltos en ese olor peculiar que liberan los libros viejos, consideraban que había que tener mucho tacto puesto que ahora el bienestar de todos estaba en sus manos. El Marqués la había nombrado heredera única con la condición de que no volviera a casarse. El tío abuelo que vivía con el Gato de Cheshire, sujetándose su amplia sonrisa mientras miraba de soslayo, propuso que lo mejor sería ocultárselo. La tía Elisenda, a la que llamaban Sombrero Loco porque de joven fue cabaretera, era partidaria de que hiciera un viaje de ensueño. La Marquesa, hermana del finado, sin quitarse la mantilla de encaje de s...

Érase una vez

   Esta es la historia de una gatita siamesa que quería ser adoptada. Había nacido en un chamizo abandonado donde la madre, una gata asilvestrada, se había refugiado para parir a sus seis retoños. Un día, nuestra gatita se acercó a la valla que separaba las fincas. Del otro lado escuchó voces alegres de humanos. ¡Podían ser sus cuidadores! Como los de Lola y Simón, dos perros del chalet de enfrente, o los del gato negro, unas viviendas más allá. A ellos los habían adoptado. ¿Por qué no podía serlo ella también? Esa era su ilusión. Soñaba con tener una familia que la quisiera, que le pusiera un nombre y así ser única. Ya se veía con un espacio para ella sola dentro de la casa. Los dueños jugaban con ella, le acariciaban la piel tan brillante como sedosa y dormitaba en una cálida manta mientras ellos miraban la televisión. Además, le daban siempre las comidas que tanto le gustaban y, sobre todo, le dejaban moverse en libertad.  Esta es la historia de una joven pareja , P...

Matar un ruiseñor. Novela y película

Con esta entrada solo pretendo contribuir al homenaje que rinde El tintero de oro a la obra y a la autora, en este mes de octubre, por iniciativa de Marta Navarro .  Ficha técnica de la novela  Título: Matar a un ruiseñor.  Autora: Harper Lee.  Año de publicación: 1960. Género: Narrativa.  Editorial: Harpe Collins Ibérica. Matar a un ruiseñor es una deliciosa novela que cruza la línea que separa las juveniles de las adultas. En ella las desigualdades sociales y el racismo son dos elementos constantes en el devenir de la sociedad del lugar. Desde el principio nos atrapa la voz de la narradora: la temperamental y pizpireta Scout. Una niña de ocho años, hija del abogado Atticus Finch. El padre, viudo, intenta educar a sus dos hijos según sus principios de justicia social, que no son los que rigen en la zona.  Con sencillez, a través de la mirada de la niña, vamos descubriendo la vida cotidiana de Maycomb, el pequeño pueblo de Alabama en el que viven y que representa...

Lo que esconde mi nombre

Tengo los ojos color avellana y mido 1,68. De pequeña tenía el pelo negro y la piel muy blanca, como Morticia, la de la familia Adams. ¿Una gótica macabra? Ni yo sabía entonces de su existencia. En casa me contaban que me había dejado una valenciana que pasó por el pueblo vendiendo cerámicas de Lladró. Una historia para soñar y dejar volar la imaginación. La de las cigüeñas estaba muy vista.  Es fácil creer que la razón de llamarme María Pilar se deba al espíritu religioso que dominaba por entonces en España. Había nacido el 21 de octubre, el 12 es capicúa, el día de la virgen del Pilar, no hace falta ser muy avispado, ¿verdad? Conclusión, que esa sería la causa para ponerme Pilar, con María por delante, era el top ten de los nombres en el momento. Lo curioso es que en mi familia nunca se celebraba el día del Pilar, ni se mencionaba siquiera. Tanto es así que yo lo mimeticé y nunca relacioné mi nombre con el de la Virgen. Lo que me hizo caer en la cuenta de tal incongruencia fue ...

Un cuento de Navidad

Sergio va caminando por la Gran Vía de su ciudad, una calle llena de rostros ausentes. Solo y aterido de frío, extravía la mirada por su entorno. No, no brillará un cielo cuajado de estrellas, la potente iluminación navideña lo impedirá. Se detiene ante un contenedor de basura y con el cuerpo invertido rastrea las fauces del abismo. Lo que ve bajo la azulada luz le produce un estremecimiento: Cuento de Navidad de Charles Dickens. Tembloroso, lo coge. Se cubre los ojos con una mano gélida de mugre y las lágrimas ruedan al ritmo de sus espasmos. Es su voz de niño la que le llega desde el cálido hogar familiar: —Mira mamá, ¡y también un cuento! ¿Me lo lees? —Es tarde cariño, dormimos y te lo cuento mañana. El pisar de algunas personas cruje en la nieve helada. Cual sombras en la noche, con grandes bolsas de regalos, pasan raudas mirándolo con desconfianza. Después, el silencio sólo es traspasado por las notas nostálgicas de un piano que desde un bar cercano perpetúa la canción "O...