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Por el mar Adriático

Conduzco el coche siguiendo la sinuosa carretera de costa que desciende al Adriático. El sol de poniente me obliga a entrecerrar los ojos para poder ver bien las curvas encadenadas al borde del acantilado. Abajo, un mar cristalino se extiende entre islas con una quietud de espejo. El crucero avanza abriendo una vía por las serenas aguas color turquesa que ocultan su profundidad tras el reflejo de los acantilados verdes. Así y todo me divierte una nereida engalanada con sus flores de nácar. Pronto me siento, a su vez, observada. Son los tritones con sus ojos coléricos los que recriminan mi intromisión en su mundo bajo el mar donde viven en palacios decorados con los restos de los naufragios. Con disimulo levanto la vista de las profundidades por el temor que me causa afrontarlos. El barco sortea con dominio los islotes que salen a nuestro encuentro y deja atrás la Perla del Adriático con su imponente muralla y sus tejados rojos que delatan su reciente reconstrucción. En Dubrovnik se p

No es la gravedad lo que te sostiene

Todo aquello que permanece Es lo que te sostiene Ahora que el apagado telescopio Es pan de desconsuelo Marejada de una crisis Huracán de tantos reveses Eso que es solo tuyo Tan íntimo, familiar y perenne Eso que te agarra por dentro Es lo que te sostiene Porque es roca, viento y lluvia Camino al que perteneces Rumor del agua esa luz primera Junto a lo que más quieres Días de estudio y sueños Juegos, risas y trueques Es lo que te sostiene Ese río que fluye y aviva Más que nunca, para siempre Se hace energía en tu cuerpo Y saca al ser fuerte que eres Para superar la tristeza Para afrontar el presente.

El regalo de su tiempo libre

Cuanto termina de colgar en las cuerdas del patio la colada de la ropa familiar para que se oreen sus rígidas costuras, se sienta en una piedra, y le saca a su flauta travesera  las más bellas melodías de un mundo de color y  magia con las que libera el alma. Navegando en su flamante barquito de papel  por un mar dorado, las gaviotas le hacen los coros a una pleamar  en calma y la suave brisa viajera le trae de regreso la risa de jóvenes muchachas que alegres se adornan con flores silvestres y duermen abrazadas sobre la hierba, envolviéndose en  aromas y sabores de los que ella participa. Ese secreto de su tiempo libre  le aporta la fuerza  para seguir viviendo con esa serenidad y alegría que todos los demás admiran.

Tiempo de cambio

Es tiempo de cambiar la dirección de la quebrada Aunque razón y sentimientos anden divididos En sumas y restas litigando Por el resultado que pudo ser y no ha sido. Es tiempo porque en las cuentas no hay misterio Que sumando éramos uno y restando nos dividimos El resto, es un rescoldo que abrasa Multiplicando hasta el infinito el caudal invertido Es tiempo de  hacer borrón y cuenta nueva Que amalgame lo nuestro no hay ecuación De las infinitas estrellas sólo miras a una Y esa una, no soy yo

Escuchar el silencio

Me han bastado dos días de paso por mi pueblo para constatar que sigue meciéndose en amplios campos de cereales que ya secos, le susurran sus nanas características ante la suave caricia del viento. Es el acompañamiento a tanta explosión cantarina de grillos, cigarras y mirlos. El viento nos trae aromas de tomillo, romero y espliego y en casa brillan en el cesto las cerezas recién cogidas. El caserío evoluciona lentamente, pero dando una vuelta nos encontramos con casas, rincones y restos de murallas que como un libro abierto te retrotraen al pasado histórico que con la modernidad no ha sucumbido sino que se ha hecho más visible. No ocurre lo mismo con otros elementos de un pasado no tan lejano, a los que las telarañas y el polvo los están acallando. Sólo algunos ojos pueden contárnoslo tal como ellos lo ven y digo ojos porque el grupo de personas mayores que se sientan en los bancos de la plaza a la sombra de los frondosos plataneros, pasan las horas rumiando sus silencios cargad