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Entradas

Entre los susurros del viento

Aunque permanecía cerrada y con sus puertas y ventanas selladas, yo bien sabía que la gran casona al lado de la nuestra latía suavemente porque era una casa con corazón, porque era una casa habitada. En sus piedras estaba grabada una intensa historia que a mí se me escapaba, la de la mujer misteriosa que vivía en ella y tan solo una vez al año se dejaba ver como salida de un cuento de hadas. Solo oír el chirriar del engranaje oxidado del gran portón remachado con herrajes, el tiempo se detenía, se me tragaba la voz e interrumpía mis juegos sabiendo que la mujer aparecería en nuestra casa atrapándome en aquella atmósfera de fábula que la rodeaba. Rápida me escondía detrás de la puerta y por la rendija espiaba. Era al final de la época estival, la higuera inclinada y vencida se desparramaba ocupando todo el corral rodeado por una tapia baja de piedra cerrateña que le hacía las veces de macetero. Su dueña, como había hecho años y años atrás, desde que alguien la dejó por otra prepara

Las Fiestas de Villamediana

̶ Por fin llegan los días más esperados del año. ̶ ¿Navidad? ¿Pero qué dices? Si estamos en agosto. ̶ ¡Hablo de las fiestas! Cómo se nota que no tienes pueblo, tú que tanto hablas de turismo rural y de lo que te gustan los pueblos con encanto. Mira, no te preocupes, te vienes conmigo a Villamediana que en las fiestas de mi pueblo lo vas a encontrar. Desde que se ha publicado en la página del ayuntamiento el programa; el whatsapp, los móviles, el fijo o “el boca a boca” están que echan humo transmitiendo la noticia. No necesito recurrir al tópico de que son de las mejores, porque lo son y a ver quién es el guapo que se atreve a decir lo contrario. Se extienden del 22 al 26 de agosto y no están dedicadas a ningún santo en concreto porque el pueblo no tiene, pero tiene un Beato Francisco que hace las veces; minucias sin importancia porque de lo que se trata es de celebrar lo que conocemos como LAS FIESTAS DEL PUEBLO. Todos reservamos esos días aunque estemos en la playa, en la mon

La llamada del mar

Al anochecer El oleaje del mar tenebroso Golpea y golpea Una gaviota cruza perdida La línea de la noche Barcos anclados en el puerto Y abatidos pescadores en tierra La desolación de un naufragio La espuma de la orilla Acerca Mirando al infinito Una madre y su niño esperan El regreso de los que no llegan

Descanso veraniego

Un saludo amigos, acabo de regresar de un viaje y me encuentro con un blog remolón y perezoso que ante la suave brisa que nos anuncia la cercanía del verano, me reclama un cierre temporal para realizar otras actividades más en contacto con la naturaleza. No quiero dejaros el típico cartelito de cerrado por vacaciones porque reconozco que todos los que estáis ahí, a los que he tenido la suerte de encontraros en este rodar bloguero, os habéis hecho especiales y ya ocupáis un lugar allí donde crecen los sentimientos. Gracias a todos los que me habéis leído y en particular a los que entrada tras entrada habéis dejado vuestros animados comentarios. Me habéis dado mucho: risas, compañía, retazos de vida e historias compartidas que han ocupado gratamente parte de mi tiempo. Con vosotros he encontrado ese arte de contar y he descubierto nuevas maneras de mirar: miradas impregnadas de humor, poesía, ironía, nuevos significados de las palabras de siempre... que me han llevado a apreciar

Si el pasado llama a tu puerta

Aitor salía del área de descanso Ruta de Europa donde había parado para comer cuando le entró una llamada en el móvil. Al ver el prefijo de Francia tuvo un mal presentimiento. Dejó que sonara. Se cerró el anorak y corrió hasta el camión para protegerse del temporal de viento y frío de noviembre. Con las manos heladas conectó el motor y salió huyendo dirección Madrid. Volvió a sonar. Estaba ahí. Podía sentirlo. Podía olerlo. El olor del miedo —¡Qué hostias pasa, tío! ¿Por qué no contestas?—La voz firme y autoritaria que le llegaba del otro lado de los Pirineos le confirmó lo que intuía: "el Burua". Intentó ocultar tras la suya la debilidad nerviosa que sentía: —¿Quién coño eres? —Mira Ortzi, a mí no me vaciles. Tenemos un trabajo para ti. Tú no estás fichado y hay que ejecutarlo en Francia el 20 de noviembre. Ortzi —pensó— el seudónimo que muy pocos conocían. Rememoró su época de estudiante con grandes ideales. Las manifestaciones y los enfrentamientos con la policí