Éramos una familia feliz hasta que la muñeca diabólica entró en nuestra casa. Mi hermana ya no seguía mis juegos, papá estaba callado y mamá muy preocupada. Sus ojos emitían una luz tan brillante que te cegaba, movía sus articulaciones y decían que hablaba, aunque en esas conversaciones yo solo oía diferentes modulaciones de la voz de mi hermana.
Una noche se oyó una pelea nocturna de gatas. A la mañana siguiente la muñeca apareció con un brazo arrancado y la cara arañada. Esto afianzó el dominio que ya tenía sobre mi hermana. Ajada y fea, no pudo deshacerse del influjo de su mirada, la abrazó contra su pecho y no se separaba de ella ni de día ni de noche. Nunca fue consciente de cómo la cambiaba su malévola influencia. Ya no era la niña alegre, compañera de juegos y risas que inundaban la casa. Sus mejillas ya no estaban arreboladas. Era un ser triste y distante que poco a poco enfermaba. Yo las vigilaba de cerca evitando siempre que mis ojos se encontraran con la terrorífica mirada. Temía que su poder me subyugase como lo había conseguido con mi hermana.
Mi hermana se moría. El médico dijo que envenenada con matarratas. Se investigó a la familia. Papá estaba en estado de shock, mamá lloraba sin consuelo ni esperanza. Por todos los lados buscaron a la diabólica muñeca y nadie pudo encontrarla. Solo yo sabía que estaba en el fondo del pozo donde pronto cayó la traidora de mi hermana.
Leyendo el final, me voy al principio ¿quien trajo la muñeca?. Eres increíblemente genial, si todo buen ralato tiene que tener un final de sorpresa tu nos ofreces uno doble. Abrazos
ResponderEliminarUna niña diabólica y un cuento inquietante. Como dicen ahí arriba, la sorpresa es doble. Un abrazo, Pilar.
ResponderEliminarTerrible
ResponderEliminarTe dejo mis cariños y deseos de buen fin de semana
Excelente microrrelato, Pilar!!
ResponderEliminarCariños para vos!
Lau.
Una gran historia, que no permite respirar hasta terminarla, de tanto suspenso y miedo en que nos haces leerla.
ResponderEliminarTe quedó espectacular.
Un gran abrazo.
Uy que buen relato me gusto el final .
ResponderEliminarEse final es redondo, María Pilar. ¿Qué tendrán las muñecas y muñecos que pueden despertar lo más dulce y lo más terrorífico de nosotros?
ResponderEliminarCreo que el cuento, si lo trabajas un poco eliminando las cacofonías y ajustando los tiempos verbales (o presente o pretérito), te quedará perfecto. Es solo mi opinión, claro, porque la que mandas eres tú. Y te la digo con la mejor de mis intenciones.
Un beso
Esa muñeca, esa muñeca...y también la de porcelana.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un saludo
Muy bueno, asusta de verdad, ;)
ResponderEliminarBesos.
Cómo se prestan las muñecas a relatos de terror y qué buen partido le has sacado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Visto lo visto y leído, lo más aconsejable es que las niñas no jueguen con muñecas, y a los diez años, que ya tengan novio.
ResponderEliminarBesos
¡sólo mirar la foto, asusta!
ResponderEliminarA saber los dramas de esa familia,
quizás para varios tomos.
jajaja muy buena la salida de Rafael.
Besos