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Ocurrió en el año 1898

Hoy me encontraréis en: http://curioson.blogspot.com.es/2013/03/ocurrio-en-el-ano-1898.html.  FFroi, que es el autor de este gran blog, ha tenido el detalle de convidarme como “Curiosón Invitado” y así formar parte de un grupo de blogueros entusiastas con este medio.  Me parece sorprendente y muy estimulante que un buen día alguien al que sigues por su trabajo en investigación y publicaciones, pero para el que eres una total desconocida, te reserve un espacio en su blog para una de tus publicaciones. La idea de compartir la afición que nos une por la escritura a través de este espacio virtual que es el blog, me parece apasionante; por eso, agradezco a FFroi la publicación de curiosón: Ocurrió en el año 1898 y a los que no lo conocéis os animo a pasar por su blog porque os va a gustar.  Para los que queráis leerlo desde aquí:   Mi abuela materna tenía el pelo ralo, bastante negro para su edad y muy largo. Se lo peinaba recogido en un moño, el típico moño de abuela. Yo nunca la vi sali

El precio de ser mujer

A veces, en breves destellos, logro pintar con mis piruetas aires que me gustaría respirar y cielos por los que me gustaría volar. El miedo al monstruo se impone olvidando los sueños imposibles. Es tan hábil en el manejo de mis hilos que nadie puede ni siquiera intuir mi desgracia. No soy más que una marioneta en las manos de un desaprensivo cegado por lucirse y medrar a mi costa. Un día no puedo aguantar más tanta vejación y oigo un chasquido en mi interior como el de un objeto de madera que se astilla violentamente. Mi cara se queda con una expresión desencajada, mis piernas se doblan y todo mi ser no es más que un ovillo. Enfurecido me grita:  « Te has vuelto torpe e inexperta, no eres más que un despojo de marioneta rota » . Coge unas tijeras con las que corta todos los hilos de mi destino y me arroja violentamente al fondo del exiguo cajón. ¡Él sí que conoce bien mis desdichas! Me crece un temblor frío que la soledad aumenta. Sin mis alas insuflándome alma, nunca más volveré a

La favorita

Moholy-Nagy  Me encantan las caricias de tus manos cuando se detienen algo más de lo normal disfrutando de mi suavidad aterciopelada; cuando me acercas a tu rostro y capto tu olor embriagador. Me aprietas contra tu pecho, me inspiras hondo y te rindes a mis caricias. Me necesitas y yo te respondo. Conmigo te gusta hacer acrobacias y te sigo porque estoy en forma. Con movimientos al ritmo que deseas, me deslizo por los valles de tu contorno en posturas de vértigo, por la entrepierna con esmero y detenimiento. Adherida a tus largas piernas me electrizan las cosquillas entre los dedos de los pies; me detengo de nuevo en tu sexo, y enroscada a tu cintura siento el roce de su desnudez. Sé que soy tu preferida desde el día que me atrapaste en el baño al salir de la ducha. No había terminado de amanecer y la luz del alba tenía suavidades que se difuminaban en la irrealidad. Tu piel perlada embellecía la tersura de tu cuerpo desnudo y pronto sus marcas estaban por todo mi ser. Te arrebuj

Malala Nobel de la Paz

¿De dónde sacabas tanto valor, mi niña? ¿De dónde esa fuerza que te hacía mantener una fe ciega en el horizonte que estaba por venir?  No hace mucho que te conozco, pero desde el principio sentí una conexión especial contigo y ¿quién no? Sentí que el sol brillaba más cuando nos llegaron noticias de que estabas mejorando de las agresiones que te ocasionó el que quiso matarte. Ese tiene que ser un día especial para ti porque has vuelto a nacer. Cosas malas ya las has vivido en tu corta vida, a partir de ahora encontrarás buenas y hermosas porque por fin se van a realizar tus sueños. Seguro que en todo el proceso que llevas, más de una lágrima se habrá deslizado por tu rostro destrozado y me duele tanto, pero estos días se tornarán en lágrimas de alegría y amor. Tu fuerza interior es la que ha hecho que volvieras a la vida y esta, seguro que saldrá fortalecida. Es hermoso leer lo que escribías en tu blog en el que proyectabas tanta sinceridad y claridad de ideas que a mí me emocionaste

Diálogo interior

Intento cumplir, como cada Año Nuevo, con los propósitos a cumplir. He empezado a ir al gimnasio. Voy por la mañana porque pensaba que a esa hora estaría vacío, pero no; parece que he coincidido con el pensamiento de mucha gente. Al entrar, todos nos sacudimos la nieve que traemos encima.  En la puerta, un vigilante nos indica que no se puede pasar al gimnasio con la ropa de calle, aunque vayamos con chándal. ¡Cómo para entrar con las pintas que llevamos! Estoy absorta esperando que abran el gimnasio cuando unos brazos se mueven y cruzándose lentamente buscan sus axilas donde parece querer esconder sus manos. Capto la mirada de compasión de aquella que los sigue con insistencia, con un punto de morbo y la expectación insana suficiente para proclamar sin voz: ¿Tú, vas a hacer gimnasia en este grupo?  En el gimnasio se ha puesto a mi lado. —No lo mires, que te conozco —me increpa mi yo interior tan sensato. —Déjame en paz, es muy guapo —le contesto —Ya, ya, con que guapo, no es e