Intento cumplir, como cada Año Nuevo, con los propósitos a cumplir. He empezado a ir al gimnasio. Voy por la mañana porque pensaba que a esa hora estaría vacío, pero no; parece que he coincidido con el pensamiento de mucha gente. Al entrar, todos nos sacudimos la nieve que traemos encima.
En la puerta, un vigilante nos indica que no se puede pasar al gimnasio con la ropa de calle, aunque vayamos con chándal. ¡Cómo para entrar con las pintas que llevamos!
Estoy absorta esperando que abran el gimnasio cuando unos brazos se mueven y cruzándose lentamente buscan sus axilas donde parece querer esconder sus manos. Capto la mirada de compasión de aquella que los sigue con insistencia, con un punto de morbo y la expectación insana suficiente para proclamar sin voz: ¿Tú, vas a hacer gimnasia en este grupo?
En el gimnasio se ha puesto a mi lado.
—No lo mires, que te conozco —me increpa mi yo interior tan sensato.
—Déjame en paz, es muy guapo —le contesto
—Ya, ya, con que guapo, no es eso lo que te interesa.
—Mira, el próximo día te quedas en casa que para incordiar yo solita me basto.
—¡Ja, ja, ja! En casa, no te lo crees ni tú. ¡No se te ocurra mirarlo!
Me concentro en el espejo que ocupa la pared de enfrente y allí la mirada quiere desviarse sin tener que girar la cabeza. Una mirada maternal, protectora, en compensación a la que acaba de recibir.
—No lo mires, que te conozco —me increpa mi yo interior tan sensato.
—Déjame en paz, es muy guapo —le contesto
—Ya, ya, con que guapo, no es eso lo que te interesa.
—Mira, el próximo día te quedas en casa que para incordiar yo solita me basto.
—¡Ja, ja, ja! En casa, no te lo crees ni tú. ¡No se te ocurra mirarlo!
Me concentro en el espejo que ocupa la pared de enfrente y allí la mirada quiere desviarse sin tener que girar la cabeza. Una mirada maternal, protectora, en compensación a la que acaba de recibir.
—¿Estás segura de que es eso lo que necesita?
—¡Joder! Lo has conseguido, he perdido el ritmo, la coordinación y… ahora soy yo el objeto de las miradas de algunos.
—Por patosa.
—Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
—Déjate de poesías, tú a lo tuyo. ¿No era uno de tus propósitos del Año Nuevo? Pues, ¡vaya comienzo!
—¡Qué pesadilla! —me ha salido en voz alta. Menos mal que la clase ha terminado.
—Duro, ¿eh? —me dice acercándose con una sonrisa de oreja a oreja —Ah, ¡gracias!
Lo que me faltaba, ha estado leyéndome el pensamiento.
—Oye, ¿por qué me das las gracias?
—Porque has sido la primera chica que ha estado más de una hora a mi lado sin mirarme esto, ni siquiera de reojo.
Y levanta con desenvoltura los dos muñones que tiene por brazos desde que la guillotina de la fábrica de Fournier se los llevara por delante.
—¡Joder! Lo has conseguido, he perdido el ritmo, la coordinación y… ahora soy yo el objeto de las miradas de algunos.
—Por patosa.
—Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
—Déjate de poesías, tú a lo tuyo. ¿No era uno de tus propósitos del Año Nuevo? Pues, ¡vaya comienzo!
—¡Qué pesadilla! —me ha salido en voz alta. Menos mal que la clase ha terminado.
—Duro, ¿eh? —me dice acercándose con una sonrisa de oreja a oreja —Ah, ¡gracias!
Lo que me faltaba, ha estado leyéndome el pensamiento.
—Oye, ¿por qué me das las gracias?
—Porque has sido la primera chica que ha estado más de una hora a mi lado sin mirarme esto, ni siquiera de reojo.
Y levanta con desenvoltura los dos muñones que tiene por brazos desde que la guillotina de la fábrica de Fournier se los llevara por delante.
ResponderEliminarEs difícil a veces no mirar aquello a lo que no estamos acostumbrados a ver a menudo, pero hay tantas clases de miradas..... Yo creo que las personas a las que se mira, saben bien cómo le están mirando, si con curiosidad, con morbo, con pena o como un mono de feria, para ellos, vale muchísimo una mirada de sorpresa momentánea seguida de una aceptación lógica y personal, que saben valorar porque se dan cuenta de que sus cualidades humanas y profesionales son suficientes para ser uno más en la sociedad.
Buena entrada, Pilar y sí, una mirada puede llegar a costar sufrimiento o encontrarte con un "gracias", como tú.
Besos, amiga.
Fabuloso comentario Yeste. Gracias por hacer aportaciones siempre tan interesantes.
EliminarUn cariñoso abrazo :)
Me gusta tu conversación contigo misma. Igual si la próxima vez te la dejas en casa te aburres.
ResponderEliminarA veces una mirada lo es todo, dice todo. Y a veces una mirada hace tanto daño.
Me ha gustado. Transmites increiblemente bien. A mi por lo menos me llega.
Un besazo.
gracias Nuria por tu generosidad y el ánimo que siempre me das.
EliminarBesos
Desde luego no me esperaba el final...
ResponderEliminar¿Quién no habla consigo mismo? Me gusta cómo lo cuentas.
Beso, y qué sigan los ánimos pro gimnasio!
Los buenos propósitos sirven para abandonarlos y así al retomarlos tener una nueva inyección de ánimo.
EliminarPara mi es un gran elogio Eva que te guste como lo cuento, lo mejor que me podías decir y más viniendo de una ágil narradora como eres tú. Gracias de corazón.
Besos
Las miradas dicen muchísimas cosas y como en este caso la no mirada, también. Me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarBesos
Gracias Jara por tu interesante aportación.
EliminarBesos.
pues ese soliloquio interno estuvo genial , todos alguna vez y más de muchas lo hacemos pero
ResponderEliminarno lo confesamos
mirar y ver, dilema siempre presente entre el ojo y la interpretación
el quiebre final funciona muy bien en el relato
felicitaciones Pilar
abrazos y feliz fin de semana
Lo del soliloquio no confesado tuvo su punto, me ha hecho sonreir.
EliminarMirar y ver y luego la interpretación que cada persona le dé que nunca es igual. Las relaciones humanas son complicadas.
Cariñoso abrazo Elisa.
Hola ¿Qué tal estas?
ResponderEliminarOye enhorabuena por seguir yendo al gimnasio, seguro que logras lo que desees.
Muy bonito como lo cuentas, y muy bien escrito.
Una mirada lo dice todo. Cuando alguna persona tiene es diferente físicamente, hay miradas que hacen muchooooooo daño. Y a la persona que va dirigida la mirada le llega perfectamente como la han mirado.
Nadie quiere miradas de pena, sí de solidaridad. Me encanta como has hablado contigo misma, es un práctica buenísima para darse ánimos uno mismo.
Bella obra de arte del grito tapándose los oído para no escucharse así mismo.
Saludos y un abrazo
Gracias Isa por tu extenso y acertado comentario.
EliminarNadie quiere que lo compadezcan.
Un cariñoso abrazo.
uff! que inesperado! jaja! muy bueno!
ResponderEliminarMe gusta que te haya sorprendido, Dur.
EliminarUn abrazo.
El relato es sensacional, y por supuesto a veces una mirada basta, aunque no se converse. De todas formas lo mejor que hay en ciertas circunstancias es hablar con uno mismo, así no te peleas con nadie, y si lo hace uno mismo se da las dos guayas.
ResponderEliminarPosdata; no se que quedó en el blog cuando habías publicado este post; o a mí se me ha pasado por alto. Un abrazo.
Cuántas veces una mirada te da confianza y abre puertas y otra te las cierra sin que medie la palabra.
EliminarRafa, el post lo publiqué sin imagen y como siempre me gusta poner una lo retuve hasta que lo actualicé de nuevo.
Un cariñoso abrazo :)
cuanto vale una mirada bien mirada?
ResponderEliminarCreo que es de esas cosas que no se puede tasar en precio.
EliminarCariñosos saludos
Yo creo que vale tanto como nosotros queremos que valga...
ResponderEliminarHay días que ni me importa cómo me vean, otros en los que no podría vivir sin unos ojos posándose en mí.
Linda reflexión.
Un beso.
HD
Todo depende de la persona que te mire y de cómo te mire ¿no? al menos yo pienso así. Según qué persona me importa más o menos.
EliminarUn cariñoso abrazo.
Si esas mirads compasivas o haciendose las distraidas duelen en el alma.
ResponderEliminarTe deseo que tengas un muy buen fin de semana, que logres que los buenos momentos sean placenteros, a pesar de factores externos.
Cariños
Para ti también una feliz semana, abu.
EliminarCon todo mi cariño.
Pilar:
ResponderEliminarMuy buena entrada. En la ciudad vivimos en un mundo de miradas, de seres desconocidos en su mayoría.
Es nuestra manera de comunicarnos. Inevitable y vital.
Ya se ha dicho infinidad de veces que los ojos son la puerta de entrada al alma; es por ello que, en la ternura de una mirada, confiamos y en la inquisición de otra, nos cerramos.
Nuestros ojos son inmunes a nuestra voluntad: si algo nos llama la atención, no hay modo de evitar que ellos observen aquello que no queremos ver.
El manejo del diálogo interno está muy bueno, pues marca la lucha entre lo que se es y lo que se pretende ser. Es la eterna represión de los sentimientos (y la conducta) de la persona condicionada por el medio, uno de los regalos de la educación. Un niño pequeño no se lo plantea: actúa al primer impulso.
Me gustó leerte.
Un gran abrazo y buen fin de semana.
Gran reflexión la tuya Arturo.
EliminarEl mundo de las relaciones humanas es tan complejo como personas hay en él y la educación recibida influye mucho en todo ello.
Un cariñoso abrazo y feliz semana.
Las miradas a veces moletas
ResponderEliminarme gusta ese dialogo contigo misma
Abrazo
A veces los diálogos con uno mismo son los causantes de los frenos que nos ponemos a la espontaneidad y naturalidad en las relaciones humanas.
EliminarBesos Lapislazuli.
Este tipo de situaciones son un poco violentas, dependiendo de la propia persona objeto de nuestras miradas. Yo tengo por costumbre mirar a todo el mundo igual (bueno, falso, con las chicas delgadas se me escapa un poco la vista -pero va ella por su cuenta, eh? y no le permito que sea soez)-.
ResponderEliminarUna persona de esas características supongo que estará más que acostumbrado a todo tipo de miradas, y me choca un poco que dé las gracias por no mirarle; si nadie le mirase sería como alguien invisible. Es un equilibrio peligroso. Habrá que tratarle normal, según mi opinión, y que él trate normal al resto de las personas.
Como siempre: no sé...
Un besito.
El mundo de los complejos y de las injerencias en las vidas ajenas es tan complicado que yo tampoco sé explicar. A veces lo que le viene bien a una persona otra te lo rechaza en similares circustancias.
EliminarBesos
Wowwwwww, un relato muy bonito. La verdad, cuánta falta me hace asistir al gimnasio y creo que ya no lo pensaré e iré inmediatamente, jijijiji.
ResponderEliminarCon respecto a las miradas, las de mi madre eran de advertencia y a veces fulminantes cuando rebasábamos los límites.
El final inesperado me sorprendió. Muy bonito amiga.
Cariños desde Perú y gracias por tu cálida visita a mi casita bloguera.
Cariñosa Nuri, tu simpatía llega tan fresca y natural a estas tierras tan lejanas del Perú.
EliminarEsas miradas de tu madre en ciertos momentos debían ser terribles ¿eh? Si con la mirada lograba controlaros se ahorraría muchas palabras.
Un cariñoso abrazo :)
Una hermosa historia! Un gran domingo
ResponderEliminarUn abrazo saludos.
Gracias por tu aportación, María.
EliminarUn cariñoso abrazo. Feliz semana.
A veces resulta casi imposible desviar la mirada a algo que no estamos acostumbrados a ver, por suerte tu yo interior te mantuvo firme ante esa tentación, y mira que al final hasta te lo han agradecido.
ResponderEliminarExcelente relato Pilar.
Besos.
Siempre para bien o para mal lo diferente llama más nuestra atención.
EliminarUn cariñoso abrazo Lolis
Pilar,un relato precioso...¿sabes?Esos diálogos internos los tengo yo muy a menudo y hasta hablo en voz alta contestándome...La mente y el corazón suelen hacerlo y tienen verdaderas luchas internas...
ResponderEliminar¡¡Qué bueno,que aquel chico se sintiera un digno ser humano a tu lado,qué bueno...!Le hiciste un gran regalo,ya lo creo.
Si la gente hablara consigo misma,nunca se sentiría sola...(sonrio)
Mi felicitación y mi abrazo inmenso,compañera de letras
M.Jesús
A veces el corazón no quiere saber de razonamientos mentales y la razón no entiende de sentimientos.
EliminarGracias M.Jesús.
Otro gran abrazo para ti.
Una mirada vale mil palabras!
ResponderEliminarun abraxo!
Estoy totalmente de acuerdo, Marilyn.
EliminarBesos
Pili, que te digo otra vez que me gusta como escribes y como lo trasmites, pero ahora añado, me gusta la conversación contigo misma, yo suelo hacerlo,...tu mirada, una mirada... pero esta mirada que nos relatas, me ha envuelto, me ha llevado todo el tiempo, desde la compasión, la expectación, la materialista, protectara, ...Ay amiga pasas por todas, pero me encanta pensar, un poco en la pícara: la que ve al hombre "guapo",... y como siempre el giras al final del relato, me gusta mucho leerte, miles de abrazos
ResponderEliminarRegina, ¿qué puedo añadir a tu maravillosa aportación? eres y sol y como tal irradias luz y una calurosa acogida. Gracias por todo.
EliminarBesos.
Jo qué fuerte ese final, así de sopetón.
ResponderEliminarNos metes en una historia que no parece más que un diálogo entre tus "yoes" y zás, pasas de la superficialidad al abismo con final de relato, de auténtico relato.
Me gustó.
Un beso
Rosy, a veces en lo más cotidiano de la vida irrumpe algo que nos descoloca y era lo que yo quería transmitir en este relato. Gracias por tu maravillosa aportación.
EliminarBesos
Entre el si quiero mirar y el no puedo están esos diálogos con tu interior, gracias pilar por esto relatos que nos gustan tanto!!
ResponderEliminarGracias como siempre por compartir!!
Saludos Pilar.
Gracias a ti Pablo por aportar tus acertados comentarios.
EliminarUn cariñoso abrazo.
.
ResponderEliminarDesconfie do palhaço, mas
não vire as costas às ver-
dades do poeta.
Hoje, no meu blog.
Beijos,
silvioafonso
.
Dialogos internos tengo a menudo.
ResponderEliminarTe cuento algo sobre ese jardín que te enamora de mi blog,sabes porque te enamora,porque está hecho con amor.Nosotros( mi esposo y yo) vivimos solos pues nuestras hijas estan ya grandes y casadas,ese jardín lo hace el para disfrutarlo entre los dos,abrazos y gracias.
Me encanta. Sigue poniéndonos fotos del jardín que tan maravillosamente prepara tu esposo y así lo disfrutaremos también un poquito nosotros.
EliminarAbrazos, Fiaris.
Me encantan los blogs reflexivos. He disfrutado paseando por el tuyo.
ResponderEliminarUn saludo
Lo mismo puedo decir del tuyo que me has permitido conocer al dejar tu comentario aquí. Agradezco tus palabras.
EliminarSaludos.
muchas gracias por tus saludos y energías compartidas
ResponderEliminaren mi roncón, abrazo grande para ti
ten una semana preciosa!!!
Espero que lo pasaras bien en tu día.
EliminarCariñoso abrazo, Elisa.
Es buenísimo. Te felicito. Hay miradas que parecen imposibles de obviar y así nos perdemos tantas cosas...
ResponderEliminarTu paso por aquí me ha permitido conocer tu blog.
EliminarGracias por tus palabras de ánimo.
Saludos.
Pilar, decía el Pirincipito "lo esencial es invisible a los ojos". Y es que la mirada espejo de tanto también también se proyecta más allá de lo material y tangible y se adentra en el alma humana, a la que en muchas ocasiones percibe con tanta nitidez. Como los personajes de tu brillante relato.
ResponderEliminarMagnífico diálogo interior.
Un placer leerte.
Un abrazo
Bonita y profunda frase la que me has dejado: "lo esencial es invisible a los ojos", me quedo con ella.
EliminarCariñoso abrazo Feli.
Durísimo final, pero no hace más que poner de manifiesto el morbo que invade a muchos. Determinadas miradas debieran evitarse, está claro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Isabel por tu aportación, para mi supone mucho.
EliminarCariñoso abrazo
Magnífica entrada, a veces se nos olvida cuan importante puede llegar a ser, una mirada...
ResponderEliminarMe encanta tu post, lleno de reflexiones.
Saludos muchos y linda semana
Gracias por tus palabras, Alborada.
EliminarUn cariñoso abrazo
Los ojos, a veces, hablan demasiado.
ResponderEliminarBen - posta ya no existe. Silva se ha muerto hace unos años y toda su obra se fue un poco antes de su muerte, bastante mal gestionada.
Si quieres saber algo más, escríbeme al correo que figura en mi perfil.
Gracias María Jesús por tu información, o sea que todo ha terminado.
EliminarUn cariñoso abrazo.
Un monólogo o soliloquio estupendísimo.
ResponderEliminar¡Qué bien lo cuentas, amiga!
Creo que las miradas dicen mucho más que muchas palabras.
Besotes.
¡Qué maravillosa eres, Towanda!
EliminarBesos
M.P., espléndida discusión entre tú y tú, con un sorprendente resultado que desvía la atención inmediatamente del lector. Es como un castillo de piedra convertido en naipes al que se le ha colocado la última carta y cae. Es un relato con dos caminos que jamás habían pensado en confluir.
ResponderEliminarExcelente.
Un abrazo, M.P.
Exhaustivo e interesante análisis del relato.
EliminarGracias, Antonio por compartir tu mirada.
Abrazo.
Cuando tienes enfrente a una persona con un cuerpo estupendo se mira lo que se tiene que mirar. Yo no lo veo tan complicado siempre que no se falte al respeto. Besos y bienvenida a mi blog. Ana
ResponderEliminarSi la persona que está en frente tiene un cuerpo estupendo, seguro Ana que estará encantada y acostumbrada a despertar admiración a su alrededor.
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana Ana.
Sin entrar a valorar los sentimientos de lo que escribes, cada día me gusta más como escribes y los relatos se me hacen cortos, por lo mucho que los disfruto, aunque reconozco que son "redondos" en sí mismos.
ResponderEliminarUn beso.
Sorprendida me he quedado con tu comentario y ¿lees mis entradas? ¡Qué alegría!
EliminarTienes mucha razón, y es que una mirada vale más que mil palabras.
ResponderEliminarYa puedes callar que la otra persona te robará el pensamiento desde tus ojos, ya podrás decir algo que te delatarán los ojos.
M.p. un placer leerte, y me quedo con la frase poética: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente” que me ha encantado.
Un besazo.
Gracias por tus preciosas palabras María.
EliminarInmenso abrazo
El final me ha cogido totalmente por sorpresa. Son situaciones difíciles para el que mira, e incómodas para que el que es observado. Supongo que lo mejor es intentar llevarlo con la mayor naturalidad posible.
ResponderEliminarMuy bien escrito, la conversación contigo misma me ha gustado mucho.
Un beso.
Gracias Jon por tus palabras.
EliminarUn beso.