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Entradas

Me gustaba mucho mi casa

Me gustaba mucho mi casa, era alegre y divertida, y yo la había ido perfilando a mi imagen y semejanza. En la puerta de entrada había colgado un letrero que decía: «Piensa en positivo», más que nada por los que venían a visitarla, para que supieran de su talante.  Con los años había adquirido vigor y energía renovada, justo lo contrario de esas casas modernas que sucumben al paso del tiempo. No era muy grande, pero sí acogedora, y podías desenvolverte en ella con confianza. Durante el día, tenía mucha actividad que atendía de manera entusiasta; después, siempre se lo premiaba cuando, por la noche, se hacía el silencio. Se cobijaba en su rincón preferido, tras la ventana, y contemplaba el cielo estrellado. Allí sentía cómo se revitalizaba al ver que formaba parte de aquella expansión cósmica.  No supe en qué momento un okupa se instaló en mi casa. Se filtró despacio, como un ladrón receloso. Tal vez entró por la trasera, con los zapatos en la mano para que no se oyera su pisar, y emp

Alzheimer

¡Qué árboles tan grandes!   ¿Te acuerdas?   Tú y yo los plantamos   ¡¿Pero qué dices, papá?!   No insistas tanto, hijo, no te alteres   Yo lo intento   Mi mente no quiere   Perdida en un limbo   No me pidas que recuerde   Quédate a mi lado   Nunca me dejes   No me grites porque lloro   Decepcionarte me duele   Sin recuerdos estoy perdido   Hazme sentir que estás presente   Con tu abrazo, con tu voz   Acompáñame siempre   Coge mis manos entre las tuyas   Tu calor me envuelve   Y tu presencia ilumina   Esta nebulosa de mi mente 

La casa de arena

El paseo por el sendero que los llevaba al Valle Abajo estaba solitario. La quietud de la tarde se extendía por los rastrojos donde las pajas brillaban doradas por la cálida luz del sol. Los muchachos se dirigían a la Casa de Arena que ya conocían de otras veces, todos menos ella, Andrea, la hermana más pequeña, los acompañaba por primera vez.  En una loma de arenisca se abría una enorme y oscura boca ojival que bien pudo ser el precedente de las catedrales góticas. Era la entrada de la casa. Los muchachos corrieron a perderse en las sombras de su interior. ¿Qué peligros escondía la enorme boca negra de esa cueva? Andrea notó algo en el aire que la paralizó antes de entrar. Se quedó inmóvil atrapada por el hechizo. El sol del atardecer confería a la casa un aspecto mágico. Su misterio se dulcificaba y parecía sonreír. La habitaban formas sin rostro que iban de un lado para otro dejando, tras de sí, una sinfonía de palabras. Eran las voces de los contadores de historias más antiguos

Aunque todo esto hoy ya es pasajero

Aunque todo esto hoy ya es pasajero    En aquel tiempo extraño  Se había mudado muy lejos  Los lugares de la infancia se quedaron solos  Con la prisa del viaje no pudo llevarlos    De mucho le sirvieron los recuerdos  Esos sí la acompañaron  Los embellecía con mentiras  Los auténticos quedaron bien dentro   Esperaba pletórica el encuentro del regreso  Pero cuando llegó aquel momento  Los lugares habían mermado tanto  Que no cabía en ellos

La mirada de mis historias

Una y otra vez la mirada de mis historias se proyecta desde la memoria y desde la imaginación. Una mezcla de las dos. Una y otra vez Villamediana es el motivo de muchos de mis relatos, siempre distintos. Ese lugar donde nací, ya no existe. No al menos como está en mis recuerdos.  Sigue siendo un pueblo rural, pero en él entraron de lleno los tractores, las cosechadoras, la modernidad. Hoy es un pueblo bello y atractivo. Está lleno de luz, flores, aire sano y tranquilidad de vida. Tiene modernas casas que se eligen como residencia o para pasar las vacaciones. Me he quedado sin pueblo. Un pueblo en blanco y negro, sin aceras y con barro en las calles, era el territorio en el que viví de niña. Puedo cerrar los ojos y recorrer las callejuelas, ver sus casas recias, respirar sus olores: el de la leña ardiendo en la chimenea o el del pan crujiente recién hecho. Oír las voces de los mayores hablando con misterio, contando historias trágicas de la vida y de la muerte. Sentir miedos atávicos