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¡Por fin! Se acabó la violencia de ETA en Euskadi

"Mil sueños se han roto mil vidas al sol Hoy sufro tu llanto te doy mi canción No me caben penas para tanto horror Es tanta la rabia es tanto el dolor” Gontzal Mendivil Desde que se anunció su estado crítico la gente pasaba las horas en su quehacer diario esperando el comunicado anunciado. En las miradas y en los gestos se insinuaba un atisbo de esperanza.  Estaba en fase terminal y todos esperaban el desenlace. Hora tras hora como cuentagotas se fue colando en su mente lo que era una agonía sin vuelta atrás. Avanzaba la tarde del jueves 20 de octubre cuando el corazón del terrorismo del País Vasco dejó de latir.  ¡Por fin!  El alegre desenlace se había producido. Terminaba un proceso de violencia, un muy largo y doloroso proceso. Hoy el sol brilla más, la gente parece más contenta y en cafés y terrazas se habla de manera animada. © María Pilar

Nostalgia de la luz y las estrellas

Conozco un lugar de la tierra de bellos atardeceres rojizos y violetas que perfilan la silueta de todo un pueblo que descansa acunado por sus cerros. Siendo el mismo paisaje luminoso que te acompaña durante el día, a esta hora cobra nueva vida: las personas salen a la fresca enredándose en tertulias interminables, los grillos cantan por doquier, el tintineo de las lejanas esquilas avisan del retorno de los rebaños de ovejas y el cielo se engalana de fiesta lanzando sus fuegos artificiales.  Se abre la puerta a un escenario estrellado que te sobrecoge con su presencia grandiosa e infinita para anunciar el advenimiento de un nuevo día. Este se cuela por las rendijas de las persianas inundándolo todo con un derroche de luz que te hace saltar de la cama y abrir la ventana para que te acoja con todo su esplendor acompañado de una sinfonía de trinos. Hay lugares que no son simples puntos geográficos en un mapa, encierran sentimientos, emociones y vida, pura vida. Tienen el alma de...

El médico rural

El pueblo dormía la siesta ese día de verano.   La madre, con el delantal de la cocina y las zapatillas de estar en casa, cogió rápidamente a la niña en sus brazos y corrió hacia la casa del médico. De vez en cuando, tenía que espantar algún moscardón que se acercaba al olor de la sangre a la vez que sujetaba a la niña.    Al llegar, sudada y con la respiración agitada, lo que parecía apurarle era presentar al doctor así a su hija, envuelta en un revoltijo de trapos ensangrentados, con sudor y lágrimas. La niña, pálida por la sangre que había perdido, miró al médico con ojos desorbitados, manifestándole el rechazo que le producía y se agarró fuertemente al cuello de su madre para impedir que la dejara en aquel cuarto que le dejó grabado, en un lugar recóndito de su cerebelo, un olor tan penetrante que no ha olvidado jamás.  El padre había dejado la segadora agrícola a la entrada de casa, mientras comía. La niña retó a su amiga, Chelo, a subirse a lo alto de ...

Contra el maltrato infantil

Amedrentados por las sombras que sus propias figuras proyectaban en las tinieblas a la luz de la vela, los dos hermanos se arropaban para hacerse compañía. El vino producía un sonido metálico al caer en el garrafón de cristal. De pronto, una oscuridad taponó la boca de la cueva. La vela se estremeció, un viento frío agitó los toneles, las gotas de humedad lloraron suspendidas en la bóveda, el crujir de las maderas se silenció, tan solo un caballo desbocado por corazón y unos pasos que se acercaban. El niño se escabulló al instante. La niña no corrió la misma suerte.

El primer día de clase

El primer día de clase, recibo a los alumnos con un breve saludo y comienzo a explicarles el contenido del curso y las normas para participar en el mismo.  Un muchacho interviene para decir: “pero tú, ¿cómo te llamas?” Está mirando la hoja informativa que se les ha dado donde su tutora aparece con nombre compuesto, uno de los cuales coincide con el que yo me acabo de presentar. Agudo y listo, sí; a modo de presentación deja bien claro que él no se corta un pelo.  Más tarde toma de nuevo la palabra: “¡porque un día lleguemos fuera de la hora no pasa nada!” Oigo algunas risitas que le hacen coro.  Frente al resto de la clase que permanece expectante, me mira con todo descaro. Sé que intenta mantener un pulso conmigo para dejar bien claro quién va a ser el líder del grupo. Me interesa que vaya enseñando sus cartas. Muchos de los que actúan así ocultan circunstancias personales, familiares o de otro tipo que les impiden progresar. Tendré que ir descubriéndolo.  M...