Se levantaba por la noche. Deambulaba por la casa como alma sin dueño. Encendía las bombillas desnudas que colgaban del techo y con su pálida luz amarilla disipaban la oscuridad, aunque ella no las necesitaba porque caminaba con los pasos ciegos del que no ve el mundo exterior, sin voluntad ni decisión. Contestaba incoherencias cuando le preguntaban y todos así lo proclamaban: "Es sonámbula". El recuerdo que tiene de sus paseos de nocturnos no responde a una experiencia vivida sino a algo que le han contado, porque su voz en esos momentos era la voz que proviene de los sueños y no de la garganta y sus ojos abiertos, hacia esos mundos oníricos miraban. Tantas veces le han contado lo que hacía o decía que lo ha fijado en su memoria como una fotografía, de ahí que solo se ve a sí misma como una imagen que le devuelve el espejo de su adolescencia con cara de niña y expresión seria, ojos abiertos, camisón blanco y los pies descalzos a pesar del frío. De su madre, q...
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