Se levantaba por la noche.
Deambulaba por la casa como alma sin dueño.
Encendía las bombillas desnudas que colgaban del techo y con su pálida luz amarilla disipaban la oscuridad, aunque ella no las necesitaba porque caminaba con los pasos ciegos del que no ve el mundo exterior, sin voluntad ni decisión.
Contestaba incoherencias cuando le preguntaban y todos así lo proclamaban: "Es sonámbula".
El recuerdo que tiene de sus paseos de nocturnos no responde a una experiencia vivida sino a algo que le han contado, porque su voz en esos momentos era la voz que proviene de los sueños y no de la garganta y sus ojos abiertos, hacia esos mundos oníricos miraban.
Tantas veces le han contado lo que hacía o decía que lo ha fijado en su memoria como una fotografía, de ahí que solo se ve a sí misma como una imagen que le devuelve el espejo de su adolescencia con cara de niña y expresión seria, ojos abiertos, camisón blanco y los pies descalzos a pesar del frío.
De su madre, que era la que siempre la reconducía a la cama, ni un recuerdo ni una imagen, nada; porque a pesar de sus grandes ojos abiertos nunca la llegó a ver, ni sus oídos escucharon sus palabras, ni captó su tacto, ni le llegó su aroma.
Vivía el sueño del sonámbulo.
Deambulaba por la casa como alma sin dueño.
Encendía las bombillas desnudas que colgaban del techo y con su pálida luz amarilla disipaban la oscuridad, aunque ella no las necesitaba porque caminaba con los pasos ciegos del que no ve el mundo exterior, sin voluntad ni decisión.
Contestaba incoherencias cuando le preguntaban y todos así lo proclamaban: "Es sonámbula".
El recuerdo que tiene de sus paseos de nocturnos no responde a una experiencia vivida sino a algo que le han contado, porque su voz en esos momentos era la voz que proviene de los sueños y no de la garganta y sus ojos abiertos, hacia esos mundos oníricos miraban.
Tantas veces le han contado lo que hacía o decía que lo ha fijado en su memoria como una fotografía, de ahí que solo se ve a sí misma como una imagen que le devuelve el espejo de su adolescencia con cara de niña y expresión seria, ojos abiertos, camisón blanco y los pies descalzos a pesar del frío.
De su madre, que era la que siempre la reconducía a la cama, ni un recuerdo ni una imagen, nada; porque a pesar de sus grandes ojos abiertos nunca la llegó a ver, ni sus oídos escucharon sus palabras, ni captó su tacto, ni le llegó su aroma.
Vivía el sueño del sonámbulo.
Precioso cuento.
ResponderEliminarLas madres siempre en la sombra, discretas, sin ningún protagonismo, sin pedir nada.
Un abrazo.
Me alegro que te guste; pienso como tú en cuanto al papel de la madre resolviendo los problemas desde la discreción más absoluta y veo que te has fijado en ese detalle.
ResponderEliminarUn abrazo :)
hola mp,
ResponderEliminaruna ternura envuelve tu historia tan encantadora. Me ha gustado mucho. La madre es una amiga incondicional. Yo admiro mucho este sentimiento que ellas muestran.
un abrazo carinoso^^
Rebecca ¡qué alegría me da verte por aquí! Tu opinión me es muy importante y me alegro mucho que te guste mi relato.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Con este relato M.P. me recordaste a mi hermana que era sonámbula y ni veras las cosas raras que podía llegar a hacer....
ResponderEliminarEl tema es que a mi me despertaba y eso no me gustaba mucho jajajaja
Peor bueno, cosas de la vida. Y sí, de todo lo que hacía, no se acordaba ni mu.
Besos
Jajaja,Myriam tú puedes dar la otra cara a este relato, la del testigo ocular que recuerda perfectamente lo que ocurre en una situación de sonambulismo y en cierta forma también sufre las consecuencias.
ResponderEliminarBesos :)
Gracias por dejar tus palabras, me ha gustado mucho leerte.
ResponderEliminarSaludos.
Bego qué alegría encontrarte por aquí. Feliz verano y sigue irradiando esa alegría que transmites cuando escribes. Besos
ResponderEliminarExtraordinarias palabras, me encantó tu entrada y es probable que vuelva por aquí a menudo ^^.
ResponderEliminarGracias iRe por tus palabras y si vuelves por aquí yo encantada y espero que te sigan gustando mis entradas.
ResponderEliminarSaludos :)
Gracias por la visita que me has hecho a mi blog, creo que salgo ganando en este encuentro.Me gusta como escribes y la frescura de tu relato. Un abrazo
ResponderEliminarMarce desde que escribiste una entrada en mi blog a Senovilla http://mpmoreno.blogspot.com.es/2011/11/el-peregrino-suenos-de-ninez.html supe de tus andanzas por este mundo virtual aunque es verdad que nunca había dejado un comentario en tu blog; me gusta, sí me gusta y por eso lo estoy siguiendo.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Muchas gracias por tu visita ...espero que te guste nuestyra andadura con tejiendo cuentos y poesias infantiles. Tienes una gran sensibilidad escribiendo, me encanta el relato corto , el mensaje llega con fuerza un brazo de acogida Begoña
ResponderEliminarM.P. Muy bien conducido el relato, corto pero con intensidad, con dos figuras importantes: la madre y la hija. Conciso y logrado. Felicidades.
ResponderEliminarBegoña, me parece muy interesante vuestra iniciativa y de corazón os deseo éxito, seguro que con la ilusión y las ganas que le ponéis lo tendréis asegurado.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Rafael Mulero gracias por tu comentario, sí solo dos figuras, la protagonista y la otra no menos importante aunque quede en la sombra.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Qué bueno este relato! Siempre me llamó mucha la atención la gente sonámbula...
ResponderEliminarSaludos
Eva Letzy el sonambulismo es un misterio ¿verdad?
ResponderEliminarBesos^^