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Donde habita el olvido

Antes de abrir los ojos ya oigo la lluvia golpear en la persiana. Desde que me he jubilado no existe mayor placer que retozar en la cama un rato más después de despertarme. Nada es comparable con sentirme dueña de mi tiempo. Me extraña que él esté todavía acostado y me deja perpleja cuando con una voz recriminatoria me dice: —Ahora te vas con el vecino. No creas que no lo sé. Estáis liados. —Sorpréndeme con un dromedario si quieres —le digo ante algo tan inefable y vulgar nada propio de él—pero no me vengas con esas bobadas. Como sigue inmutable me levanto enfadada con el propósito de no dirigirle la palabra. Él, con su distracción habitual, hace como que no le importa. Sin hablarnos me doy cuenta que soy yo la que me siento presa, él nunca ha sido un hombre de muchas palabras. Y encima llueve. El gris cubre el colorido del paisaje. Las escarpadas están peligrosas y tampoco puedo ir a pasear al acantilado. Tengo que quedarme en casa. Quiero que sea él el que rompa este simulacro ton...

Cuando el árbol cae

Cuando la rama se desgaja del árbol  Todo se detiene y callan las palabras. Cuando el espejo empañado clarea Todo brilla con la imagen de tu presencia De las espigas las sonajas De un vaso de agua el tintineo De la pupila azul el romero. Del cristal de yeso la luz Partida de ajedrez en tablas La espera De unos gajos de naranja

Leyendas, lamias y pastores

La laguna de Lamioxin se encuentra en Álava, en las Estribaciones del Gorbea. El porqué del nombre de esta laguna está muy claro: cuenta la leyenda que aquí habitan las lamias, seres femeninos de extraordinaria belleza y pies de pato. Lo que más les gusta es peinarse su larga melena con un peine de oro a la orilla de los manantiales, ríos o lagos en los que habitan. Con su canto han seducido a algunos hombres y se los han llevado sin que se haya sabido más de ellos. Una lamia convirtió a un zagal de nombre Urjauzi en la cascada de Gujuli porque en un descuido le había robado su espejo mágico. Os cuento el relato de los hechos. Urjauzi y Otsoa eran pastores de la zona del Gorbea y grandes amigos desde la infancia. Sucedió que cierto día Urjauzi oyó de pronto un dulcísimo canto mientras pastoreaba su rebaño por las campas de Gujuli. Se sintió tan atraído por aquella maravillosa melodía que se olvidó del ganado y raudo se adentró en la espesura del bosque. El sonido de sus pisadas ...

¡Grito de Mujer!

  Lucha contra la ablación.  Poema seleccionado del Reto Mujeres Luchadoras de Territorio de Escritores que dirigen Juan Izquierdo y Samarcanda Cuentos.  Autora: María Pilar.  Voz y arreglos: Juan Izquierdo.  Música: Now And Forever - Ernesto Cortazar   Perdóname mi niña herida   Para que puedas dejar al lado el rencor   No perdón del que olvida   Porque nunca se supera tanto dolor.    El grito de tu mutilación enrojece al cielo   ¡Y no puedo ayudarte!   El grito de tu mutilación taladra mis oídos   ¡Y no puedo liberarte!   El aire me trajo el olor de tu lecho   En la tierra ensangrentada   La noche lloró lágrimas dolientes   Mi impotencia, la piel me arrancaba.   Ocho terribles días postrada a tu lado   Envuelta en tu dolor   Ocho terribles días espantando a la muerte   Maldiciendo esta tradición....

Entre amigas

—¡No te lo vas a creer, María! —Pero, ¿qué te ha pasado? —Pues la caldera de la calefacción. Esa que compré tan moderna, carísima, último modelo de una marca extranjera famosísima, pues que ha dejado de funcionar, justo un día después de acabarse la garantía. —Ya te digo, que nos las venden programadas, las meten un chip o algo y, en cuanto se acaba la garantía, a gastar en arreglos. —Calla, que he llamado al técnico y cuando ha venido, ha aflojado un tornillo, ha soplado, lo ha vuelto a apretar y me ha dicho: "Esto ya está, señora, son 150 euros". —¿150 euros? —Eso le he dicho yo. 150 euros por soplar, caros vende usted sus soplidos. Y me contestó: "Oiga, señora, que hay que saber dónde se sopla y para eso hay que ser un buen técnico del sector y, además, mire usted la factura. Por ser la primera vez, le he cobrado solo la salida, la mano de obra se la he dejado gratis." —¿La primera vez? ¿Entonces piensa que vas a tener que llamarle más veces? Ya te di...