#cienciaficción En aquel entonces no parecía haber límites para mi trabajo. Era esbelta, bonita y ágil como un insecto. La fotografía espacial a la que me dedicaba llenaba mi tiempo. Con puntualidad alemana enviaba las imágenes a los científicos de la estación DLR que dejaban los sensores acústicos abiertos para que oyera los aplausos con los que las recibían. Y sin pérdida de tiempo se concentraban en el trabajo para lograr el mapa tridimensional más completo de los realizados hasta ese momento del planeta Tierra. Supongo que para mentes tan cuadriculadas puede llegar a ser sencillo el tener una idea tan compleja y plasmarla. Lo mío era mucho más simple: transmitir momentos. Llevaba tres años trabajando sola cuando un encuentro cambió el rumbo de mi vida. Recuerdo que había fotografiado unas pequeñas islas justo antes del atardecer. El mar empezó a agitarse y contemplé los apasionantes compases de ...
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