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Días grises amenazantes

Día gris amenazante. Se siente la presencia del Sr. Clima Invernal que hoy se ha despertado tras un periodo primaveral y deambula por el entorno. Desde el amanecer, está preparando sus brochas para pintar la ciudad. Hoy ha elegido su color favorito, el gris; la neblina se pega a los cristales y parece querer inundarnos la casa. El mal tiempo exterior acompañado de un gran silencio en esta destemplada mañana, nos invita a permanecer en casa. Afortunadamente es sábado y podemos quedarnos. De niña no recuerdo días grises.  Allá donde vivía juraría que no había. Frío sí y mucho, pero siempre teníamos ganas de salir a la calle, sobre todo cuando el cielo se desplomaba y lo uniformaba todo cubriéndolo de nieve. Los caminos los hacía la gente a base de pisadas. Fuera de estas veredas las huellas de algún gorrión sobre la nieve quedaban borradas por la silueta de un niño que divertido se tumbaba en la nieve.  Aquí y allá se oía el rasgar de las palas con las que los vecinos limpiaban las

Los años se le escapaban por la sonrisa

Caras Inut —Te estás sonriendo. —¡Ah! eres tú. No te había visto. —Claro, estabas tan atenta mirando a tus nietos por la ventana. Es bonito verlos a todos juntos ¿verdad? Lo que tú siempre hiciste con nosotros ahora el mayor ha cogido el testigo y lo ha logrado con ellos. - ... La relación con ella siempre era fácil porque era inteligente, intuitiva y conciliadora. Y sobre todo fue una buena madre. Le gustaba verse rodeada de familia y estar al servicio de los demás. Viendo con qué entusiasmo nos contaba historias de cuando vivió en Burgos de joven, creo que fue el tiempo más feliz de su vida. Sabía escuchar y tenía una sonrisa preciosa que le iluminaba la cara. Cuando alguna cosa le sorprendía gratamente o le hacía gracia se reía hasta brotarle las lágrimas y no podía parar de reír cuando quería contárnoslo. Como esa vez que iba con Román en el coche por la calle principal de la ciudad y de repente él paró el coche y le dijo: "Espera un momento". Por la ventanilla d

La tormenta

La tormenta no esperó al anochecer para enseñarnos sus cuchillos. Los primeros nos sorprendieron antes de salir del pueblo. La estrecha carretera por la que íbamos se desdibujaba por momentos al ritmo de los limpiaparabrisas que braceaban sobre el cristal sin dar a basto. También nosotros intentábamos dominar nuestros miedos sin conseguirlo. En la vega éramos un coche a merced de la tormenta, el paisaje real se desvanecía y los cielos se abrían llameando fuego acompañado de un ruido infernal. La lluvia arreciaba y el coche seguía moviéndose sin clara orientación. La negrura de la noche envuelta en lluvia torrencial se rasgaba con más rapidez ante la fuerza de los rayos y truenos que caían por doquier. El alma de los relámpagos se filtraba en el interior del coche creando una atmósfera de pesadilla. Se nos tragó la voz. © María Pilar 

Conjuro de amor

RETO : Escribir un microrrelato y un poema que contengan estas palabras: embrujo, exánime, sonetos, conjuro, pasión, impedimenta, gozo, inciso, hechizo, rojo, éxtasis, música, amor. CONJURO DE AMOR Exánime me tiene con los sonetos, un embrujo le he de hacer. La foto ya la tengo; bonita, la que más.   Enmarcarla de rojo pasión no me es impedimenta. Con gozo sobre un plato blanco la tengo que poner.  Lo he de llenar de miel hasta cubrirla en su totalidad.   Aquí hago un inciso. Es luna llena y un círculo protector he de lanzar.   Imprescindible en todo hechizo encender una vela roja.  Por fin e ntro en un éxtasis de paz. Oigo la música del agua y  sus labios se me acercan con la palabra amor.  MI MÚSICA La verdad no sé de conjuros Ni de embrujos de pasión Impedimenta no puede ser Cuando se tiene buena razón La locura en tus encuentros El hechizo de tu amor La música de tus sonetos Embargan mi corazón Exánime hasta el éxtasis  Por tu

La caza del jabalí

Al final la curiosidad de aquella niña superó sus miedos y se acercó a la plaza. Tenía apenas seis años, dos largas trenzas, vestido estampado y calcetines cortos. Quería ver con sus propios ojos lo que constituía la gran noticia que como un rayo había irrumpido en la monotonía del discurrir de la vida del pueblo. Encogió su pequeña figura como un gazapo y logró ver entre las piernas de algunos señores, que formaban un corro, al enorme jabalí que habían cazado. Olía a animal salvaje y a caza.  A medida que iban llegando el corro se abría para hacer hueco a los nuevos. Observaban al animal con gestos sorprendidos, como la prueba de una gran proeza. Después se dirigían con admiración al héroe del día. Este sonreía y reconocía que cualquiera lo hubiera hecho si la suerte le hubiera venido de cara. A juicio de los entendidos era la mayor fiera que se había visto en la zona desde tiempos inmemoriales. La emoción estallaba en medio del silencio. El sol incidía sobre la mancha rojiza en e