Cuanto termina de colgar en las cuerdas del patio la colada de la ropa familiar para que se oreen sus rígidas costuras, se sienta en una piedra, y le saca a su flauta travesera las más bellas melodías de un mundo de color y magia con las que libera el alma. Navegando en su flamante barquito de papel por un mar dorado, las gaviotas le hacen los coros a una pleamar en calma y la suave brisa viajera le trae de regreso la risa de jóvenes muchachas que alegres se adornan con flores silvestres y duermen abrazadas sobre la hierba, envolviéndose en aromas y sabores de los que ella participa. Ese secreto de su tiempo libre le aporta la fuerza para seguir viviendo con esa serenidad y alegría que todos los demás admiran.
Un blog de relatos