El cuatro de agosto empiezan las fiestas de la Blanca en Vitoria. Hay algo vivo en estas fiestas que nos empuja a salir de nuestras casas y juntos, formando una gran piña colorida, celebramos ese comienzo de fiestas en la plaza. Plaza que se expande en una gran sonrisa para acogernos a todos sin romper sus costuras. Entre flores a la Virgen y cantos a Celedón, los amigos nos buscamos con los ojos. Tarea imposible la de encontrarnos. Miriam no va a olvidar esta tarde de agosto. La niña tiene cinco años y camina feliz con su hermoso globo rojo en forma de corazón. Su madre se lo acaba de comprar en uno de los puestos de los vendedores ambulantes. De pronto, el globo cobra vida propia, tira del hilo que se escurre de la mano de la pequeña y empieza a subir en dirección al cielo claro y limpio. Se queda mirándolo apenada. Ve cómo se distancia con una agilidad que ella nunca podrá alcanzar. No puede reprimir los hipos del llanto. Está tan sola rodeada de tanta gente, nadie se fija en
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