El cuatro de agosto empiezan las fiestas de la Blanca en Vitoria. Hay algo vivo en estas fiestas que nos empuja a salir de nuestras casas y juntos, formando una gran piña colorida, celebramos ese comienzo de fiestas en la plaza. Plaza que se expande en una gran sonrisa para acogernos a todos sin romper sus costuras. Entre flores a la Virgen y cantos a Celedón, los amigos nos buscamos con los ojos. Tarea imposible la de encontrarnos.
Miriam no va a olvidar esta tarde de agosto. La niña tiene cinco años y camina feliz con su hermoso globo rojo en forma de corazón. Su madre se lo acaba de comprar en uno de los puestos de los vendedores ambulantes. De pronto, el globo cobra vida propia, tira del hilo que se escurre de la mano de la pequeña y empieza a subir en dirección al cielo claro y limpio. Se queda mirándolo apenada. Ve cómo se distancia con una agilidad que ella nunca podrá alcanzar. No puede reprimir los hipos del llanto. Está tan sola rodeada de tanta gente, nadie se fija en ella. Alza la mano para pedirle: “Vuelve, globo, vuelve” mientras permanece, los pies fijos en el suelo, con la esperanza de que regrese.
El globo, desde lo alto, domina los tejados con buhardillas de la Plaza de la Virgen Blanca. Todo vibra allá abajo con el ruido de la fiesta. El reloj de la torre de San Miguel marca las seis de la tarde del cuatro de agosto. Estalla el chupinazo y el Celedón aparece en la balconada. El hormiguero popular que llena la plaza se hace asfixiante y el griterío, atronador. Los estampidos de los corchos de las botellas dibujan un enjambre por encima de las cabezas, la lluvia fina de espumosos los rocía antes de brindar. El suelo sobre el que saltan de alegría ya se empieza a poner pegajoso. Entonces entonan una canción repetitiva y trepidante: “Celedón se ha hecho una casa nueva. Celedón, con ventana y balcón…”
Al lado de su madre, en medio del huracán de alegría, Miriam sigue con el brazo levantado y la mano abierta, señalando ese punto que va desapareciendo entre un azul que lo ocupa todo. No lo pierde de vista y, al mirarlo, siente que el globo le dice algo. Ahora la niña ya no tiene tiempo para hipos y llantos. Sonríe porque sabe que el globo se ha convertido en un punto luminoso, y solo ella conoce su secreto. Cada noche podrá mirar el cielo y encontrarlo.
Pasarán los años y crecerá, sin embargo, no olvidará esta tarde de agosto. La tarde en la que tuvo un globo en la mano que se convirtió en estrella.
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Excelente relato, brilla por su expresividad, saludos!
ResponderEliminarGracias, Ric.
EliminarSaludos!
Qué bonito relato que me recuerda mi niñez. Estas fiestas ruidosas y llenas de gente que hacen posible que tantos globos suban hacia el cielo y se conviertan en una estrella.
ResponderEliminarBesos, María Pilar.
Hola, Carmen, encantada de que te haya gustado.
EliminarBesos!
Una preciosidad de relato, con esa positiva interpretación que le da la niña a su vivencia.
ResponderEliminarHay instantes de la infancia que quedan en la memoria para siempre.
Felices fiestas de la Blanca.
Un abrazo, María Pilar.
Gracias, Chema.
EliminarUn abrazo y feliz verano.
¡Pero qué lindo y tierno relato! Estaba con un nudo en la garganta por Miriam, quería ir a bajarle ese globo y mira qué capacidad de transformarlo en algo dulcemente positivo.
ResponderEliminarA más de eso, me ha encantado saber de estas fiestas, no las conocía.
Un abrazo y mucho amor, ese mismo que tú regalas. 🌹🌹🌹
Gracias, Maty. Por aquí estamos de fiestas, en pleno verano. Aunque esta ciudad del norte de España, espanta al calor. Hoy con nubes y paraguas. Al mal tiempo, buena cara e igualmente, el bullicio y la música de la fiesta está por las calles.
EliminarUn abrazo inmenso.
Que candidez la de los niños y que bonito relato el de aquella niña que tuvo un globo en la mano que se convirtió en estrella. ¡Me encantan los globos que se convierten en estrellas!
ResponderEliminarEncantada de que te haya gustado. Gracias por tu comentario.
EliminarSaludos!
Hola María Pilar , un bonito relato lleno de ternura por un momento perece que estuviese viviendo otra gran fiesta como es el "Chupinazo" de los San Fermín, felicidades amiga besos de flor.
ResponderEliminarHola, Flor, el Chupinazo no es de San Fermín, es el de Vitoria que está muy cerca.
EliminarBesos!
Qué bonito María Pilar, un globo que se convirtió en estrella, genial frase final.
ResponderEliminarYo también tengo un microrrelato con esa foto de la niña y el globo, es muy significativa y da mucho juego.
Un abrazo. 😊
Gracias, Merche.
EliminarUn abrazo!
Un relato bonito y entrañable. Me gusta que al final el globo se vuelva una estrella y la niña quede satisfecha y todo enmarcado por las fiestas que mencionas. Me encantó. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana.
EliminarSaludos veraniegos.
Bonito relato
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Charly.
EliminarAbrazos!
Es superlativa la capacidad infantil para sublimar hechos desafortunados. Y tu capacidad para contarlo, es digna de elogio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Sara.
EliminarUn abrazo!
Precioso post.
ResponderEliminarSeguro que no olvida ese día.
Besos.
Gracias, Alfred.
EliminarBesos.
Un niño con vivencias dignas de ser recordadas será un adulto feliz.:)
ResponderEliminarEstoy segura, Cabrónidas.
Eliminar¡Felices días de verano allá donde te encuentres!
¡Qué bonito! final, todo el desarrollo del cuento y ese broche de cierre, gracias, abrazo
ResponderEliminarEncantada de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo!
Hola, María Pilar.
ResponderEliminarHas reflejado ese tipo de experiencias que se marcan en la infancia y que no se olvidan jamás.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo.
Abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso, Fiaris.
Eliminar¡Felices fiestas de la Blanca! Y feliz verano.
ResponderEliminarEstoy regresando a la Blogosfera.
Besos
"La tarde en que tuvo un globo en la mano que se convirtió en estrella" es un estupendo colofón para esta historia tan bien escrita, con frases a destacar. Me quedo también con:
ResponderEliminar"Los estampidos de los corchos de las botellas dibujan un enjambre por encima de las cabezas, la lluvia fina de espumosos los rocía antes de brindar". Felicidades.