El vadereto del mes de agosto nos propone escribir y disfrutar con "Confidencias con la luna". Donde la LUNA ha de ser un personaje importante del relato.
Hoy en mi ventana brilla el sol y mi corazón se siente triste al contemplar el lugar. ¿Por qué se van? ¿Por qué se van?
El viento del anochecer albergaba los rigores del calor de aquel día de agosto. El abuelo nunca había sufrido en su larga vida temperaturas tan asfixiantes. Apesadumbrado, lo consideraba un mal presagio. Cerró la cancela del jardín al salir. La casa se alzaba oscura y silenciosa. Se detuvo para escucharla con la solemnidad de aquellos que escuchan un himno sagrado. Le pareció agitada, como si se pusiera en estado de alerta; sin embargo, en las ventanas no parpadeaba ninguna luz.
Como cada plenilunio, apoyado en su bastón, empezó a arrastrar los pies por el camino detrás de la Iglesia. A esas horas, el cielo estaba claro y la luna llena a punto de dejarse ver en todo su esplendor. La oscuridad nocturna se ubicaba en el entorno de las viviendas; y el campo, valle abajo, se veía sombrío. «La noche está al caer», se dijo como si le pesara sobre los hombros la noche de su larga vida. Ya vislumbraba los primeros rayos plateados detrás de El Cerrillo y, al presentir la aparición de la luna antes de llegar a verla, se le agolparon los recuerdos. De niño pensaba que era la lámpara de un genio. Muchos deseos se le hicieron realidad después de contarle sus secretos.
Apuró el paso para acercarse al alto desde donde siempre tenía sus encuentros con ella. En aquel momento, oyó un jadeo desasosegado. Alguien lo seguía. Miró hacia atrás, y Blacky, su viejo perro que ya andaba renqueante, apareció ante su vista. Estaba flaco, y era negro, más oscuro que la noche. Se quedó inmóvil mirándolo y el perro también. Empezó a caminar de nuevo y el perro lo siguió. Volvió a detenerse y el perro hizo lo mismo. El animal lo observaba con una tristeza inmensa. No se había quedado en casa como le había ordenado. A pesar de estar enfermo y tener tantas dificultades para caminar, seguía fiel a su dueño. Este no le gritó para que se fuera, ni siquiera refunfuñó. Apenas disimuló unas lágrimas orgullosas cuando lo llamó: «Ven, Blacky, ven». El perro se movió con dificultad y le rozó las piernas, una caricia perruna para agradecerle que lo aceptara de nuevo. Los achaques por sus muchos años no impidieron al abuelo agacharse para acariciarlo en la nuca. El gesto contenía la emoción de una despedida. Los dos se miraron mutuamente. «¡Pero qué flaco y triste estás!». Esperaba un evasivo gruñido de respuesta, pero el perro lo miró con atención. Parecía querer hablarle con el brillo en los ojos de color avellana. Le palmeó en el lomo y añadió: «Ya lo sé, Blacky, ya sé que yo también». En aquel instante, el cansancio de toda una vida aparecía en el rostro del anciano.
De pronto, el viento se aquietó y las estrellas parpadearon al ser testigos mudos de aquel vínculo mágico entre el abuelo y su perro. En el ancho cielo, la superluna del 1 de agosto mostraba una sonrisa cómplice. Entonces el hombre alcanzó a ver entre las sombras de la luna la de un ser con siete patas. Por primera vez en muchos años rio feliz. Era la de ellos dos juntos. Había volado hasta allí porque ya no la necesitaban.
Qué bello relato, María Pilar.
ResponderEliminarHa sido un auténtico gozo leerlo.
Un abrazo.
Gracias, Carmen.
EliminarUn abrazo!
Estupendo como siempre, no es novedad.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Dr. Krapp.
EliminarUn abrazo!
Una preciosidad, además incorporando el bastón.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Alfred, me alegra de que te haya gustado.
EliminarBesos!
que bonito final, como nos lo cuentas. Me encantan las elipsis, y aquí nos has ahorrado lo dramático de lo físico, de forma fina y sutil.
ResponderEliminarEl perro pensó, que toda la vida acompañándolo y ahora... el perro era más listo... dijo: pa lo que me queda... nos vamos .
juntos y la luna que estaba al quite... testigo de excepción
abrazoo m pilar
¡Qué buena reflexión me dejas, Gabilante! “El perro era más listo”, por supuesto.
EliminarAbrazo!
Hola María Pilar, muy buen aporte para el reto, con dos personajes entrañables y tiernos y la luna como testigo de su lazo de vida. Muy agradable de leer y conmovedor. Un gran relato como nos tienes acostumbrados. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana, qué buena síntesis la tuya. Encantada de que te haya gustado.
EliminarSaludos!!
Precioso relato, María Pilar. Norma de la casa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Chema.
EliminarUn abrazo!
Hola María Pilar: muy bonito y con mucho sentimiento, triste final, pero como lo has contado tan sumamente bien, se hace hasta necesario y acompañado por esa risa y esa alegría de haber llegado hasta ahí y, además, con su perro. Muy, muy bonito. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Bonito comentario el que me dejas, Merche.
EliminarGracias. Un abrazo!
Buen relato,cariños.
ResponderEliminarGracias, Fiaris.
EliminarTodo mi cariño!
Muy bonito relato. Lo he leído en esta noche de agosto que hace un calor sofocante y me ha refrescado un poco. Saludos
ResponderEliminarGracias, Fede 😊 Saludos!
EliminarMe quedo con la belleza del mutuo amor de ambos, de esa unión que existe entre un animal y su dueño. Ambos estaban viejos y ambos tenían que partir pero, juntos. Y en la vida y en la muerte, el amor siempre une.
ResponderEliminarUn abrazo María Pilar
Precioso comentario el que me dejas, Tatiana.
EliminarUn abrazo! 🐾🐾
Hola María _Pilar,
ResponderEliminares una historia bonita con final feliz aunque no lo parezca por la integridad de los personajes. Incluyo a la luna imperterrita.
Saludos.
Gracias por dejarme un comentario tan bello.
EliminarSaludos! 🌝
Genial relato adore el final. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias, Citu.
EliminarOtro beso!🌹
Tierno final, me encantó.
ResponderEliminarGracias, Oswaldo 😊
EliminarEn verdad que es un relato muy hermoso! Muy tierno. Cómo hasta el momento tristeza lo llenaste de dulzura. Qué bonito lo que haces María querida, qué bonito.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Hola, Maty, qué comentario tan emotivo me dejas. ❤️❤️❤️
EliminarBuenos días, María Pilar.
ResponderEliminarUn relato bellísimo. Lleno de amor, sentimiento y complicidad.
Ojalá una despedida tan sencilla e indolora. Viajar hasta la luna sin decir adiós y disfrutar en su compañía de una última noche.
Felicidades. Me emocionó.
Muchas gracias por regalarlo al VadeReto.
Abrazo gordo.
Hola, Jose, encantada con tu comentario tan emotivo.
EliminarUn fuerte abrazo!
Qué tierno y sensible tu relato, María Pilar.
ResponderEliminarEsa imagen de las siete patas es antológica.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo!
Precioso relato María Pilar. Me he visto un poco reflejado en el protagonista aunque, si todo transcurre como debiera, cuando tenga la edad del anciano protagonista ya no tendré a "mi Blacky" conmigo. Él debería "irse" antes, tiene ahora siete años, es algo más grande que el de la foto, siempre está a mi lado, lo tengo ahora aquí echado, buscando el fresquito del suelo, entre la silla del ordenador y una cama que hay en la habitación donde escribo y leo...
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola, Antonio, tú sí que sabes de lo que es tener un perro como un elemento más de la familia, y lo dolorosa que es su pérdida. Hasta aquí es verdad, todo lo demás en mi relato es ficción.
EliminarUn abrazo!
Qué hermosura!, un delicioso sabor me dejo al leerlo, gracias María Pilar por ello, abrazo grande
ResponderEliminarGracias a ti por dejarme un comentario tan hermoso.
EliminarUn abrazo!
Great blog
ResponderEliminarThank You, Rajani!
EliminarBonita historia de amistad y lealtad, con un desenlace mágico excepcional! Un abrazote!
ResponderEliminarGracias, Marifelita.
EliminarOtro abrazote!
¡¡Qué emotivo y precioso!! Muchas gracias
ResponderEliminarAplausos y abrazo grande
Gracias, Amaia.
EliminarUn abrazo inmenso!
Precioso, Maria Pilar, un relato que emociona. Un abrazo muy fuerte!!
ResponderEliminarEncantado de que te haya gustado, Lola.
EliminarUn abrazo inmenso!
Enocionante relato, que te va llevando poco a poco hasta el final. Un viaje a la luna dode se funden las sombras igual que sus vidas han recirrido juntas el largo camino hasta el final. Muy bonito,tierno y emotivo.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Jose Lezcano.
EliminarSaludos!
qur bien escribes
ResponderEliminarte dejo un abrazo
Gracias, recomenzar.
EliminarUn abrazo!
Juntos hasta el final, que tierno. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto, Cristina, juntos hasta el final.
EliminarUn abrazo!
Hola María Pilar.
ResponderEliminar¡Precioso relato! La descripción de una sensible despedida en el silencio y junto al ser amado, con maravillosos personajes, la de un ser con siete patas caminando entre las sombras y la de la luna llena a punto de alumbrar el escenario.
¡Me encantó la bella pareja!
Un abrazo.
Gracias, Marlen.
EliminarUn abrazo!
Un relato realmente tierno de amistad y lealtad entre el anciano, su perro y la cómplice Luna. Me gustó especialmente lo de las 7 patas, lo dice todo. Besos.
ResponderEliminarPD. Sobre lo que dices en casa, tienes mucha razón: "con la Iglesia hemos topado" pero Alois no se dejó amedrentar y luchó con uñas y garras por su amor. Igual Magdalena, ambos fueron capaces de romper moldes y abrir caminos. Muchas gracias por tu comentario, es lindo que todos estemos regresando a la Blogosfera.
Pilar, nos dejas un relato pleno de magia, sentimiento e intuición...Dos almas unidad, entendiéndose, compartiendo esa última noche y volando juntos al más allá...La luna, los abraza como madre y los acoge en su seno...Realmente precioso, amiga...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo grande y admirado (y gracias por tu cercanía, Pilar)
¡¡Qué bonito relato María Pilar!!
ResponderEliminar¡Cuánto Amor y complicidad tenían los viejos amigos!
Yo firmaría por un final así.
Aplausos, gracias y un gran abrazo