Ir al contenido principal

Maldita Primavera

Paseaba por el parque de Salburua cuando: ¡Aaach…aaatchú!
Me encojo. Tiemblo. Ya está aquí. ¿Dónde me meto?
¡Sálvese quien pueda!
Que se vista de sombras el día, que oculte esta radiante apariencia con la que se disfraza la peligrosa Primavera.
Aparece luciendo sonrisa como una diosa. El cielo cobarde le regala su manto azul en vez de lanzarle una batería de rayos y truenos. El parque servil le extiende su alfombra florida sobre la que se contonea una pareja de cigüeñas de alto tacón y juguetean las urracas con su vestido negro sobre blanco. ¡Quién pudiera! El murmullo del agua del río Santo Tomás le canta la más bella canción mientras en el humedal, una protectora mamá pata enseña a nadar a sus once patitos. Las ramas desnudas de fresnos, arces, espinos y chopos se visten de tiros largos para que, entre sus hojas, una orquesta sinfónica de trinos le haga el gran recibimiento. Hasta los grillos… ¡Qué locos por hacerse oír! Y ella, ¿cómo responde? Inocula polen por aquí y por allá y viene con un ejército camuflado de gramíneas.
¡Aaaatchís! Estoy hecha un trapo tirada en una butaca que se hace cada vez más honda. Todo el día estornudando y la tos seca parece un aliento de mal agüero. El continuo fluir de mocos va dejando, en torno a la papelera, una bandada de palomas blancas de papel incapaces, como yo, de levantar vuelo.
La _buganvilla_ florece silenciosa en mi fachada y han vuelto, como dijo el poeta, las golondrinas a colgar su nido en mi balcón; pero son las palomas, que se posan en la terraza, las que murmuran: “Desconfía de la Primavera, niña, desconfía”
A mí me lleva por la calle de la amargura. ¡Aaatchís! ¡Atchú! Las noches se eternizan y los días no acaban. Kilos y kilos de pañuelos. Mi nariz dolorida es un pimiento morrón. A llorar y moquear sin consuelo. La cabeza me estalla, estornudos a cientos, del antihistamínico no debo abusar… _¡Buaaa!_ Creo que, como Gregor Samsa, me he transformado... Soy una alergia con patas.

Safe Creative #1812019206620

Comentarios

  1. A pesar de las alergias, una hermosa descripción de la primavera!!
    Siempre un placer leerte, Pilar! Atchís!!! Jajajaaa!!
    Cariños a montones!!
    Lau.

    ResponderEliminar
  2. Sin duda nos ofreces la cara más "maldita" de la primavera, pero a pesar de ello tu texto está lleno de delicadas y hermosas referencias a lo que tradicionalmente se ha considerado más bello en ella. Muy bueno, la imagen de los pañuelos blancos de papel como palomas que no pueden alzar el vuelo, me ha enamorado :))

    Un abrazo, María Pilar :)

    ResponderEliminar
  3. Más vale caer en gracia que ser graciosa.
    Ánimo, María Pilar.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Es lo que hay amiga,abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Uy pobre es terrible cuando estornudas y nada parece calmarte. Genial entrada muy ocurrente

    ResponderEliminar
  6. Ánimo, María Pilar, ya queda menos de un mes de primavera.
    Oye, qué descripciones más magníficas al principio del texto.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Que belleza, esa cara "maldita" trasluce tu amor por ella y a pesar de los pesares tu ves la primavera con buenos ojos. Podríamos decir que nunca una queja, una crítica fue tan magnifica. Abrazos

    ResponderEliminar
  8. Esas mariposas de papel son también poéticas y primaverales.
    Leña a la alergia. ¡Antihistamínicos a mí!
    Ese parque hay que conocerlo con sus urracas y su mamá pata.
    Besos, María Pilar.

    ResponderEliminar
  9. Es lo único malo que tiene la primavera, pero es tannnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn bonita...

    ResponderEliminar
  10. Y con lo lindas que son las flores... `¡qué pena!
    Yo también pero menos, depende de como sople el viento :-)
    ¡Animo! que aquí después nos freímos jajajaja
    (Y a ti te tocará lindo tiempo de verano)

    Besotes

    ResponderEliminar
  11. Aicht, es una pena eso de las alergias, porque es tan hermosa, pero con polen por doquier que no todos soportan.
    Besos de anís.

    ResponderEliminar
  12. Holaaa Pilar, qué gusto pasar por aquí. Espero poquito a poco te recuperes de ese terrible atchís atchís... Me ha encantado tu post, divertido y a la vez costipado. Jijijiji.
    De todas formas observar la bella naturaleza llenará de alegría tu corazón y los estornudos de la envidia, se irán pronto.
    Un abrazo desde Perú. Cuídate mucho.

    ResponderEliminar
  13. ¡Qué buen texto basado en la alegia primaveral! Supiste sacarle el jugo con todo un trasfondo poético, mocos incluidos...jeje.
    También sufro de alergia y la mía se extiende a casi todo el año.
    Besos, María Pilar.

    ResponderEliminar
  14. La primavera goza de una fama que no merece.
    Aquí hemos pasado dos meses con el polen que no se lo deseo a nadie.
    No se podía salir a la calle.

    Besos.

    ResponderEliminar
  15. La has descrito de maravilla a esa Primavera que nos viste. Es una pena lo de la alergia. A mí no me ataca demasiado, pero a mis hijos les pasa lo que a ti. Un placer leerte

    ResponderEliminar
  16. Pues que pase pronto y te sientas mejor, a mí la primavera tampoco me gusta nada, y me afecta en muchos sentidos. El texto muy bueno, me gusta como lo has enfocado.

    Gracias Pilar y besos.

    ResponderEliminar
  17. Muy original Maria Pilar. ES lo que tiene la primavera, a unos gusta mucho, pero a otros hace daño. Deseo que ya estes mejor.
    Bonito relato.
    Abrazossssssssss

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —gritó Aur

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso