En el belén no había guirnaldas ni espumillón navideño, pero sí una estrella de purpurina que flotaba en un cielo estrellado. Su misión era la de guiar a los Reyes Magos hasta el portal porque los camellos jorobados que los traían no sabían el camino. Uno, dos, tres. Eran tres los camellos jorobados con sus correspondientes magos.
El Niño Jesús, en pañales, temblaba de frío sobre la paja del pesebre. La Virgen, su madre, estaba sentada al lado en una dura banqueta de madera y nunca se cansaba de mirarlo.
Cuando los pastores vieron a un ángel en un árbol empezaron a hacer gestos como si fueran a desmayarse, no lograban explicarse qué era aquello. Las ovejas, mientras, seguían pastando en el musgo que todavía estaba fresco.
La joven lavandera, arrodillada sobre una piedra, lavaba la ropa en las aguas heladas del río. Desde lo alto, el soldado, que tenía que vigilar los accesos al tenebroso castillo del rey Herodes, no vigilaba nada. Tan solo tenía ojos para la lavandera. Se había enamorado.
Al otro lado del río, había unas casitas de pueblo con las luces encendidas. Las gallinas, conejos y perros corrían por aquí y por allá. También un burro infatigable daba vueltas y vueltas a una noria.
Leire, la pequeña de la casa, miraba con curiosidad y entusiasmo aquel mundo que había creado mamá sacándolo de unas cajas. Estaba dotado de vida y envuelto en un halo mágico. A la niña se le encandilaban los ojos con las luces del portal y tarareaba con su lengua de trapo la melodía de Oh, blanca Navidad que repetía el disco de vinilo. Tenía solo dos años y se le ocurrió poner a la pareja de muñecos de PinyPon en el sendero de serrín que llevaba al portal. De vez en cuando, los acercaba un poco como hacía mamá con los Reyes Magos.
Los del belén se mosquearon. No les pareció nada bien. Decían que eso era una intromisión a su identidad y a su imagen. «¡Fuera! ¡Fuera! Que se vayan a su tierra». Y acordaron que un grupo iría a hablar con el rey Herodes para que los expulsase.
Herodes, que no se andaba con contemplaciones, ordenó a sus soldados que cortasen la cabeza a esos niños tan extraños. Retumbaron los tambores y el sueño estrellado se quebró. Tan solo un gato vagabundo se atrevió a olisquear uno de los zapatitos cercenados. Fue entonces cuando las cosas dieron otro giro.
Desde la torre de vigilancia, el soldado enamorado veía cómo las lágrimas de la lavandera se mezclaban con la corriente del río. Le daba pena verla así. Sentía rabia e impotencia. «¡Qué diablos!, ¿por qué no te decides de una vez?», se dijo. Bajó precipitadamente las escaleras de la torre y después de pelear con quince cerrojos para abrir la puerta de salida —como la abuela ciega de Auggie Wren—, llegó al puente. Tiró al foso la espada bárbara con la empuñadura salpicada de rubíes y corrió como una exhalación ladera abajo, rompiendo ramas y saltando matorrales.
—¡Hola! —escuchó el soldado al tropezar con la niña que lo observaba todo.
—¿Tú quién eres?
—Yo soy la que os mueve porque a mí me gusta que tú estés con la lavandera.
—¿Y nos vas a meter en otra historia?
—No, los dos tendréis vuestra propia historia.
Cuando, por fin, el soldado se vio al lado de la lavandera, hincó una rodilla en el suelo y le dijo casi sin aliento:
—Ahora ya no soy soldado del rey y tengo que huir. ¿Quieres venirte conmigo?
La joven y hermosa lavandera asintió con la cabeza sonriendo entre las lágrimas mientras le manifestaba: «Siempre he sabido que un día bajarías a buscarme». Y antes de que él se diera cuenta, ella se había puesto de pie y lo estaba abrazando. Los dos se fundieron en un abrazo. Desde ese día, no se los vio más.
Otras figuras sintieron que el belén ya no era el mismo con su ausencia. Y, en solidaridad con ellos, regresaron a sus cajas y allí se quedaron para siempre.
No llevo la cuenta de las Navidades que el soldado y la lavandera han pasado juntos. Dicen que viven en Scroogetown, en una casona antigua, un tanto sombría, pero imponente y espaciosa. Perteneció a un viejo mezquino que no pasaba un día sin contar, penique a penique, los montones de monedas que había acumulado. Después las monedas volvían ordenadas en diferentes lotes al armario cerrado con la llave que llevaba colgada en el cuello. Al final de sus días, el viejo avaro le dejó en herencia la casa a su sobrino y en ausencia de este, a los hijos del sobrino. Estos andaban en litigios entre ellos. El proceso se fue complicando y el juez perdió el interés por la causa. Nunca llegó a dictar sentencia.
Es una preciosidad de cuento, tienes tanta facilidad con la narración que es un placer leerlo, una historia original, una mirada nueva y un resultado exquisito. Abrazucos
ResponderEliminarAquí hay de todo como en una buena botica ;=
ResponderEliminarUn saludo.
Es lo que dice Alfred: no tiene desperdicio. Una preciosidad de cuento.
ResponderEliminarUn abrazo, María Pilar.
Genial relato me recordaste a mi niñez . Jugaba con el nacimiento y hacia historias Me acuerdo que me robaba las casas y los personajes. Espero que la lavandera y el soldado sigan juntos.
ResponderEliminarTe había perdido la pista, pero nunca es tarde para volvernos a encontrar.
ResponderEliminarHoy he tenido suerte y ha sido un placer leer tan interesante relato, me has hecho recordar los tiempos en que sacaba con sumo cuidado las figuritas del belén para formarlo ¡Tiempos aquellos!
Y con un poso de añoranza y al mismo tiempo de agradecimiento por tu original y bello cuento, aprovecho para enviarte mis cariños en un fuerte abrazo.
Kasioles
Gracias, Pilar, por participar con este relato en el homenaje a Charles Dickens y Cuento de Navidad. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarHola María , un buen relato y sobre todo muy original
ResponderEliminarte deseo mucha suerte en la convocatoria del tintero de oro
saludos de flor.
Precioso cuento, con su belén y todo y sus amante que se fugan. No le falta detalle. Muy bueno.
ResponderEliminarMuy bueno,cariños.
ResponderEliminarHola, María Pilar! Todo un Belén viviente y yo diría que muy vivo! Esa fuga de figuras es genial. Y la ciudad todo un guiño a la obra de Dickens. Perfecta narración. Me ha gustado mucho, muy original! Suerte! Un abrazo!
ResponderEliminarHasta el mismo Dickens daría el visto bueno a esta entrada.
ResponderEliminarHola Maria Pilar, un belén bastante inquieto. Me gustó. Suerte. Un abrazo
ResponderEliminarFantástico, M. Pilar. Me ha encantado. Una historia cargada de ironía y su pizquita de crítica social (magnífica la referencia a la expulsión de Pin y Pon por cuestiones identitarias). El relato tiene mucho ritmo, se lee con una sonrisa y el final dickensiano es todo un acierto. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarBelleza de cuento!! Qué bonito escribís, Pilar. Me encanta leerte.
ResponderEliminarCariños a montones!!
Lau.
Un excelente cuento de Navidad. Los niños lo disfrutan cada año como si fuese la primera vez. Al contar lo de los muñecos de Pin y Pon, me acordé de mi hijo, se nos rompió el Ángel y sobre el pesebre puso a spiderman. Un abrazo
ResponderEliminarMagnífico idea la de animar las figurillas. Además dosificado, se va desvelando poco a poco. Hay de todo: amor figurativo, explotación laboral emigración, ocupación... y magia.
ResponderEliminarFelicidades, muy original
Suerte
Abrazoo pilar
Me ha encantado este cuento navideño contado desde la voz infantil tan lograda. Escrito con fluidez y categoría, no me extraña nada viniendo de ti, María Pilar. Es para leer en voz alta, respirando al ritmo de tus buen cuidadas comas y pausas. No solo cumple las pautas que nos ha marcado el amigo David, va más allá… has optado por los Reyes Magos tan españoles ellos aunque vengan de Oriente 😉, y por la tradición del portal de Belén. Los ojos e imaginación de la niña ha dotado de vida a las figurillas del portal donde incluso hay una historia de amorrrr. Sutil y tierno sentido del humor y guiños a algún personaje de Dickens.
ResponderEliminarEn fin, una maravilla, amiga Pilar, te felicito.
Una muy buena y atrevida versión navideña del belén, un belén que cobra vida y rompe con el consabido guión, liberando a sus protagonistas de la rigidez histórico-costumbrista.
ResponderEliminarMe ha encantado cómo has sido desarrollando, paso a paso, los acontecimientos. Y, aparte, me has hecho recordar con nostalgia cuando en casa montábamos el belén sobre una tabla apoyada sobre el respaldo de dos sillas viejas, je,je.
Un abrazo.
Qué precioso cuento, muy original y divertido. Esas fugas, esa crítica... Y al final con todo esto me acaba remitiendo a Dickens, con todo y haber metido al juego a Pin Pon. Genial, Muchas gracias 🌹
ResponderEliminarTu propuesta me ha parecido sencillamente magnífica Maria Pilar. Dotar al Belén de vida desde los ojos de la niña ha sido todo un puntazo, original, divertido, fresco.., y luego todos los giros que vas introduciendo que llenan el relato de un rompedor contenido. La manifestación "belenil" contra Pin y Pon sublime y la historia del soldado y la lavandera todo un acierto al que no creo que tendría nada que objetar Dickens. Mi enhorabuena, compañera. Gran trabajo
ResponderEliminarAgradable cuento de Navidad, sobre todo muy original y super bien narrado. ¿Quién no se acuerda de estos nacimientos? de chicos yo creo que todos nos hacíamos historias en la cabeza con ellos. Me ha gustado que nos traigas ese recuerdo y creo que tu cuento es un gran aporte al Tintero. Saludos.
ResponderEliminarEstupenda, preciosa historia de Navidad, Pilar! Tiene la gracia dde los niños contándose historias a sí mismos, frescura, emoción. Me encantó. Muchas felicidades y un abrazo grande
ResponderEliminarHermoso cuento de Navidad, sentir como se van animando y llevan adelante la historia, gracias por el momento pasado al leerlo, un abrazo
ResponderEliminarQ maravilla de relato ❤️
ResponderEliminarUn cuento de Navidad que me lleva a la niñez cuando poníamos el belén en la escuela y no faltaba ninguna figurita. Suerte en el Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarFelicitaciones .
ResponderEliminarTipos de reto com este
no son para mi jajaja
Hola, Ma. Pilar. Una delicia leer tu cuento. Me gustó muchísimo el estilo, la fluidez del relato. Y sin dudas, ese tono pícaro que nos saca una sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo
Mil gracias por tus letras.
ResponderEliminarAprovecho para desearte una muy FELIZ NAVIDAD en compañía de los tuyos.
Volveré D.M. en enero e intentaré no perderte de nuevo. Seguiremos en contacto.
Te dejo un ramillete de cariños atado con un bonito espumillón.
Kasioles
Vaya belén que te has montado tú sólita con toda ese derroche de imaginación que le has puesto. Lo de Pin y Pon termina mal; menos mal que lo compensas con la historia de amor del soldado de Herodes y la lavandera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un cuento que arranca como un villancico. Casi parecía leer estrofas con su consiguiente tonadilla. Muy bueno, original e imaginativo. Ojalá todo fuera tan fácil como querer abandonar un mundo cuando se pone irreal.
ResponderEliminarMucha suerte, Pilar, y un abrazo!
Hola, está muy bueno tu Belén, muy imaginativa tu historia, saludos
ResponderEliminarAhora te leo. Pusimos el mismo nombre al cuento. El tuyo me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Madre Mía! ¡¡¡Vaya si me complació!!! Es verdaderamente caleidoscópico en los entresijos de un Belén, apuntando hacia el momento real de una familia cualquiera por estas fechas, con tonos de muy buen humor y ligando en ensambladura deliciosa con "Cuento de Navidad"....pero aún rizando el tirabuzón, hasta con el mismísimo Paul Auster. Elijo el momento, que lleva concentrada la esencia seminal de tu narración, de cuando "el soldado no tenía ojos nada más que para la lavandera"¡Je,je,je, qué bueno! Me encanta, porque siempre ha sido así, los de infantería no se enamoran jamás intramuros.
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡¡ Qué alegría leerte!!!!!!!
FELIZ NAVIDAD [ visto lo cual, seguro que la tendrás ]🍷💚🎻🍁
Hola, María Pilar. Un relato que podríamos decir que es un dos por uno. Dos partes muy diferenciadas. La primera en el más genuino estilo navideño y la segunda rompedora, con romance de por medio, la aparición del avaro de Dickens y la casa que no se ponen de acuerdo los herederos. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Pilar. Sugerente y original relato, el que construyes al revitalizar las figuras de un nacimiento navideño bajo la visión de una criatura de dos años. Rebosa magia navideña tu relato, sin olvidar los guiños a la obra de Dickens. Me ha resultado muy entretenido, a la vez que reivindicativo y divertido por momentos. Buen cuento de navidad. Me ha gustado tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo, suerte en el tintero.
Me encantaron ambas partes del relato: La primera, la alegre y divertida, donde los personajes del pesebre cobran vida como en la famosa película Toy Story. Y la segunda, tan real como significativa, ¿cuántas familias se han visto divididas por la herencia?
ResponderEliminarSaludos y suerte en el concurso.
Hola, Pilar. ¡Vaya belén más entretenido! Me ha emocionado el relato de amor entre el soldado prófugo y la lavandera, que hacen de la casa de Scrooge su hogar. Lástima de Pyn y Pon, se ve que hasta entre figuritas de barro y plástico hay rechazo hacia los distintos.
ResponderEliminarUn placer leerte. Te deseo lo mejor en el Tintero.
Un abrazo enorme.
El pesebre de las navidades COBRO vida propia y mis favoritos fueron la pareja de enamorados, pero tambien se unieron mis recuerdos comparando los pesebres o nacimientos que hacian los abuelos, los padres y los propios.... cada generacion a su estilo.
ResponderEliminarBello relato
Hola, María Pilar. Toda una Toy Belén Story nos has contado. Que bien que alguno de los personajes tomaran la iniciativa y pasaran de tanta pantomima. Me alegro por el exsoldado y la lavandera, los demás que sigan como cada año montando su Belén. Saludos y suerte 🎅🏼🖐🏼
ResponderEliminarHola María Pilar. Un cuento original, donde los personajes del belén cobran vida para convertirse en protagonistas bajo la mira de una niña de dos años. En las diferentes historias se recrean todas las pasiones y miserias del ser humano, humanizando también a las figuras que forman ese pequeño universo en miniatura. Buen relato y diferente a todo lo leído. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarHola, Pilar. Un belén viviente, literalmente. Siempre fui fan del portal de Belén. Me he sentido identificado con la niña porque yo adoraba jugar y montarme mis historias con las figuras. Además el relato tiene amor, una narración excelente y un toque Dickens. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, María Pilar. Me ha gustado como mezclas realidad y fantasía hasta llegar a confundirse.
ResponderEliminarIngeniosa sin duda ese Belén animado con el idilio entre el soldado y la lavandera que me recordó un cuento de Andersen.
Suerte en el Tintero
Un abrazo
¡Felices Fiestas! No hay otra forma de expresar los sentimientos para estas fechas.
ResponderEliminarQue vuelvan los momentos de reencuentro con la familia, los abrazos, el cariño y la solidaridad. Te deseo un buen AÑO NUEVO de corazón.
Hola Maria Pilar, una propuesta original que por un momento me ha trasladado a aquellos belenes que se armaban en navidad, y es cierto que uno siempre imaginaba historias, e incluso creia que cuando nadie observaba las figuras cobraban vida, es la magia de la infancia, que todo lo hace posible, y tú has conseguido hilvanar toda es magia en un precioso relato. Enhorabuena, un gran abrazo, felices fiestas, y suerte en el tintero¡¡
ResponderEliminarENHORABUENA, PILAR, POR ESE SÉPTIMO PUESTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO. FELIZ AÑO.
Pilar, un cuento navideño precioso, que sí o sí, tenía que entrar entre los diez primeros. Te felicito Pilar. y Feliz año.
ResponderEliminarMaria Pilar, que vida tan alegre e intensa le has dado a ese belén tan conocido y tan monótono por así decirlo, pues cada año esas figuras se colocan casi siempre en el mismo lugar, pero tu lo has bordado de manera genial. La niña un encanto si intervencion, y esa historia de amor y esa fuga del belén te quedo para seguir contando su historia.
ResponderEliminarUn placer leerte, y que bien que tu relato salga en la antología.
Feliz 2022, y sigue deleitandonos con tus letras.