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Entradas

La llamada del mar

Al anochecer El oleaje del mar tenebroso Golpea y golpea Una gaviota cruza perdida La línea de la noche Barcos anclados en el puerto Y abatidos pescadores en tierra La desolación de un naufragio La espuma de la orilla Acerca Mirando al infinito Una madre y su niño esperan El regreso de los que no llegan

Descanso veraniego

Un saludo amigos, acabo de regresar de un viaje y me encuentro con un blog remolón y perezoso que ante la suave brisa que nos anuncia la cercanía del verano, me reclama un cierre temporal para realizar otras actividades más en contacto con la naturaleza. No quiero dejaros el típico cartelito de cerrado por vacaciones porque reconozco que todos los que estáis ahí, a los que he tenido la suerte de encontraros en este rodar bloguero, os habéis hecho especiales y ya ocupáis un lugar allí donde crecen los sentimientos. Gracias a todos los que me habéis leído y en particular a los que entrada tras entrada habéis dejado vuestros animados comentarios. Me habéis dado mucho: risas, compañía, retazos de vida e historias compartidas que han ocupado gratamente parte de mi tiempo. Con vosotros he encontrado ese arte de contar y he descubierto nuevas maneras de mirar: miradas impregnadas de humor, poesía, ironía, nuevos significados de las palabras de siempre... que me han llevado a apreciar...

Si el pasado llama a tu puerta

Aitor salía del área de descanso Ruta de Europa donde había parado para comer cuando le entró una llamada en el móvil. Al ver el prefijo de Francia tuvo un mal presentimiento. Dejó que sonara. Se cerró el anorak y corrió hasta el camión para protegerse del temporal de viento y frío de noviembre. Con las manos heladas conectó el motor y salió huyendo dirección Madrid. Volvió a sonar. Estaba ahí. Podía sentirlo. Podía olerlo. El olor del miedo —¡Qué hostias pasa, tío! ¿Por qué no contestas?—La voz firme y autoritaria que le llegaba del otro lado de los Pirineos le confirmó lo que intuía: "el Burua". Intentó ocultar tras la suya la debilidad nerviosa que sentía: —¿Quién coño eres? —Mira Ortzi, a mí no me vaciles. Tenemos un trabajo para ti. Tú no estás fichado y hay que ejecutarlo en Francia el 20 de noviembre. Ortzi —pensó— el seudónimo que muy pocos conocían. Rememoró su época de estudiante con grandes ideales. Las manifestaciones y los enfrentamientos con la policí...

Atrapada por el azar

 Cuando le cree dormido se desliza de la cama. Una madera cruje levemente bajo sus pies descalzos. En la penumbra adorna su imagen con las joyas que tintinean. Se toma su tiempo, un tiempo que ya solo tiene para su adicción. Sale de la habitación con los zapatos de tacón en la mano. El ascensor se para en el bajo. Encara la noche con su melena al viento al encuentro de su suerte.  Su aroma lo envuelve a él como las sábanas de ese cuarto en el que permanece. Palpa el lado abandonado de la cama aún caliente para convencerse de que no está soñando.  « Un amante, seguro que tiene un amante. »  Y llora en silencio su cobardía. Mientras, ella entra en un casino envuelta entre haces de luces y promesas de fortuna. Sentada en torno a la ruleta, parece fascinada con el rodar de la bolita en juego. En ella ha depositado su última esperanza en una sola apuesta. El croupier canta un número y la raqueta se lleva sus joyas. Una furia rabiosa brota de su garganta:  «   ...

Un amor prohibido

Mi pecado lo conoce el mundo entero. ¡Qué le voy a hacer! A mí me gustaba más ella que él, tan peludo y descuidado y siempre pensando en las musarañas. Yo necesitaba algo que me permitiera sentir la fantasía y que me elevara de aquella vida tan rutinaria. Con ella encontré ese punto de evasión que me llevó a una sensualidad sin artificios porque simplemente me alentaba al disfrute en libertad. Andábamos desnudos por aquel jardín al que nos habían invitado a una fiesta cuando nos encontramos por primera vez. Con la piel satinada y las mejillas arreboladas lucía tan hermosa que no pude menos que alargar mi mano para acariciar su rostro. Sonreía ruborizada al sentir el cosquilleo de mis dedos. El embrujo de la mezcla de dulzura y sensualidad hizo brotar en mí la pasión. Cuando me la presentaron fue para decirme que ni se me ocurriera pensar en ella. Para entonces yo ya había hecho un largo recorrido de pícaras miradas e intenciones lujuriosas. Cuando mis labios se acercaron a su pi...