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La fuente que nunca se secaba (Día mundial del agua)

"Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo".   Jacques Cousteau #DíaMundialdelAgua   La escasez del agua en esa zona de cerros y terreno de secano era algo habitual, sobre todo en los meses de verano, pero el año de «la gran sequía» con toda la tierra agrietada no tuvo parangón. El sol asomaba todos los días tras El Cerrillo como un globo incandescente flotando en un mar azul del que no caía ni una gota. Los habitantes del lugar, se protegían de los rayos abrasadores escondidos en la oscuridad de sus casas de adobe que se mezclaban con el color de la tierra. La fuente del pueblo empezó a manar gota a gota, las mujeres hacían enormes colas con sus cántaros a lo largo del día intentando no desperdiciar ni una sola, hasta que un día se agotó. El arroyo hacía tiempo que era un camino pedregoso, los pozos también se secaron, empezó una sangría migratoria entre los habitantes y los pocos que quedaron clamaban al cielo. Para atraer la lluvia, las rogat...

La ventana indiscreta

— Me pide que le cuente lo que vi, Sr. juez.  Pues verá, para mí no era más que otra noche de insomnio. Sentada ante la ventana de mi habitación, veía el rótulo luminoso del Hotel Bates que tenía enfrente. Ese motel de aspecto decadente, regentado por un joven tímido, de mirada triste. Sentía pena por él, ¿sabe? Cuidaba a su madre anciana, lo tenía atrapado y no podía librarse de ella. Estaba loca.  Esa noche, la ventana del baño, con la luz encendida, mostraba a una joven encantadora, duchándose. El chorro de agua caliente que salía del cabezal de la ducha le daba de lleno en la cara, parecía muy feliz. Me emocionaba ver cómo se acariciaba el cuerpo desnudo mientras se dejaba empapar por el agua que la envolvía con el vaho. Pero algo rompió aquella magia de manera inesperada. Una sombra apareció tras las cortinas. Las abrió de golpe y un cuchillo se abalanzó sobre la víctima. Un grito aterrador rompió el silencio de la noche. A través del vapor que empañaba la ducha, pude ver...

Reseña de Rebelión en la granja

Una fábula satírica ingeniosamente construida por George Orwell y publicada en 1945.  Muy polémica en su momento por la crítica que contiene sobre la degeneración del régimen soviético de Stalin, su carácter universal la convierte en una obra imprescindible para comprender la corrupción que engendra el poder absoluto.  En Rebelión en la granja , los animales, hartos de ser explotados, se rebelan contra los humanos y fundan el sistema Animalista, basado en la igualdad y la libertad. Muy pronto los cerdos, encabezados por el tiránico Napoleón, rompen esos principios y de forma totalitaria dirigen el destino de los animales.     La estructura de la novela es cíclica, comienza con el Sr. Jones como tirano de la granja y termina con Napoleón como tirano de la granja, vestido como el Sr. Jones.  En la escena final del libro: “Doce voces gritaban de ira, y todas eran iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos.  L...

Mujer fenomenal

Las mujeres hermosas se preguntan  dónde radica mi secreto.  No soy linda o nacida  para vestir una talla de modelo.  Mas cuando empiezo a decirlo  todos piensan que miento  y digo:  está en el largo de mis brazos,  en el espacio de mis caderas,  en la cadencia de mi paso,  en la curva de mis labios.  Soy una mujer.  Mujer fenomenal,  esa soy yo.  Ingreso a cualquier ambiente  tan calma como a ti te gusta,  y en cuanto al hombre  los tipos se ponen de pie  o caen de rodillas.  Luego revolotean a mi alrededor,  una colmena de abejas melíferas.  Y digo:  es el fuego de mis ojos,  y el brillo de mis dientes,  el movimiento de mi cadera,  y la alegría de mis pies.  Soy una mujer.  Mujer fenomenal,  esa soy yo.  Los mismos hombres  se preguntan qué ven en mí.  Se esfuerzan mucho  pero no pueden tocar  mi misterio interior....

El fantasma de Julián

El Julián estaba muerto y bien muerto. ¿Qué cómo lo sé?, me pregunta usted, Sr. juez. Llevo años acompañando a D. Gregorio a dar la extremaunción y sé bien si están con los estertores o ya fallecidos. Cuando ya nos íbamos, una de las plañideras me agarró del roquete y me puso un velón encendido en las manos. «Tú aquí, a velar al difunto junto al sarcófago».  Hacía mucho calor en aquella sala llena de gente rezando el rosario. Se respiraba un aire rancio, como si rara vez se ventilase. La penumbra de la luz de las velas resultaba impresionante. El Julián todavía estaba arriba, tendido en la cama, solo. Las campanas tocaban a muerto. De repente, empezaron a oírse unos pasos por el techo. La muerte se enseñoreaba por la casa. Recuerdo muy bien el olor de la cera mezclado con el miedo. Alguien bajaba las escaleras.  Entonces se abrió la puerta de la sala con el crujir de los goznes oxidados y allí estaba el Julián. Sentí que se me erizaban los pelos de la nuca, y un escalofr...