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Los carámbanos

En aquel pueblo, los carámbanos colgaban de los tejados. Eran seres esbeltos, firmes y duros como un cristal de cuarzo. Entonces, el día lucía espléndido y un sol radiante iluminaba cada rincón del pueblo. Los témpanos expuestos al sol se hacían trasparentes y, durante un instante, se mostraban hermosos, brillaban como diamantes. Pero cómo proteger lo fugaz bajo el sol. Enseguida empezaban a derretirse. Su vida era tan efímera que gruesas lágrimas resbalaban por su cuerpo y, tras un momento de indecisión, se precipitaban al suelo.  No te puedes enamorar de lo que tan rápidamente desaparece y te deja el vacío de la ausencia. A no ser que ames tan rápido y con tanta intensidad que logres aprehender su esencia. Como cuando de niña subí al Cerrillo para captar el arcoíris. Abrí el gran botón del bolso del abrigo y logré que se metiera en él. Lo cerré con él dentro y, aunque no lo abría para que no se escapase, lo palpaba por fuera. Sentía un calor en la mano que me hacía saber que se

Reseña de El baile de las locas

Autora: Victoria Mas Editorial: Salamandra Género: Narrativa Páginas: 235 Ya no son esposas, madres o adolescentes, ya no son mujeres a las que se mira y se tiene en cuenta, ya nunca serán mujeres a las que se ama o desea. Son enfermas. Locas. (pág. 20) El baile de las locas nos presenta un grupo de mujeres muy especiales, únicas, con aspiraciones y sueños que fueron truncados por las ideas dominantes de la época en la que nacieron.  La autora, Victoria Mas, se ha basado en un hecho histórico para recrear la vida real del hospital psiquiátrico Saltpêtrière en el París de 1885. Dirigido por el doctor Charcot, reputado neurólogo sin escrúpulos, estudiaba la histeria experimentando con las locas  a las que orgulloso mostraba en público en sus sesiones de hipnosis.   En la novela, el pabellón de las histéricas está formado por un grupo de mujeres que, por diferentes circunstancias de la vida, se las consideró enfermas mentales, histéricas o epilépticas. También encontramos mujeres que habí

El obispo enamorado

Érase una vez un obispo que vivía en un palacio. Vestía túnica hasta los talones color amaranto, un solideo del mismo tono y llevaba una cruz colgada sobre el pecho.  Una mañana entró en la catedral por la puerta de la sacristía para recoger un pequeño libro de meditaciones que había dejado sobre el altar. Casualmente, levantó la vista hacia la nave central y sus ojos se encontraron con los de una joven que, sentada en un banco, le miraba fijamente. Ella no bajó la vista, simplemente se levantó y con elegancia femenina, recorrió el pasillo hacia la puerta de salida.  Él se quedó absorto durante un tiempo. Algo que hasta entonces se había mantenido en reposo se estaba rebelando en su interior y comenzaba a desasosegarlo. Parecía que la fortaleza que había construido en torno a sí mismo para ser un digno merecedor de su cargo, y vestir un día la sotana blanca de treinta y tres botones, los zapatos rojos y el anillo del pescador, estaba a punto de resquebrajarse ante una mujer.  Por eso

Reseña de Klara y el sol

 Klara y el sol es el libro de Ciencia Ficción escrito por Kazuo Ishiguro después de obtener el premio Nobel de Literatura en el 2017.    Cuando antes leíamos novelas de CiFi sabíamos que con su narrativa fantástica nos sacaban de la realidad y nos hacían soñar en mundos imaginados. Hoy la robótica lo invade todo. Basta darse una vuelta por lo que nos rodea e ir clicando botones. Tienes la sensación de que la vida cotidiana ya ha sido invadida por aquello que nos parecía «fantástico». La originalidad de Kazuo Ishiguro con Clara y el sol es que no trata de cómo vemos nosotros a los robots, sino cómo nos ven ellos. Son los ojos de Klara los que nos muestran el mundo.   Klara es un robot comprado en una selecta tienda para cuidar a una niña enferma. Un modelo de androide AA (Amiga Especial) especializado en el cuidado de niños que, bajo la piel de látex y metal, aloja una sensibilidad prohibida a los robots de su gama. ¿Un error de fabricación, quizá? Su voz narrativa, con la que no

El fantasma de la Brígida

En el aniversario del Señorito, el fantasma de la Brígida deja Treviño cuando el ganado sale a la aguada. Siempre fue pobre, y fea sin consolación, nunca honrada, por lo que le toca arrastrarse como alma en pena.  Eso es lo que quiere ajustar con él, que la libere de las cadenas del título de deshonrada que le impuso para toda la eternidad. ¿Padre antes que escritor? Así lo siente, por muy serio que se ponga. ¿Acaso no la engendró en su imaginación? Y siempre ha tenido la percepción de su debilidad por ella. Una cosa es ser querindonga de un maese Guasón que la pegaba para disfrutar contándole los cardenales y otra, cargar con el sambenito en el más allá.  Divisa Vitoria, puro resplandor. Al acceder al parque de la Florida, se topa con su figura en el pedestal. Murió tan joven que no pudo ordenar sus papeles y ella salió perjudicada. Sabe que lleva rato con la mirada levantada del libro que tiene en las manos, atisbando su llegada. Al verla, se baja del podio de un salto, y ella lo sig