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La curva de la tragedia

El móvil comienza a sonar justo cuando el tren va a entrar en la curva maldita, donde hace unos años ocurrió la tragedia. Dicen que los cables de la catenaria siguen contando la historia con un gemido quejumbroso de voces agonizantes.  En ese momento, a los viajeros los estremece una extraña vibración del convoy que pasa a toda máquina por aquel punto negro. Las maletas saltan de los compartimentos y caen al suelo de manera estruendosa, los billetes salen volando y los pasajeros se agarran a los asientos hasta hacerse daño en las manos. Un viento frío los recorre trayendo el olor a sangre y gritos desgarradores. Quieren salir pitando, pero ninguno se atreve a ser el primero. Las imágenes del tren convertido en un amasijo de hierros sanguinolentos sobrevuelan las mentes de todos ellos. Yo estoy de pie entre los raíles. Esperando a ese tren precisamente. La curva es extremadamente peligrosa. El teléfono sigue sonando, ¡maldita sea!, nadie lo coge. Piensan que van a morir ese día, en ese

Rumbo a peor

Giorgi piensa que si algo puede salir mal, saldrá mal, mientras se esfuerza por abrir los ojos. No puede hacerlo. Su rostro está incrustado en el barro. Una sensación de náusea lo ahoga, se traga el vómito del horror que lo golpea. Infinitas agujas le aguijonean el cráneo. Está empapado en sudor, a pesar de saberse expuesto al frío de la intemperie. La oscuridad de la noche, como una boca de lobo, amenaza con engullirlo.   Los prisioneros caminaban con las manos atadas a la espalda, arrastrando los pies embarrados. Vigilados por soldados armados, seguían al sargento que comandaba el pelotón de fusilamiento. En el interior del bosque, al borde de una fosa excavada recientemente, el sargento señaló el lugar del terror.    Giorgi es plenamente consciente de que él no está enterrado en la fosa. La noche, las prisas… ¡¿Qué ocurrió?! Le invade un miedo espantoso que le hace tiritar ante tanto padecimiento. Extraviado oye voces que cree son de su gente. Aguantará hasta que lleguen. Pero la v

El secreto

Escribir un micro -150 palabras- que empiece: El teléfono comenzó a sonar de madrugada... y que contenga las palabras: maleta, irse pitando, billete y secreto. El teléfono comenzó a sonar de madrugada. Me llegó la voz entrecortada de mi tía. Cuando entró en la habitación me di cuenta de que había llorado. Venía con una maleta. Mientras sacaba ropa del armario dijo que nos teníamos que ir pitando. El tren salía a las 6.45 y necesitaba comprar los billetes. Mi expresión era un interrogante. Ella respondió a mi muda pregunta al contarme que la descarga de una catenaria había lanzado al tío sobre las vías. No pudo seguir porque se rompió en llanto. Lo quería, aunque él, borracho, la maltrataba. No podía entenderlo. Era una mujer pequeña y delicada y yo un chiquillo que no hablaba de puro miedo.  Viajamos hasta la ciudad de la nada donde al enterrarlo creí enterrar su recuerdo. Pero el recuerdo vive. Allá donde vaya, aparece. Me hizo tanto daño que sigo herido buscando el olvido. Ese es mi

Reseña: Ensayo sobre la ceguera

Título: Ensayo sobre la ceguera  Autor: José Saramago (Premio Nobel de Literatura 1998)   Género: Ficción distópica  Editorial: Alfaguara  Año de edición: 1998  Número de páginas: 373  El Ensayo sobre la ceguera de José Saramago es un libro inquietante y doloroso. Parece responder a la famosa pregunta ¿Y si…? El resultado es esta novela que te sumerge en lo más recóndito de la naturaleza humana, donde se encuentran los ideales más nobles y, también, los más miserables y perversos.  Una epidemia de ceguera blanca, de origen desconocido, se expande por la ciudad. Al principio empieza de una manera lenta, como un goteo. Una genialidad de Saramago que hace que vaya calando en el lector y perciba las sensaciones de ansiedad y desorientación de los afectados. Después, la enfermedad se generaliza y el ritmo es ágil.  Tan solo “la mujer del médico”, no se queda ciega a pesar de relacionarse directamente con las personas que padecen la ceguera. Es la protagonista de la historia. Con ella vamos

Intuición lectora

Soy «gamer», los videojuegos me fascinan. Hace un mes, la profe me pilló con la consola y me la quitó. Dijo que para devolvérmela tenía que leer un libro y después contarle la historia. Se titulaba:  Pedida de mano en Nochevieja .  Iba de una familia que celebraba la cena de Nochevieja. Con el papeo y buen vino se les iba soltando la lengua. La joven Nerea era la más excitada, no dejaba de mirarse en el gran espejo del salón y a la vez cuestionaba a su madre con la mirada. Sí, estaba preciosa. Al llegar a los postres se les veía nerviosos. Cuando la tía Alejandra susurraba a los de su alrededor que Nerea se casaba de penalti, apareció él. Y con él llegó el acontecimiento de peso que estaban esperando.  —Hola, Andrew —dijeron todos.  Con aquel sombrero de copa y el abrigo negro hasta los tobillos, me pareció un ser siniestro. Ni para saludar se lo quitó. Ellos no lo tomaron como un gesto de desdén, más bien lo achacaron al aturdimiento momentáneo. A mí no me engañaba, me lo decía mi