Este fin de semana ha captado toda mi atención un jolgorio y un bullicio de niños, es un patio de colegio a la hora del recreo, la alegría infantil trasciende las ondas y despierta en mí una leve sonrisa; me quedo pegada a la radio hasta que acaba el programa. Es vida, pura vida en directo. El colegio se llama “Begoña Martín Baeza”, curioso nombre ¿no? para un colegio de una aldea en Anantapur (India). Oigo emocionada la relación que tiene con el 11M de 2004. Todo el mundo se acuerda donde estaba ese día al enterarse del mayor atentado terrorista que ha sufrido España. Las risas de los niños se tornan en ruido de sirenas, caos y desconcierto. En apenas tres minutos explotaron 10 de las 13 bombas que habían puesto los terroristas dejando un balance de 191 muertos y 1.500 heridos. Los bomberos buscaban cadáveres entre los hierros retorcidos de los vagones, uno de ellos fue el de Begoña Martín Baeza, joven de 25 años. Sus padres, que son unos padres coraje, decidieron que el dolor por la muerte de su hija no se iba a quedar así, sino que en homenaje a su memoria lo tenían que convertir en alegría para otros. Se pusieron en contacto con la Fundación Vicente Ferrer para donar íntegra la indemnización que les correspondió y con ello se construyó esta escuela donde se pueden escuchar las risas de estos niños que hoy pueden estudiar.
Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...
Pili, ésta noticia la escuché por la radio de aquí. También recuerdo cuando el enviado especial, vive en España, es español, relataba lo sucedido, escalofrío y dolor, como en todos los atentados.
ResponderEliminarUn encanto, besitos, buen fin de semana y mejor comienzo :)
Lo admirable es ver como esos padres han sabido transformar su dolor tan tremendo en felicidad para otros.
ResponderEliminar¡Qué gente tan extraordinaria hay en este mundo!
Si no fuera por ti esta noticia me la hubiera perdido y ¡sería una pena!
ResponderEliminarMe alegra haber aportado un granito de arena.
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