Encendidos de pasión tras las últimas notas de “Thinking out loud” que habían sonado en el salón de baile del Gran Hotel, subimos a la habitación. Esa canción era nuestra banda sonora desde el día que la oímos por primera vez mientras preparábamos nuestro viaje a la Ciudad de la Luz.
— ¡Qué casualidad!—te dije gratamente sorprendida—la han elegido para cerrar el baile.
Bajaron las luces y el pianista empezó a desgranar las primeras notas. Me miraste con tanta intensidad como nunca antes lo habías hecho. La voz del cantante irrumpió en el escenario y sentiste mi temblor al poner tus brazos en mi cintura y yo noté tu respirar entrecortado. A ritmo de baile, nuestros corazones nos hacían el eco perfectamente acompasados y tus labios me iban susurrando aquellos versos de los que ya nos habíamos apropiado.
Al entrar en la suite quedé petrificada cuando encendí la luz del baño. Me vi rodeada de un ejército oscuro que formaba una alfombra movediza en el suelo de mármol blanco. El terror se apoderó de mí. Mi corazón se me salía del pecho. El pánico me paralizaba. Caparazones de cucarachas negros con reflejos rojizos se movían a velocidad de vértigo. Con su danza macabra giraban a mi alrededor y empezaban a invadir mis pies descalzos. Con el roce de esas patas peludas ascendiendo vertiginosamente sobre mi piel, un grito aterrador quiso salir de mi garganta, pero se ahogó antes de ser pronunciado y me dejó un gusto amargo.
Me desplomé inconsciente.
Cuando abrí los ojos de vuelta a una realidad que no deseaba, encontré que los tuyos me observaban desde arriba con una sonrisa burlona.
Disfrutabas.
En cuanto te diste cuenta de que estaba despierta quisiste cambiar de registro. Ya era tarde.
Volaron mis sueños. Se me congeló el alma.
— ¡Qué casualidad!—te dije gratamente sorprendida—la han elegido para cerrar el baile.
Bajaron las luces y el pianista empezó a desgranar las primeras notas. Me miraste con tanta intensidad como nunca antes lo habías hecho. La voz del cantante irrumpió en el escenario y sentiste mi temblor al poner tus brazos en mi cintura y yo noté tu respirar entrecortado. A ritmo de baile, nuestros corazones nos hacían el eco perfectamente acompasados y tus labios me iban susurrando aquellos versos de los que ya nos habíamos apropiado.
Al entrar en la suite quedé petrificada cuando encendí la luz del baño. Me vi rodeada de un ejército oscuro que formaba una alfombra movediza en el suelo de mármol blanco. El terror se apoderó de mí. Mi corazón se me salía del pecho. El pánico me paralizaba. Caparazones de cucarachas negros con reflejos rojizos se movían a velocidad de vértigo. Con su danza macabra giraban a mi alrededor y empezaban a invadir mis pies descalzos. Con el roce de esas patas peludas ascendiendo vertiginosamente sobre mi piel, un grito aterrador quiso salir de mi garganta, pero se ahogó antes de ser pronunciado y me dejó un gusto amargo.
Me desplomé inconsciente.
Cuando abrí los ojos de vuelta a una realidad que no deseaba, encontré que los tuyos me observaban desde arriba con una sonrisa burlona.
Disfrutabas.
En cuanto te diste cuenta de que estaba despierta quisiste cambiar de registro. Ya era tarde.
Volaron mis sueños. Se me congeló el alma.
Un buen relato Pilar...La vida a veces nos sorprende de forma inesperada y dolorosa, puede ser a través de un sueño, o de una circunstancia real, que nos decepciona...Lo cierto es que, de todo se aprende y todo nos ayuda a madurar y a fortalecernos...
ResponderEliminarMi felicitación por esos magistrales giros en la narración, que nos hacer tocar tierra.
Mi abrazo y mi cariño.
Lindo relato.
ResponderEliminarBesos.
Ufffff, ay, qué dentera me ha dado. Odio las cucarachas, es verlas y salírseme el corazón del pecho. Solo con pensar en ellas me entra un asco terrible.
ResponderEliminarMenos mal que fue un sueño, menos mal.
Un beso grandote
Qué puedo decirte? Las cucarachas, que dan un asco terrible, me han estropeado el relato. :-(((
ResponderEliminarY a la protagonista: a) sufría de delirium tremens, porque era una alcohólica pérdida B) de ser real, eligieron mal el hotel c) esas asquerosidad eran una alegoría de como iba de verdad, su matrimonio d)...
Ya se, ya se me callo.
Besos, Pilar
Como bien dices...elgieron mal el hotel
ResponderEliminarCariños y buena semana!!!!
Parece mentira que pueda haber animales que repelan tanto. Y no lo digo solo por las cucarachas.
ResponderEliminarBuen relato, María Pilar.
Un abrazo.
Iba todo precioso hasta que llegaron las cucarachas,
ResponderEliminarAGGGGGGGGGGGGGGGGG ¡qué asco!
Uy pobrecitos, su sueño se convirtió en pesadilla. Genial relato
ResponderEliminarCaramba, que requiebro!
ResponderEliminarBesos.
Buen relato,cariños.
ResponderEliminarEstupendo relato. Logras que lo vivamos al leerlo. Jugaste genialmente. Jajaja.
ResponderEliminar¡Te felicito!
Un abrazo grande.
me encanta tu blog y todo lo que escribes un abrazo desde Miami
ResponderEliminarvolvi a releer el piso se movia me dejo pensando quizas fue tu pesadilla
Eliminarme encantas con tus letras gracias
¡jaja! me he reído de tu relato al aparecer las cucarachas, porque esto me ocurrió de verdad en un hotel en Birmania, en la ducha, salí al pasillo buscando ayuda y vino un empleado a decirme que no las matara, que me las quitarían porque eran un plato muy caro. No dormí en toda la noche, porque corrían entre las sábanas.
ResponderEliminarGracias por tu visita, a ver qué tal quedo con esta otra cirugía.
Un beso de ternura.
Un relato verdaderamente intenso y pleno de requiebros y situaciones vibrantes; donde un sueño dulce se convierte en una pesadilla agria.
ResponderEliminarAbrazos y Besines.
Uff, tu relato me produce sensaciones dispares, todo tan romántico hasta que aparecen las cucarachas, y un final feliz. No obstante el título me hizo pensar en un regalo malvado del marido, pero no.
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