Ir al contenido principal

Aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre

Tras las huellas de mi infancia llego a un pequeño pueblo de luz radiante que no soporta la mirada y se tiene que refugiar en los adustos soportales en sombra. Sus campos proyectan un matiz dorado salpicado del rojo amapola.
Juego con Josu, mi hermano mayor. Siempre me quita las cosas. Pronto se cansa y las abandona, muchas veces rotas. En esos momentos me enfado con él. Zalamero me hace carantoñas y no para hasta que me río y lo abrazo.
En invierno el manto de nieve silencioso lo uniforma todo a ratos, y otros, con pisadas misteriosas de seres invisibles que excitan mi imaginación. Unas huellas, que parecen puntas de estrella, me llevan hasta la base de un chopo cercano. Son de un gorrión común. Tiembla de frío, tal vez de miedo al verme. Me acerco despacio. Está tan débil que se deja coger. Siento en el hueco de mis manos el palpitar desorbitado de su corazón. Acaricio la suavidad de su plumaje. Le preparo una caja de zapatos con un vasito de agua y unas migas de pan en una taza. Lo escondo en un rincón de mi habitación y extiendo por encima un trozo de una cortina de guipur para que no lo vea Josu. Es la primera vez que le oculto algo.
Al volver del colegio está en la puerta de casa esperándome. En cuando me ve corre a mi encuentro con esa manera suya tan desgarbada y torpe al moverse. Está radiante, algo importante quiere compartir conmigo y no puede esperar.
—Nena, nena… —habla de manera atropellada babeando más que nunca. Esconde algo en el puño cerrado que me muestra.
Entonces lo veo. Su cabecita asoma y su pico se abre exageradamente intentando alcanzar algo de oxígeno. Puedo sentir su asfixia. Un último gorjeo ronco le raspa la garganta. Sus pupilas negras giran y sus ojos se velan con la agonía de la muerte.
— ¡Josu! Por favor…—le grito intentando abrirle la mano con las lágrimas emborronando mi vista.
Percibe el llanto que se apodera de mí y se olvida del regalo que me traía. Pestañea perplejo, sin comprender. 

Comentarios

  1. intenso ,dramtico y tierno relato lleno de la virtud del ser a que se ama y no puedes hacer nada ,gracias Maria Pilar , por compartirlo desde mi blog de horas rotas saludos . j.r.

    ResponderEliminar
  2. Ternura y tristeza como sólo vos podés relatarlas, Pilar..
    Un abrazo!!
    Lau.

    ResponderEliminar
  3. Queridos amigos y todos los que paséis por aquí, os dejo un nuevo relato tejido con la ternura de la infancia. Espero que os guste aunque no presente la cara más risueña de un niño. Es la vida y mis manos sobre el teclado me llevaron a plasmarlo así.
    Mil gracias por pasar por aquí, por dedicar un tiempo que os es tan valioso para leer lo que publico y sobre todo por esos comentarios que me dejáis.
    Todo mi cariño y admiración.
    Inmenso abrazo. María Pilar

    ResponderEliminar
  4. Duro.
    Durísimo.
    Pero muy bien escrito.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Nos enojamos con los niños olvidando que también en su oportunidad nos perdonaron a nosotros

    Besos

    ResponderEliminar
  6. Entrañable y triste. yo veo calidez y mucho amor por parte de los dos hermanos, cada uno con su cometido, ella cuidarlo y dejarle comida, el lo encuentra y se lo regala a su hermana pensando que es el regalo mas maravilloso que puede hacerle. me han enternecido. un abrazo escritora

    ResponderEliminar
  7. Josu debe pensar lo raras que son las niñas en general y su hermana de manera particular. Ni los regalos saben agraceder. Al gorrión se le acabaron los pensamientos.
    Muy bien contado, María Pilar, como es la costumbre de la casa.
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Bonito relato infantil.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Un relato entrañable y estremecedor, Pilar...La niña consciente de la vida y de la muerte del gorrión. El niño sólo piensa en su hermana y no comprende su tristeza...De nuevo las luces y las sombras se dan la mano en una misma circunstancia, el dolor y la alegría de la vida, que nos une o nos enfrenta...Esa relación entre dos hermanos, que es un aprendizaje constante hacia el amor incondicional...
    Mi felicitación por la sencillez y la hondura del relato, que nos sobrecoge a todos.
    Mi abrazo y mi cariño, amiga.

    ResponderEliminar
  10. Como dice Toro,duro,pero bien escrito,abrazo niña

    ResponderEliminar
  11. Se murió!!! Qué triste.
    Te quedó excelente relatado. Te felicito, aunque con el corazón apachurrado.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  12. Una historia muy triste perro bella. Te mando un abrazo

    ResponderEliminar
  13. ¡Precioso relato!
    Y me has recordado a uno de tantos veranos cuando mis hijos eran pequeños, siempre caían, de tantos nidos como había en el tejado, algún pájaro que empezaba aletear, mis hijos intentaban salvarlo, le daban con un palillo miguitas de pan, pero siempre ocurría lo mismo, el pobre pájaro abría el pico pero no era por ganas de comer, era esa asfixia que precede a la muerte.
    Me ha encantado cuando dices en tu relato que observas sobre la nieve "huellas que parecen puntas de estrella" ¡Tú vales mucho, amiga mía!
    Cariños en un fuerte abrazo.
    kasioles

    ResponderEliminar
  14. Se me ha encojido el corazón, muy bueno.
    Besos.

    ResponderEliminar
  15. Es duro, pero la vida en muchos casos, no es ningún camino de rosas. Muy bueno; triste relato, pero muy bueno.

    Besos Pilar,

    ResponderEliminar
  16. En pájaro te conviertas y en manos de niño te veas.
    Un relato duro y tierno a la vez.

    ResponderEliminar
  17. Me tuviste en vilo hasta el final y el corazón en un puño.

    Muy buen relato, como lo suelen ser los tuyos, Pilar.

    Besotes y feliz Día del libros hoy y siempre.

    ResponderEliminar
  18. Uf, qué triste y dulce al mismo tiempo. Sobrecoge ese final, donde se unen la inocencia, la ternura y la muerte. Un contraste que sacude y hace el relato muy efectivo.
    Un beso enorme, María Pilar.

    ResponderEliminar
  19. Hola María Pilar. Es duro pero es la realidad de cualquier niñ@s, que en este caso se trata de tu hermano menor.La inocencia invita a que un juego pueda causar la muerte de un animalillo. Está muy bien escrito y parece tan real que yo he pensado que era tu hermano de pequeño de quien nos hablas, y de sus juegos y la forma que tiene de llamar la atención.
    Abrazossssssssss

    ResponderEliminar
  20. Al igual que el relato siguiente, que acabo de leer, la realidad juega un papel muy importante, donde los puntos de vista difieren. Ternura, poesía y dureza se van mezclando como la vida misma que ya empieza así en nuestra infancia.

    Besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a...

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —...

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo ...

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso ...