Esa tarde de domingo flotaba una atmósfera especial en el museo. Los personajes desde sus cuadros me manifestaban una actitud inquieta y al fondo había un runrún audible que me desconcertaba. El sonido de mis tacones apresurados se escucharon por los pasillos hasta llegar a la sala que me interesaba: Las meninas. Cuál no sería mi sorpresa al constatar que los focos de luz pintaban un cuadro de pared deshabitado. De la bella infanta, con su vestido blanco de princesita, aprendiendo los ritos del coqueteo que le enseñaban sus meninas, nada.
El ángel de Fra Angélico le susurró a María el misterio: Las Meninas habían desaparecido. Los susurros cobraron eco y en El jardín del Bosco se preparó tal caos entre dimes y diretes que el vigilante se temió lo peor. Alguien gritó que esta situación los colocaría en el primer puesto en el ranking de visitas y esto, les animó a celebrar desnudos una bacanal al arrullo del agua que expande el aroma de la naturaleza fresca.
Alberto Durero, sin mover la cabeza, giró los ojos hacia la derecha para indicar el camino por el que había salido corriendo el ladrón. Quién sabe si lo hacía para evitar que se supiera su complicidad en el tema. Esa dirección tomó el vigilante del museo que pasó como una exhalación.
El caballero de la mano en el pecho, sin que nadie le preguntase, juraba por su honor de caballero que él atraparía al culpable. Paparruchas de princesas dijo La vieja friendo huevos entre el olor a fritanga. Pidió al niño que le alcanzase la crujiente hogaza recién horneada porque bien sabía ella que no hay nada comparable a esa costra calentita con la miga blandita a la hora de cenar.
Las tres gracias, generosas y perfumadas, opinaban que ellas no tenían nada que ocultar y la Maja vestida con ropas de alto copete, tumbada en un diván sobre almohadones en postura insinuante y con los brazos tras la nuca para exhibir su sensualidad, proclamaba con voz meliflua: “A mí que me registren”.
El vigilante, desesperado, claudicó y se unió al grupo de borrachos que bebían sin vacilar. Prefería esa controlada rigidez mecánica del borracho a caer en el estupor ante tanta habladuría enloquecedora.
El ángel de Fra Angélico le susurró a María el misterio: Las Meninas habían desaparecido. Los susurros cobraron eco y en El jardín del Bosco se preparó tal caos entre dimes y diretes que el vigilante se temió lo peor. Alguien gritó que esta situación los colocaría en el primer puesto en el ranking de visitas y esto, les animó a celebrar desnudos una bacanal al arrullo del agua que expande el aroma de la naturaleza fresca.
Alberto Durero, sin mover la cabeza, giró los ojos hacia la derecha para indicar el camino por el que había salido corriendo el ladrón. Quién sabe si lo hacía para evitar que se supiera su complicidad en el tema. Esa dirección tomó el vigilante del museo que pasó como una exhalación.
El caballero de la mano en el pecho, sin que nadie le preguntase, juraba por su honor de caballero que él atraparía al culpable. Paparruchas de princesas dijo La vieja friendo huevos entre el olor a fritanga. Pidió al niño que le alcanzase la crujiente hogaza recién horneada porque bien sabía ella que no hay nada comparable a esa costra calentita con la miga blandita a la hora de cenar.
Las tres gracias, generosas y perfumadas, opinaban que ellas no tenían nada que ocultar y la Maja vestida con ropas de alto copete, tumbada en un diván sobre almohadones en postura insinuante y con los brazos tras la nuca para exhibir su sensualidad, proclamaba con voz meliflua: “A mí que me registren”.
El vigilante, desesperado, claudicó y se unió al grupo de borrachos que bebían sin vacilar. Prefería esa controlada rigidez mecánica del borracho a caer en el estupor ante tanta habladuría enloquecedora.
Muy ingenioso y divertido, María Pilar, ¡menuda actividad que hay en el museo por la noche! :DD
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanto!!!!
ResponderEliminarAlli estaba yo con premura viviendo tantas bellezas preocupadas
Las palabras juegan armoniosamente entre tus manos
Cariños
Jajajaa! Genial Pilar! Excelente relato!! Me encantó!!
ResponderEliminarBesos querida Amiga!!!
Lau.
Ha sido muy divertida tu humanización de las rígidas figuras de los cuadros importantes, dándoles vida para tus lectores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy gusta este divertimento a costa de mostrarnos las reacciones de diversas obras pictóricas ante la desaparición de una de ellas. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen relato en este repaso por las grandes obras de la pintura. Excelente.
ResponderEliminarBesos
Jajaja, muy bueno
ResponderEliminarBesos
Un relato muy divertido y yo prefiero lo mismo el ruido de palabras tontas da dolor de cabeza. Te mando un beso
ResponderEliminarMuy bueno, vaya imaginación y vaya museo más divertido.Así se puede pasar las horas.
ResponderEliminarBesos.
¡Muy buena historia!
ResponderEliminarTodo un cuento de misterio y los famosos cuadros participando en ella. Felicitaciones, gran imaginación.
mariarosa
Jajaja, genial, muy divertido. Me has hecho la mañana.
ResponderEliminarBesos.
No hay duda de que los espíritus de los cuadros están vivos y siguen inspirándonos a todos, Pilar. Me parece mágico, original y entrañable tu texto.La aparente quietud del museo, sólo es una visión de la realidad, que tiene otras muchas, como la que nos muestras y logras con ello dar alas a la imaginación y vida al espíritu, que necesita superar la materia, amiga.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu constante creatividad, que es vida.
Mi abrazo y mi cariño, Pilar.
¡Pobres Meninas! Habrán sido metamorfoseadas en globo, como Margarita en el dibujo de Mingote. El vigilante que se pimpló el vino de "Los borrachos" y triunfó Baco.
ResponderEliminarBesos, Pilar.
A mí no extrañaría que eso pudiera ocurrir.
ResponderEliminarO algo parecido.
Todas las cosas tienen su propio universo.
Besos.
Antes de nada tengo que agradecer tu visita y decirte que me he alegrado mucho al leer tus letras.
ResponderEliminarSabes que he estado ausente del blog más de cuatro meses y, a muchos de vosotros, os había perdido la pista, poco a poco, me voy encontrando con mi grupito que tanto quiero y que tanto me ha arropado a lo largo de mi caminar por este mundillo bloguero. Una vez más, gracias.
En cuanto a esta entrada, no puedo por menos que aplaudir tu ingenio al escribirla, yo también pienso que en los cuadros hay vida, y no sólo la de los personajes allí representados sino también la que, en cada pincelada, ha dejado su autor.
Cariños en abrazos.
Kasioles
¡Divertidísimo relato, Maria Pilar, me ha encantado!
ResponderEliminarYa estoy decrevreso en casa de mi viaje, tratando de meterme de a sorbitos en la rutina.
Muchos besos
Hola Pilar,además de bien escrito,muy pero que muy gracioso y original:):)
ResponderEliminarBesos enorme:).)
de regreso en casa, digo
ResponderEliminar¡¡Y gracias, M. Pilar, por tu bienvenida!!
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______*Fé_Bondad_Paciência_Ventura _Fuerza*
____*Tenacidad-Prosperidad--_Reconocimento***
__*Son mis deseos Felíz Navidad y Año Nuevo 2018*
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