«Duérmete niña, que viene el coco y se come a los niños que duermen poco.» A los críos hay que cortarles las alas cuando son meones y que aprendan a estar calladitos. Lo dice esta nana, seguro que la conoces.
Una nana que precipitó mi historia. Te la cuento porque no sé leer ni escribir. Llevo unos meses en esta cárcel de Vitoria y aquí paso los días sentado en la silla, junto a la mesa, con grilletes en manos y pies y una cadena que me une a la pared. Ya has oído los cerrojos al abrir la puerta. Fíjate en el ventanuco; ni alcanzo a ver lo que hay al otro lado, pero no importa porque todo sigue aquí, en mi cabeza.
Ya le he explicado al juez instructor cómo se desarrollaron los hechos, y me he dado cuenta por sus gestos que no lo he convencido a mi favor. ¡Joder! A ver si contigo tengo más suerte. Tú eres galeno, un hombre de estudios, lo podrás explicar mejor que yo.
Muchos son los curiosos que me visitan para que les cuente los asesinatos a cambio de unas monedas. Hasta me han hecho fotos, y una persona está dispuesta a escribir un libro. Siempre es agradable que alguien así se interese por uno.
Ay, la hostia. Quiero contarte mi historia, pero me aturullo como las vaquillas en el prado. Tú querrás que empiece por donde se debe empezar.
Me llamo Juan Díaz de Garayo y nací el 1821 en una aldea a una hora en burro de aquí. Tengo sesenta años. Las malas lenguas van pregonando por ahí que soy más feo que Picio. Claro que, nunca se atrevieron a decírmelo a la cara. Ya ves que soy alto y corpulento; eso sí, huraño y terco como una mula, sin más educación que los palos de un padre violento y borracho. En mi trabajo de gañán no debía hacerlo mal porque mis paisanos me reclamaban.
Casado cuatro veces, solo me fue bien con la primera, la Antonia, que me concedía alivio diario. Cuando murió no tuve suerte con las otras, unas vagas; eso que a mí se me iba la mano con facilidad, pero no conseguí doblegarlas. Por su culpa, con cincuenta años empecé a acechar a mujeres solas por caminos y veredas para saciar mis apetitos sexuales antes o después de acuchillarlas.
El día que empezó todo fue el 2 de abril de 1870. Acababa de morir mi segunda mujer en extrañas circunstancias, que en los infiernos esté. Era mediodía y andaba txiquiteando por las tascas de las callejuelas del centro cuando me encontré en una esquina con la Melitona. Le propuse lujuriar en la vereda del río Errekatxiki. Allí, me pidió cinco reales. «¿Por qué pagar lo que puedo tener gratis?», le dije. Se le desató la lengua. Encendido de ira la agarré del cuello y apreté con firmeza. Sus brazos y piernas trataban de separarse de mí, pero seguí aferrado hasta que aflojó. Para asegurarme, la arrastré hasta el río y le metí la cabeza en el agua. Revivió. Me ayudé hincando una rodilla en su espalda y cargué en ella toda la fuerza de que fui capaz. ¡Cómo se había abultado lo de mi entrepierna! Hacía tiempo que no sentía una excitación semejante. La saqué del agua y la desvestí rasgándole la ropa. Era regordeta y de piel muy blanca. Mirándola, me bajé los pantalones, le separé las piernas, me tumbé encima y empecé a metérsela. Estaba caliente todavía. La cubrí como un toro en aquel lecho verde junto al río. Después, la abrí en canal con mi cuchillo de monte, le saqué las entrañas y un riñón.
Así fue la primera vez y parecidas las siguientes a lo largo de casi diez años. Abordaba a las mujeres en cualquier sitio solitario y descargaba en ellas toda la rabia incontrolada que despertaban en mí: las forzaba, estrangulaba, destripaba o apuñalaba. ¿Acaso soy yo culpable? ¿No le parece que con su provocación llevan su destino marcado en la cara? No siento sobre mi conciencia sus muertes. Si no hubiera sido yo, cualquier otro las habría asesinado. Siempre pasa con esas mujeres. Cuando terminaba, las abandonaba sin más porque me había ido envalentonando con mi impunidad. Llegué a creer que nunca me cogerían.
La fantasía de la gente, al conocer los detalles de mis crímenes por la Llanada Alavesa, me bautizó como el Sacamantecas, una figura monstruosa que se convirtió en el coco de las niñas y de todas las mujeres vitorianas a las que se les ponían los pelos de punta solo con mentarla. La gente no podía imaginar que actos tan brutales los estaba realizando el vecino de al lado que era yo.
Un día, que caminaba por una calle bastante concurrida de la ciudad, fui descubierto por una niña a quien no había visto nunca. Sin duda en la cabeza de esa criatura yo era la representación de sus pesadillas. Le clavé mi mirada atravesada como una rapaz a un conejo. La niña siguió señalándome con el dedo, gritando: «¡Es él! ¡Es el Sacamantecas!» La gente se me fue arremolinando con intención de lincharme. Un alguacil se abalanzó sobre mí y me inmovilizó.
No le puse resistencia.
Este relato está publicado en la revista monográfico 1280 almas de El Tintero de Oro
¡Uf! Tremendo relato, Mª Pilar. Me ha gustado mucho el tono de la confesión y la voz del personaje. Recreas muy bien su falta de empatía y el aire justiciero. Muy buena historia. Felicidades y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarGracias, Marta, por dejarme tus impresiones.
EliminarNos vemos en El Tintero.
Mas tarde me paso a leer con tiempo,besos.
ResponderEliminarNo te preocupes, Fiaris, el relato es muy duro y no te va a gustar.
EliminarEspero que sigas bien.
Besos.
Saludos. Debo decir que SI, el protagonista responde perfectamente al reto del Tintero.
ResponderEliminarLei todo el relato, los detalles y pienso que lograste un buen sicopata, me ha gustado la epoca en la que esta ambientado, la manera de hablar.
Me parece que el caballero es cosita seria.
Gracias, Hugo, por leerlo y dejarme tu comentario.
ResponderEliminar¡Gracias, María Pilar, por participar con este relato en la presente edición dedicada a Jim Thompson! Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti, David. Sin tus propuestas yo no saldría de mi zona de confort.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es muy tarde, mañana paso a leerlo entero. Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo, Ester. Que descanses.
EliminarQué fuerte este relato... Pero excelentemente narrado, Pilar. Mis felicitaciones y mucha suerte!!
ResponderEliminarCariños!
Lau.
Tremenda historia Pilar, magníficamente desarrollada con un estupendo hdp si eso es posible. bueno, todo es posible en literatura. Te felicito y te deseo lo mejor. Un abrazo
ResponderEliminarEs un relato genial da un poco de miedo. Retratas muy bien al personaje, te mando un beso
ResponderEliminar¡Ay el sacamantecas! El terror nocturno de varias generaciones de niños. Creí que era una leyenda hasta que leí tu magnífico relato haciendo referencia al sacamantecas real de Vitoria. Me parece todo un acierto como lo has enfocado, María Pilar… con sus pensamientos y hasta su voz ¡ay la hostia!¡Qué bien escribes, compañera!
ResponderEliminarUn trabajo impecable.
Había oído hablar de este personaje y tu precisión al darle nombre y apellidos y fecha de nacimiento me ha hecho comprender que estabas describiendo a un personaje real. Sea como sea, lo has descrito de tal forma y has utilizado con tal pericia su lenguaje primitivo que talmente parecía que estaba escuchando de viva voz su horrible confesión.
ResponderEliminarUn relato realmente impactante y perfectamente narrado.
Un abrazo.
Hola María. Nos traes un relato impactante y realista sobre uno de los asesinos en serie que asolaron nuestro país. La tradición se hizo cargo de su vida y tú te has encargado de volverlo a traer con ocasión de este concurso.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte.
Partiendo de la documentación necesaria para elaborar tu relato, pienso que has sabido crear una interesante trama que engancha desde el principio hasta su desenlace y es que no hay nada como la vida misma para sorprendernos a nosotros mismos e indagar en esos "territorios" tan oscuros de la mente humana que son tan complejos para la mayoría de los mortales. Precisamente gracias a tu interesante ejercicio introspectivo lleno de matices, es precisamente cuando llegamos a conocer esa confesión del culpable, que como buen psicópata no asume la propia responsabilidad de sus crímenes.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Un abrazo y mucha suerte.
Hola, María. El relato en sí me ha gustado mucho, como está redactado. La historia me ha resultado espeluznante, pobres víctimas. Has traído a colación un tema que siempre me viene a la mente cuando veo comentarios como: "¿No le parece que con su provocación llevan su destino marcado en la cara? No siento sobre mi conciencia sus muertes. Si no hubiera sido yo, cualquier otro las habría asesinado. Siempre pasa con esas mujeres."
ResponderEliminarSon palabras en un relato, pero encierran lamentablemente el pensamiento veraz de muchas personas respecto a estas desgraciadas de la calle, ¿acaso hay derecho a asesinar? sea la víctima que sea?
Me ha encantado, gracias Pilar. Creo que la labor del escritor, o el hecho de escribir públicamente entre otras cosas, debería ayudar a concienciar en general a todos sobre distintos temas. Muchas personas, sin ser asesinas, piensan igual que el protagonista, con esas palabras que he destacado.
Abrazote, abrazote!!
Magnífico relato, María Pilar. Tan duro como bueno. Viene con nivelazo el primer Tintero de la temporada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, María Pilar. Debo decirte que el relato es impresionante, la primera persona describiendo las atrocidades que hizo, le dio un plus que genera rechazo verdadero. Muy bien logrado.
ResponderEliminarUn abrazo
Vaya con el Sacamanteca, María Pilar. Muy cruda la historia. La primera muerte muy visual y cargada de dureza, pedazo de psicópata te has inventado. Me ha gustado mucho el estilo, aunque sea en primera persona, como dice el reto, le has imprimido ese caracter de conversación, de ese modo gana fluidez y realismo, incluso se percibe el acento del norte. También me gustó como lo empezaste, con esa nana con el toque siniestro de tu personaje, una canción que conocemos todos, y ahora que lo pienso es un poco macabra, ¿No? Je, je.
ResponderEliminarMuy buen relato, hipnótico y que apunta bien alto.
Un abrazo.
Enhorabuena María Pilar. Es duro, bien hecho, ambientado, el psicópata logrado. Está muy bien! Mucha suerte! Un abrazo!
ResponderEliminarHola María Pilar
ResponderEliminarMe ha enganchado.
Esa imagen del hombre encadenado a la silla del inicio me llamó la atención.
Un personaje realmente repugnante, fiel a su nombre.
Un abrazo y suerte
Hola, Mª José. Has puesto voz a un asesino en serie real como la vida y en su localidad real también y con su verdadero nombre. A veces no hace falta inventar ya que como siempre se dice la realidad supera la ficción. Me ha gustado la ambientación, esa nana del principio y qué decir de la ambientación en Errekatxiki. Un relato muy logrado. Un abrazo.
ResponderEliminarBuen trabajo, amiga Mª Pilar. Tu relato-denuncia cumple con el requisito del protagonista psicópata con creces, y cuenta con el plus de que está ambientado en nuestra Tierra, aunque hace más de un siglo.
ResponderEliminarAñadía lo de "denuncia" porque, como he leído antes en otro comentario, es necesario visibilizar esos pensamientos y actitudes machistas hasta lograr, si no su desaparición porque me temo que estén grabados muy a fondo en algunos genes, que cada vez tengan menos justificación, aceptación y seguidores. ¡Gracias y enhorabuena!
Te envío un fuerte abrazo, compañera, junto con el deseo de mucha suerte en "El Tintero".
El personaje del sacamantecas nos atormentó la niñez a muchos. Bien traído el personaje, María Pilar. Suerte en el Tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Mª José.
ResponderEliminarEl relato sobre este psicótico en serie emana llamas de maldad retorcida que invaden al lector. Lo has aderezado con unas detalladas y escalofriantes escenas. ¡Muy bien construida y narrada!
Un saludo
¡Disculpa me equivoque, era Mª Pilar!
ResponderEliminarHas vuelto a traer a la vida, como si fueras el doctor de tu tocaya la srta. Shelley, un monstruo real, un psicópata de carne y hueso que asoló y tuvo atemorizadas a las poblaciones de esa hermosa tierra. Me ha gustado la ambientación. Buen relato.
ResponderEliminarSuerte en El Tintero. Saludos.
Una historia de un asesino real que escuché o leí, no recuerdo en algún momento. Al igual que el hombre del saco que tanto terror nos causaba con solo nombrarlo.
ResponderEliminarTodo mito está respaldado por una realidad, y esta que has armado con tan buena mano no deja indiferente al lector.
Te deseo suerte aunque no la necesites.
Un abrazo.
Realmente primario o reptiliano como se dice ahora de los que sin parpadear de abren en canal y con la sonrisa en la boca. Buena descripción,saludos y Suerte.
ResponderEliminarExcente y escalofriante relato. Se me ya helado la sangre con su pormenorizada descripciòn de los crímenes. Mucho éxito en el concurso. Besotes, Pilar.
ResponderEliminarSaludos Ma. Pilar
ResponderEliminarTu narrativa es tan atractiva que haces interesante cualquier tema. La historia real o ficticia contada desde el personaje tiene un significado diferente, sientes que te habla, tiene un tono y una voz personal. Me ha gustado mucho tu relato, sobre todo la forma. Se aprende. Te felicito.
Genial adaptación de la vida del Sacamantecas, un psicópata violador y asesino que murió en la cárcel por garrote vil (me has despertado la curiosidad y he leído su biografía). Muy adecuado para el reto, has sabido ponerte en su mente y narrar sus horribles andanzas. Muy bueno. Un abrazo y suerte en el Tintero
ResponderEliminarFabulous blog
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Maria Pilar! Sobre todo el lenguaje tan adaptado a la epoca, tiene mucho mérito. La descripción del sacamantecas pone los pelos de punta, me parece acertado que incluyas detalles del crimen para alimentar el mito.
ResponderEliminarUn abrazo compañera
Un relato muy duro, Mª Pilar. Has recreado un personaje que, por desgracia, podría ser perfectamente real. Mucha suerte, un abrazo.
ResponderEliminarHola María Pilar. Ufffffffffffff, es como si tuviera enfrente a Juan el Sacamantecas. Está muy bien escrito y desde la primera línea engancha. Me ha entrado como ansiedad por llegar al final.
ResponderEliminarAbrazos