Cuando, como cada tarde, regrese su padre a casa, tendrá la impresión de que reina una paz siniestra, el caos por doquier será testigo de una pelea anterior. Un rayo de sol incidirá en los cristales del ventanal descomponiéndose en mil pedazos para dibujar el perfil de ella yaciendo en el charco de su propia sangre. “¡Ya tienes tu merecido, zorra!” le gritará y entonces..., caerá en la cuenta. Como un loco lo buscará, pero hoy él tiene su pistola.
Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...
Genial
ResponderEliminarGracias Frank por pasarte por aquí y por dejarme tu comentario :)
ResponderEliminar