Ir al contenido principal

Instantes

Empiezan las rebajas.
Al cruzar la calle ante unos grandes almacenes, un cabello corto, muy fino, de color castaño, capta mi atención entre la gente. Se me pierde entre la multitud apresurada que intenta encontrar las mejores gangas. Poco después, una mano de mujer adulta con una alianza de oro en el anular derecho, se atusa el pelo.
La sigo.
Me llega su voz, oigo su risa.
Noto cómo agacha un poco la cabeza para protegerse del viento frío que da de cara. Se sube el cuello del abrigo azul.
Una chispa de emoción me recorre.
¡Es ella!
Llena de entusiasmo agilizo el paso de manera atropellada entre los que me rodean. Tengo tantas ganas de hablar con ella, de sentir su cálido abrazo. Sus manos. Siempre haciendo algo, nunca quietas.
Las imágenes también se atropellan en mi cabeza.
Me veo de niña.
Siento cómo esas manos me hacen las trenzas o me prueban la ropa que me hace nueva. Manos seguras, fuertes, manos de madre que parecen multiplicarse.
Sentir que está ahí, pasar mi mano por la piel tan fina de su cara... Son experiencias tan cálidas, que mi corazón se llena de una oleada de sentimientos.
El cariño se desborda y quiere provocarme el llanto.
"Mamá", grito.
No se vuelve, sigue su camino. Otras personas me miran sorprendidas.
Corro hasta ponerme a su nivel. Estoy a punto de cogerla del brazo cuando... Se gira.
Mi madre se desvanece.
Es una extraña.

Safe Creative #1811028930649

Comentarios

  1. Esos anhelos profundos que parecen corporizarse acicateados por la ausencia de la persona, por los motivos que sean, el más probable es la muerte.
    Un texto breve, pero con los ingredientes necesarios para atrapar al lector.
    Besos, María Pilar.

    ResponderEliminar
  2. Si, mi madre siempre fue una extraña

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Lo describiste perfectamente como es. Yo ando así desde hace semanas con una voz de la radio que es igual a la de la mía.
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  4. Es una pesadilla que todos tenemos!!

    ResponderEliminar
  5. Tengo la suerte de que todavía la tengo, pero aún así me has hecho sentir plenamente identificado con la situación. El cariño de una madre es el sentimiento más puro y desinteresado del ser humano y es lógico añorarlo cuando no lo tienes.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Me has hecho emocionar hasta las lágrimas con tu relato, mi querida Pilar.
    Vos sabés que perdí a la mía hace pocos días...
    Un abrazo fortísimo, amiga querida.
    Lau.

    ResponderEliminar
  7. Una maravilla de texto. Me hiciste vibrar contigo.

    ResponderEliminar
  8. Me gusto mucho me conmoviste t e mando un beso y te me cuidas mucho

    ResponderEliminar
  9. Pilar, me alegro de volver a leerte, amiga...Tu emotivo y entrañable relato nos llega a todos muy adentro. Las madres permanecen en el corazón y la mente les sigue el rastro por todas partes, porque ellas mismas nos van dejando señales...Cuanto más tiempo pasa más presentes están.
    Te dejo mi felicitación y mi abrazo siempre.

    ResponderEliminar
  10. A mí eso me pasó una vez.
    Y la decepción final todavía la recuerdo.

    Besos.

    ResponderEliminar
  11. Un relato homenaje a las madres. A las que están y a las que no están. Están.
    Besos

    ResponderEliminar
  12. El espejismo de las emociones...Siempre nos acechan...pero tú le has dado caza.

    ¡Un gran abrazo!

    ResponderEliminar
  13. Gracias por pasar por aquí y por dejarme tan generosos comentarios.
    El día 13 de agosto cumplía años.
    Un día su reloj se paró
    Y , liberada del lastre,
    permanece joven y sonriente entre nosotros.

    ¡Inmenso abrazo!

    ResponderEliminar
  14. Hola María Pilar,
    buenas tardes,
    un relato genial,
    el momento en el que el deseo y la realidad no van de la mano.

    Te deseo una excelente semana
    un cálido abrazo

    ResponderEliminar
  15. Un estupendo relato con un triste final.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Hola María Pilar. Yo viví algo muy parecido. Vi a una señora que se parecía mucho, muchísimo a mi madre. Pasé delante de ella montones de veces. La seguí un buen trecho. Yo sabía que mi madre no era, pero el amor que sientes hacia ella, te hace pensar que tal vez sí es ella. Era su doble, y por un momento pensé que ella se hacía presente.
    Me ha gustado mucho tu relato. El final es triste, pero es la realidad de la vida.
    Abrazosssssssss

    ResponderEliminar
  17. Ausencia de seres muy amados que ha veces nos guegan pasadas de ensueño
    Gratisimo leerte
    Cariños mil lleguen a ti

    ResponderEliminar
  18. Con los seres queridos que se nos fueron suele ocurrir, ese vuelco en el corazón que recibes al divisarlos cuando sabes que es imposible. Me conmovió.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

A la deriva - Cuento de Horacio Quiroga

Ficha Técnica     Título: Cuentos de amor, de locura y de muerte    Autor: Horacio Quiroga    Género: Cuento    Editorial: Sociedad Cooperativa Editorial Limitada    Año de edición: 1917    País: Uruguay    Resumen      El protagonista del cuento, Paulino, pisa una serpiente venenosa que le muerde en el pie. A causa de este incidente, inicia un viaje por el río Paraná hacia un pueblo vecino donde espera que le salven la vida.       Valoración personal        Horacio Quiroga mantiene en este cuento las tres constantes que le caracterizan como el gran cuentista que es: brevedad, intensidad y tensión constante.     Lo que más impresiona es la lucha por sobrevivir del protagonista al que, a veces, lo llama por su nombre y otras no dice nada más que “el hombre”. Como si a cualquiera de nosotros nos pudiera ocurrir lo mismo. Una lucha desesperada, por ganarle la batalla a la muerte, por no rendirse, aunque ...

Vendimia en La Rioja Alavesa

El otoño, con sus días soleados y sus noches frías, se detiene en el pueblo cuando la vendimia llama a su puerta. El ambiente sabe a grana y esperanza y el olor dulce del caldo se extiende por todos los rincones. Por las calles se ve ajetreo constante de gente y se siente el crujir de los sarmientos a su paso. Ruidos de tractores seguidos de pequeños remolques se oyen por doquier y voces de tierras lejanas se mezclan con las del lugar. Son los temporeros que dejan casa, tierra y familia para hacer la campaña de la vendimia. El ritual cargado de arte, magia y fiesta se repite de generación en generación hasta perderse en la memoria de los tiempos. En cuanto amanece, los vendimiadores están a pie de cepa para empezar a tomar contacto con esos racimos de uvas rebosantes. Avanzan con cuidado, notan el fruto maduro en su mano y cortan con diligencia para no estropear el milagro. Sienten la cercanía de los demás, a veces algún roce cómplice que se celebra con sonrisas. La recogida de la u...

El precio de ser mujer

A veces, en breves destellos, logro pintar con mis piruetas aires que me gustaría respirar y cielos por los que me gustaría volar. El miedo al monstruo se impone olvidando los sueños imposibles. Es tan hábil en el manejo de mis hilos que nadie puede ni siquiera intuir mi desgracia. No soy más que una marioneta en las manos de un desaprensivo cegado por lucirse y medrar a mi costa. Un día no puedo aguantar más tanta vejación y oigo un chasquido en mi interior como el de un objeto de madera que se astilla violentamente. Mi cara se queda con una expresión desencajada, mis piernas se doblan y todo mi ser no es más que un ovillo. Enfurecido me grita:  « Te has vuelto torpe e inexperta, no eres más que un despojo de marioneta rota » . Coge unas tijeras con las que corta todos los hilos de mi destino y me arroja violentamente al fondo del exiguo cajón. ¡Él sí que conoce bien mis desdichas! Me crece un temblor frío que la soledad aumenta. Sin mis alas insuflándome alma, nunca más volve...

La venganza de la bruja

Villamediana Cuando pasó el invierno, los vientos primaverales traían agradables susurros que todos los vecinos de aquel pueblo querían atrapar y abrían las ventanas y puertas de sus casas para recibir la suave caricia del sol. El sufrimiento de la vecina, que un día fue atacada por el gato, se puso en evidencia. Su casa seguía cerrada a cal y canto y si por alguna rendija entraba la luz, había clavado finas tablillas para evitarlo. Las noches de luna llena, los reflejos de luz que se filtraban entre las ramas de la higuera proyectaban figuras florales en la pared de su cuarto. A ella le parecían magia y creía sentirse observada por algún espíritu maligno que había hecho acto de presencia en su casa. Entre insomnios y duermevelas el disco de la luna se le acercaba y en él podía distinguir rasgos de su vecina-bruja con una mueca sarcástica y una risa de ultratumba. Con cada plenilunio de primavera, el desasosiego le aumentaba hasta que llegó a convertirse en obsesión. Durante el d...

Luminosa melodía

  Al escribir  Solo surgen las palabras  De dolor por lo que amo  Y salgo al balcón cada amanecer  Para encontrar la oración  Que recompone las sílabas  De tu nombre  Maite  Al escribir tu nombre  Se desperezan todas las letras  Y me regalan tu sonrisa  La que sostiene el mundo  Caricia del alma  Luminosa melodía