Ir al contenido principal

En el camino de regreso

Proyecto Bradbury: 
«Durante un año escribe un cuento corto cada semana. No es posible escribir 52 cuentos malos consecutivos». (6)

 En la basta cocina, la anciana se calienta ante los leños encendidos. Los resplandores del hogar danzan por todo el espacio en un juego de luz y tinieblas. Su cara llamea con el fuego. Con las manos artríticas sostiene el cuenco humeante de leche en el que flotan los trozos de pan. Sorbe tenaz con la boca sin dientes y se limpia el rebosar del líquido por la barbilla con la punta del delantal. 

 De repente, las llamaradas del fogón se silencian. Solo se oye el sonido de unas pisadas que se acercan. La anciana observa una sombra en la ventana, la está espiando. No la estremece. Es alguien a quien hace tiempo espera. 

—Mucho has tardado —le dice con voz resuelta —En un santiamén estoy lista. Mientras, puedes calentarte al fuego y servirte sopa del puchero que borbotea. 

Delgada y encorvada, con pañuelo negro, madreñas y toquilla, se echa un cuévano a la espalda con pan y queso y sale de casa. Da suelta a las siete cabras que tiene en  el redil y, triscando por los senderos a la vez que hace frente al aire cortante de la sierra, sortea riscos hasta llegar a un lugar resguardado con un chozo de pastor. Allí las deja. Espera que pronto pase alguien pastoreando su ganado y se las lleve. 

 En el camino de regreso, se siente sin fuerzas, las piernas se le doblan y el relente del anochecer le entra hasta los huesos. Abatida, desea dejarse caer allí mismo haciendo caso a la voz sagrada de la tierra que la llama, pero sabe que en casa la esperan y ella ha dado su palabra. Con un esfuerzo supremo logra llegar. Remueve las brasas con el badil para ver algo. A medida que su poca vista se adapta a la penumbra, comprueba que la parca, cansada de esperar, se ha ido. 
Safe Creative #2111029695059

Comentarios

  1. Has vuelto a encantarme, María Pilar. Buenísimo relato.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro por la anciana y bien por la Parca impaciente.
    Otra vez será, peor no ahora.

    Besos, María Pilar

    ResponderEliminar
  3. No te felicité por esa docena de años cumplidos al frente del blog, al ser domingo no me enteré, ya sabes que los domingos os dejo descansar, pero nunca es tarde ¡¡FE LI CI DA DES!!.
    Este no es malo, es de los que ha salido bien y muy bien, según pronostica la frase que encabeza esta entrada. Un aplauso y un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Buena historia me gusto el final. Te mando un beso

    ResponderEliminar
  5. Pilar, me enccantó. Cuando la voluntad y el temple imperan, la Parca se difumina. Esa viejecita nos da ejemplo de entereza y dignidad. Muy bueno en forma y fondo,amiga.
    Mi felicitación y mi abrazo entrañable por tu buen hacer.

    ResponderEliminar
  6. nice story... love to read it.
    Thank you for sharing

    ResponderEliminar
  7. ¡Hola, Pilar! Jo, ojalá la Muerte fuera tan educada que te da tiempo a que resuelvas esos asuntos mundanos antes de partir con ella. Me encantó el final, le das un giro que te deja una sonrisa en los labios. Un giro sorprendente que de alguna forma transforma el tono del relato. Sin duda, este relato no es de los malos del reto Bradbury, es buenísimo. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  8. Hermoso cuento. Que espere una noche más.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Maria Pilar me ha encantado lo bien que has resuelto el desenlace de tu relato. Nos has engañado con un previsible final al que le has dado la vuelta consiguiendo sorprender. Y no hablo de lo bien elegido que está el léxico, perfectamente adaptado al fatídico acontecimiento. ¡Muy bueno!

    ResponderEliminar
  10. Cierto que esperaba otro desenlace, sin embargo, me gustó ese final que posiblemente ni ella misma esperase. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Un cuento muy bueno, con un ritmo agradable, descripciones que despiertan añoranzas. Me gustó al final que la parca se fuera. Ahora la anciana tendrá que ir por sus cabras y la vida seguirá para ella, todavía no es su tiempo. Saludos.

    ResponderEliminar
  12. No era su hora, aunque ya lo tenía todo prácticamente hecho.

    ResponderEliminar
  13. Un final inesperado, lindo relato te jala, te va llevando, vas sintiendo como parece despedirse y de repente............nada pasa. Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Situaciones que hacen ganador a lo que en principio parecía una batalla perdida. Un desenlace genial.

    ResponderEliminar
  15. Qué buena historia. Pone los pelos de punta, atrapa y al final te suelta y te arranca una sonrisa. Con pocas palabras a mí me ha causado todo eso. Gracias.

    ResponderEliminar
  16. Que buen relato, Maria Pilar, hay templanza en la anciana y un querer hacer las cosas bien hasta su final. La pusiste preparada pero la parca no la vio lista para marchar. Corto pero intenso y con todo dicho.
    Un desenlace fantástico.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

A la deriva - Cuento de Horacio Quiroga

Ficha Técnica     Título: Cuentos de amor, de locura y de muerte    Autor: Horacio Quiroga    Género: Cuento    Editorial: Sociedad Cooperativa Editorial Limitada    Año de edición: 1917    País: Uruguay    Resumen      El protagonista del cuento, Paulino, pisa una serpiente venenosa que le muerde en el pie. A causa de este incidente, inicia un viaje por el río Paraná hacia un pueblo vecino donde espera que le salven la vida.       Valoración personal        Horacio Quiroga mantiene en este cuento las tres constantes que le caracterizan como el gran cuentista que es: brevedad, intensidad y tensión constante.     Lo que más impresiona es la lucha por sobrevivir del protagonista al que, a veces, lo llama por su nombre y otras no dice nada más que “el hombre”. Como si a cualquiera de nosotros nos pudiera ocurrir lo mismo. Una lucha desesperada, por ganarle la batalla a la muerte, por no rendirse, aunque ...

Vendimia en La Rioja Alavesa

El otoño, con sus días soleados y sus noches frías, se detiene en el pueblo cuando la vendimia llama a su puerta. El ambiente sabe a grana y esperanza y el olor dulce del caldo se extiende por todos los rincones. Por las calles se ve ajetreo constante de gente y se siente el crujir de los sarmientos a su paso. Ruidos de tractores seguidos de pequeños remolques se oyen por doquier y voces de tierras lejanas se mezclan con las del lugar. Son los temporeros que dejan casa, tierra y familia para hacer la campaña de la vendimia. El ritual cargado de arte, magia y fiesta se repite de generación en generación hasta perderse en la memoria de los tiempos. En cuanto amanece, los vendimiadores están a pie de cepa para empezar a tomar contacto con esos racimos de uvas rebosantes. Avanzan con cuidado, notan el fruto maduro en su mano y cortan con diligencia para no estropear el milagro. Sienten la cercanía de los demás, a veces algún roce cómplice que se celebra con sonrisas. La recogida de la u...

El precio de ser mujer

A veces, en breves destellos, logro pintar con mis piruetas aires que me gustaría respirar y cielos por los que me gustaría volar. El miedo al monstruo se impone olvidando los sueños imposibles. Es tan hábil en el manejo de mis hilos que nadie puede ni siquiera intuir mi desgracia. No soy más que una marioneta en las manos de un desaprensivo cegado por lucirse y medrar a mi costa. Un día no puedo aguantar más tanta vejación y oigo un chasquido en mi interior como el de un objeto de madera que se astilla violentamente. Mi cara se queda con una expresión desencajada, mis piernas se doblan y todo mi ser no es más que un ovillo. Enfurecido me grita:  « Te has vuelto torpe e inexperta, no eres más que un despojo de marioneta rota » . Coge unas tijeras con las que corta todos los hilos de mi destino y me arroja violentamente al fondo del exiguo cajón. ¡Él sí que conoce bien mis desdichas! Me crece un temblor frío que la soledad aumenta. Sin mis alas insuflándome alma, nunca más volve...

La venganza de la bruja

Villamediana Cuando pasó el invierno, los vientos primaverales traían agradables susurros que todos los vecinos de aquel pueblo querían atrapar y abrían las ventanas y puertas de sus casas para recibir la suave caricia del sol. El sufrimiento de la vecina, que un día fue atacada por el gato, se puso en evidencia. Su casa seguía cerrada a cal y canto y si por alguna rendija entraba la luz, había clavado finas tablillas para evitarlo. Las noches de luna llena, los reflejos de luz que se filtraban entre las ramas de la higuera proyectaban figuras florales en la pared de su cuarto. A ella le parecían magia y creía sentirse observada por algún espíritu maligno que había hecho acto de presencia en su casa. Entre insomnios y duermevelas el disco de la luna se le acercaba y en él podía distinguir rasgos de su vecina-bruja con una mueca sarcástica y una risa de ultratumba. Con cada plenilunio de primavera, el desasosiego le aumentaba hasta que llegó a convertirse en obsesión. Durante el d...

Un mundo de Ángeles Santos

Este cuadro ha sido restaurado recientemente y se puede ver en el Museo Reina Sofía de Madrid. «Un mundo», dijo la autora que representa. Por cierto, se llamaba Ángeles Santos y lo pintó con tan solo diecisiete años, una artista precoz donde las haya. ¡Qué no se hubiera dicho de ella en 1929 si hubiera sido un varón! Eran otras épocas; de la mujer se esperaba que se casara y fuera amante esposa y una madre solícita, no una artista del vanguardismo. De todas formas, el monumental lienzo de nueve metros cuadrados tiene tanto magnetismo que fue la obra que más sensación causó en el madrileño Salón de Otoño de 1929. Los especialistas se rindieron ante su genio precoz y recibió los elogios de la intelectualidad del momento.    ¿Qué tiene esta pintura para que nos llame tanto la atención? ¿Es su aspecto de pesadilla? ¿Su monumentalidad? La miro desde la distancia. El cubo terráqueo está tan cargado de objetos que a duras penas se sostienen por la velocidad a la que se mueve; pare...