Ir al contenido principal

El rincón de la farola

Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de junio en el blog de Lidia. Consiste en hacer un relato de máximo 100 palabras, inspirado en la carta: Oráculo de la Sabiduría y que contenga algo relacionado con el planeta Plutón. Opcional incluir algo relacionado con la penicilina.

Es duro estar triste cuando no se tienen manos para enjuagarse las lágrimas. ¡Me siento tan cansada! Un día me patearon unas deportivas que no vi venir. Yin, la dama del agua, indicaba en su oráculo que me cuidara de los hombres con deportivas. Me asalta un miedo inmenso al ver alejarse el rincón de la farola donde he vivido siempre. Lloro. Pero quién ha oído llorar a una papelera herida por unos gamberros. El camión me lleva lejos, y tan rápido que me descoyunta. Quiero encogerme hasta desaparecer, pero me desparramo en el inframundo de Plutón.
97 palabras.

Comentarios

  1. Tan triste y tierno, como ver a una papelera llorando...
    ¿A dónde irán las papeleras rotas? .. sí, quizá a Plutón o tal vez a volver a ser fundidas en los marcos de una portería que se interponga entre esas deportivas y su gol ; )

    Un beso MARIA PILAR, reto conseguido, enhorabuena!

    ResponderEliminar
  2. Hermoso relato. Es duro estar triste, Te mando un beso.

    ResponderEliminar
  3. Un relato muy original María Pilar.
    El camión me lleva lejos..quien sabe si al final acabaremos como esa pobre papelera, en Plutón.
    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola María Pilar! ¡Qué bueno! Lo que puede dar de sí una papelera y encima con todo lo que pedía el reto de Lidia y, por si no fuera poco, ¡en 97 palabras! Y te ha quedado perfecto. ¡Enhorabuena!
    Un abrazo. :)

    ResponderEliminar
  5. Hola, María Pilar. Me encanta la visión de esa protagonista a quien has dado vida y voz para que nos muestre su más profundo pesar. Muy bonito, la verdad. Buen trabajo con tu primer desafío. Muchas gracias por tu aportación al desafío de este mes. Un abrazo y hasta pronto :)

    ResponderEliminar
  6. Jodidos gamberros... Aunque a lo mejor eran jóvenes desengañados un poco confundidos.;)

    ResponderEliminar
  7. María, una maravilla tu relato y con la tremenda dificultad de hacerlo en tan pocas palabras. Esa capacidad de sintetizar en poco texto absolutamente TODA la emoción y regalar una historia, es más que digno.
    Un tremendo abrazo amiga!

    ResponderEliminar
  8. Genial relato, ¡qué bueno que te animaste a participar! Pobrecita papelera, dañada y ahora en camino al inframundo. Es divertido asignar sentimientos y personalidad a las cosas. Me encantó tu propuesta, saludos...

    ResponderEliminar
  9. Por lo visto, hasta las papeleras tienen sentimientos. Excelente micro. Besos

    ResponderEliminar
  10. Ay, pobre papelera. Menudo giro final. No me lo esperaba. Buen relato.
    Un beso

    ResponderEliminar
  11. Uf!!! Lo leí el otro dia pero me debí salir sn comentar. Que imaginación y que buen relato para que luego digamos que " las cosas" no sienten . Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Si que sabes hacer relatos,felicitaciones,cariños.

    ResponderEliminar
  13. Misión cumplida. Te quedó estupendo.
    Besos.

    ResponderEliminar
  14. Al menos las papeleras pueden cotorreear con la cantidad de objetos con que las llenan. Más mala suerte tienen los malditos contenedores con esas bolsas pesadas y pringosas.
    Me gusta tu texto y dar animación a lo que nunca ha nacido.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Muy buen relato corto, profundo, melancólico y con una dulzura que conmueve, gracias, abrazo grande

    ResponderEliminar
  16. ¡Hola, Pilar! Caramba con la vida de las papeleras, la próxima vez en lugar de tirar basura les dejaré algo mejor como una flor o un poema. Un micro estupendo y con gracia en el que personificas a la papelera, que pensándolo bien, no deja de ser un objeto en el que su contenido y pensamientos varían día a día en función de lo que se deposite en ellas. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  17. ¡Qué difícil decir tanto en tan pocas palabras!! Genial como siempre. Aplausos y abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —gritó Aur

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso